webnovel

Bienvenida (Parte Dos)

El tiempo pasaba, y cada vez que la puerta se abría, veinte personas más entraban, nadie sabía adonde se iban los demás, porque los que entraban no volvían a salir, Theo pensaba que debía haber otra puerta adentró, o tal vez esperen en el otro lado, siendo también la habitación igual de grande que la gran sala donde Theo esperaba.

Hubo un momento en que una persona quiso entrar, aunque ya había veinte personas adentro, la mujer llamada Veinte se puso en frente de él.

"¿Qué crees que haces?" – pregunto la hermosa mujer.

"Ya me cansé de esperar, no creo que suceda algo sí uno más entra." – dijo el hombre alto y claro. – "¿O sí?" – terminando de preguntar con una voz amenazadora.

"Lo siento, pero solo podrás entrar una vez el grupo de veinte personas adentró terminen de preguntar." – diría Veinte sin importarle la voz amenazadora del hombre. – "Por favor, sé que es difícil esperar, y que tienes muchas preguntas, pero tendrás que esperar como los demás."

"¡Hm! ¿Y si no quiero esperar? ¿Qué puede hacer una mujercita como tú para detenerme?" – el hombre entonces comenzó a caminar otra vez, usando su brazo derecho para hacer a un lado a Veinte.

"Entiendo." – Dijo Veinte, mientras tomaba la mano del hombre, y la apretó con fuerza de repente.

"¡Ah!" – el hombre empezó a gritar rápidamente, todos no entendían que pasaba, como era posible que una mujer de apenas 1,75 de altura, sin rastro alguno de poseer más fuerza que el hombre musculoso de 1,90 que ahora mismo sollozaba como debilucho, gritando y pidiendo que le suelte.

"¡Maldita perra! ¡Suelta mi mano!" – gritaba el hombre, que desde el momento en que Veinte tomó su mano y la apretó, él sintió un inmenso dolor, sintiendo que su mano sería destrozada en añicos.

Él empezaba a sudar y se empezaban a notar las venas de todo su cuerpo más claramente, con su brazo izquierdo le lanzaría un puñetazo al rostro de Veinte.

"…" – y para la sorpresa de Theo y los demás que aún se encontraban esperando, el golpe conecto en el rostro de Veinte.

"Oh." – Veinte dijo con tono de burla. – "Que golpe más débil." – ella entonces sonrió y tomó la otra mano del hombre, metiendo más presión aún.

"¡¡Ah!!"

El hombre cayo de rodillas al suelo ante el inmenso dolor, mientras los demás miraban con sorpresa el rostro de Veinte, y ver que no había rastro alguno de una herida, su rostro seguía igual de bello, a pesar de haber recibido un golpe que de seguro a Theo le dejaría sin algunos dientes y una nariz rota.

Dieciocho que veía lo que sucedía, sintió que ya era suficiente.

"Ah, siempre pasa lo mismo, siempre debe de haber algún problemático en cada generación… ya basta Veinte, él es ahora uno de los nuestros."

Al escuchar las palabras de Dieciocho, Veinte soltó al pobre hombre que suspiro de alivio dentro de sí, ya que sí esto seguía, estaba seguro de que se iba a orinar en los pantalones por el dolor.

"Espera tú turno, como los demás." – Veinte le dijo al hombre, mientras ella entró a la otra habitación cerrando la puerta.

Y de esa manera, el tiempo volvió a pasar.

<><><>

Al final, solo quedaban veinte personas más, entre las que estaban Theo, quien, por alguna razón, se quedó hasta el final, una razón que él no entendía.

Theo nerviosamente entró con los otros, los últimos en entrar.

Y cuando entró a la habitación, vio a las tres personas sentadas, frente a ellos había una mesa, y frente a la mesa estaban las veinte sillas, el cuarto era del mismo tamaño que un salón de clases capaz de tener a unos cuarenta estudiantes.

Cada uno de los que entró comenzó a decir su nombre y edad, Theo hizo lo mismo.

"Theodore López, dieciocho años." – contesto él nerviosamente, mientras tanto, los que seguían entrando decían sus nombres y edades, y Veinte los escribía en el cuaderno, Theo se sentó en una de las sillas.

Cuando el último entró, Veinte cerró la puerta y se sentó en frente de lo que claramente parecía ser un salón de clases, con pizarrón incluido.

"Bien, ustedes son los últimos, y en total tenemos a 440 novatos…nada mal." – dijo Dieciocho con una sonrisa. – "Bien, Diez les dará unas hojas donde tendrán que llenar cierta información, pero antes de eso, alguien quiere hacer alguna pregunta."

Tres personas levantaron la mano rápidamente, Dieciocho apuntó a una de las personas, un hombre de mediana edad. – "Tú primero, ¿Qué quieres preguntar?"

"¿Qué lugar es este?" – preguntó el hombre.

Mientras Diez se levantó y escribió la pregunta en el pizarrón.

"¿Y tú?" – esta vez Dieciocho le preguntó a otro hombre que también levantó la mano

"¿Quiénes sois ustedes?" – preguntó el hombre que se encontraba en sus veintes.

"¿Y vos?" – finalmente Dieciocho le preguntó a la otra persona, una mujer.

"¿Qué demonios sucede?"

"Bien, alguien más que desee preguntar algo." – Dijo Dieciocho, y más personas levantaron sus manos e hicieron sus preguntas.

Cada vez uno de ellos hacia su pregunta, Diez las escribía en el pizarrón, Dieciocho se levantó y leyó de nuevo las preguntas en el pizarrón.

"¿Qué lugar es este? ¿Quiénes sois ustedes? ¿Qué demonios sucede? ¿Es esto un sueño? ¿Cómo llegue aquí? ¿Quién es la persona que me habla en mi cabeza? ¿Dónde están los demás? ¿Es esto un secuestro? ¿Veinte está soltera?... Hm, solamente nueve preguntas, bien." – dijo Dieciocho.

"Bien, contestaré las más fáciles, primero, esto no es un sueño, no, no los secuestramos, ustedes aceptaron venir; y sí, ella es soltera."

Una vez contesto eso, fue al pizarrón y tacho las tres preguntas, luego miró a las veinte personas.

"Bueno, es hora de comenzar con lo serio."