- Al voltear un poco mi cabeza, vi al caballero lejos mientras este me gritaba con fuerza que peleará con la espada que me había lanzado.
- El caballero quedó parado, solamente mirándome pelear. Entonces, agarré todas mis fuerzas y, con la espada, intenté cortar al ángel, pero este me lanzó un rápido ataque con su espada.
- Entonces, me agaché rápidamente y esquivé su ataque, y a la vez agarré la espada que cayó frente a mí. El ángel toma impulso y, con ayuda de sus alas, vuela hacia mí, comenzando a darme cortes leves en los brazos y piernas a alta velocidad. Pero gracias a que puede retener sus ataques, no me hizo cortes profundos, aunque aún así los cortes que recibí no dejaban moverme con facilidad gracias al dolor.
- Así que, al dejarme más de él, le pregunté si toda su raza era igual o más fuerte que él, a lo que este me contestó con un "no". Yo solamente me reí, pensando que tenía mala suerte al encontrarme con alguien fuerte el primer día que salgo de esa cápsula y conozco el mundo con mis propios ojos.
- Noto que en el suelo ya no estaba la niña elfa, así que comencé a atacarlo de nuevo con la espada para alejarlo del lugar, para que la niña aprovechara y escapara, buscando un lugar donde esconderse. A la vez, mis heridas comenzaron a sanar.
- Haciendo que comenzara a moverme mejor que antes, hasta el punto de que fui corriendo hacia el ángel, que también corría hacia mí. Comencé a mover mi espada y mi cuerpo a gran velocidad. El ángel, al ver esto, también comenzó a mover su cuerpo más rápido que antes. Ambos nos atacamos rápidamente, haciéndonos heridas en las piernas y brazos. El ángel empezaba a sentir los brazos cansados y pesados. Su cuerpo ya tenía muchas heridas, al igual que el mío, pero lo que nos diferenciaba es que, por alguna razón desconocida, mi cuerpo automáticamente se sanaba tras un tiempo, mientras que él, al perder tanta sangre, ya no podía mantenerse de pie.
- Él me mira con odio y desprecio mientras me seguía atacando sin parar, hasta el punto que comienza a gritarme desesperadamente: —¡Yo no perderé contra un tonto humano como tú! ¡No sabes cuánto hemos sacrificado por esta tonta querrá!
- Al escuchar esas palabras, no sabía qué responder, así que me quedé en silencio sin decir nada. No podía hablar, pero mis brazos seguían atacándolo y moviendo la espada sin parar y sin compasión. Algo dentro de mí comenzaba a tomar el control.
- Comienzo a perder poco a poco fuerzas, pero no me podía rendir y tampoco perder el conocimiento. Fuera como fuera, debía mantener el control de mi cuerpo. Yo quería salvar a esa niña como fuera. Él comienza a perder velocidad, a lo que aproveché mi rapidez y ataqué, atravesando su pecho. Al sentir la espada atravesando su pecho, con sus últimas fuerzas me ataca y atraviesa mi barriga, pero yo sabía que él no podía seguir peleando. Él comenzaba a escupir sangre por la boca y botaba mucho. Al ver esto, mis manos comenzaron a temblar al sacar la espada del pecho del ángel.
- Haciendo que este caiga al suelo sin vida, intenté caminar hacia donde se encontraba la niña elfa, que se estaba escondiendo detrás de un árbol. Podía saber que se escondía allá, ya que cuando estaba peleando con el ángel, alcancé a verla esconderse en ese lugar. Pero al no tener más fuerzas, me caigo al suelo, cayendo de rodillas. Miraba mis manos manchadas de sangre, no podía parar de temblar. Mis ojos, a la vez, estaban borrosos. Intenté caminar de nuevo, pero no podía; no tenía suficiente fuerza para ponerme de pie.
- El caballero, al verme casi desplomado en el suelo, corre a ayudarme. A la vez, comienzo a escuchar mi propia voz, como si yo mismo me estuviera susurrando al oído, pero no podía entender nada de lo que este me hablaba.
- No podía más, no podía mantener más el conocimiento, haciendo que me desmayara. Al abrir los ojos, me encontraba acostado en un árbol. A la vez, vi la cara de la niña elfa mirándome fijamente. Ella estaba llorando desconsoladamente, y en un momento repentino se abalanzó hacia mí, abrazándome fuertemente.
- Ella se aferraba a mi camisa y no me quería soltar para nada. Entonces, comencé a acariciarle la cabeza para que se calmara un poco. Ella comenzó a hablar mientras lloraba, contándome que todas las personas que estaban con ella habían sido asesinadas por el ángel de la peor manera posible: su madre, su padre, sus amigos y conocidos. Ellos gritaban del dolor y pedían ayuda, pero nadie venía a ayudarlos. Sin embargo, ella había escapado, pero él la alcanzó. Pero cuando ya la iba a matar, yo aparecí, y gracias a mí, ella está con vida.
- No podía creer lo que ella me estaba comentando. Le seguía acariciando la cabeza hasta que, en un rato, ella por fin se calmó. Así que me paré del suelo y la cargué en mis brazos para poder llevarla. Así nos dirigimos hacia donde estaba el caballero.
- Este nos estaba esperando mientras rezaba en una tumba donde había enterrado el resto de los cuerpos de los demás elfos asesinados. Después de rezar por los elfos muertos, se acerca a donde estaba y me dice que esa niña nunca se separó desde que me desmayé y me puso a descansar en aquel árbol. La niña, con una voz suave, dice su nombre: ella me dice que se llama Elena, mientras sus manos se tapaban los ojos para limpiarse las lágrimas.
- Elena, después de limpiarse las lágrimas, me sonríe con unos ojos que mostraban una tristeza profunda. La subí a mi espalda para comenzar la caminata y, después de caminar un buen rato, por fin nos encontramos con los otros héroes que nos estaban esperando sentados en el suelo. Así, el caballero nos dice que al lado de la colina, frente a nosotros, estaba el reino de los humanos: el reino Lumeria.