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Capítulo 2

Llegamos a una gran mansión. Y vaya que era grande. Tenía como tres pisos de alto y, por las ventanas, parecía que había por lo menos cincuenta habitaciones en cada piso, había grandes jardines, dos fuentes con la imagen de un fénix tallado en ellas y el portón enorme con un fénix decorándolo.

Parece que me equivoqué. Esos malditos de Max y Alex si son mis salvadores.

Nataniel abrió la puerta indicándome que pasara y lo hice, aunque no tan gustosamente. Ya me estaba preparando mentalmente para volver a ver a esos dos idiotas y que condicionen mi libertad. Ya los conozco...

Entramos a la mansión y ahí estaban ellos, tan bronceados como siempre, con su expresión difícil de descifrar, con esas sonrisas misteriosas y esos horribles trajes carísimos color morado.

—Jules, ¿cómo has estado?

—Cuánto tiempo sin vernos... —Me dijeron, primero Max, el mayor, y después Alex, el menor de los hermanos. Noté un pequeño toque de sarcasmo en sus voces, claramente me enojé por eso.

—Pues no lo sé, como estuve encerrado bajo tierra sin ver la luz del Sol...

—Oh, lo sabemos.

—Lo sabíamos desde antes de que te encerraran.

—Incluso tenemos un mapa de tu calabozo.

—Si no se lo hubiéramos prestado a Nath no te hubiera rescatado, se hubiera perdido... —Ese narcisismo suyo es lo que más me hace odiarlos. ¿Por qué, de tantas personas, tuvieron que ser ellos quienes me rescataran?

—Esperen, ¿ustedes ya lo sabían?

—Claro que sí. Somos la mano derecha del emperador, ¿cómo no lo sabríamos?

—¿¡Y no hicieron nada por evitar que me encerraran!?

—Tú tampoco cooperabas deprimiéndote y dejando al Imperio sin agua...

—Malditos...

—La verdad es que no nos convenía para nada rescatarte antes... —Admitió ese maldito de Alex con su maldita vocecita y complejo de superioridad. —El emperador, que seguramente no está descansando en paz, nos confió un importante secreto, no podíamos traicionar su confianza...

—Tuvimos que esperar algunas generaciones para poder liberarte sin que nadie sospechará que fuimos nosotros.

—¿Cuántas? ¿¡Cuántas generaciones!? ¿¡Cuánto tiempo me dejaron encerrado!?

—Trescientos años.

—¿¡Cuánto!?

—¿¡Cuánto!? —Nataniel preguntó al mismo tiempo que yo. Parecía completamente confundido sin entender cómo he vivido más de trescientos años, supongo que no sabe sobre nuestra inmortalidad...

—No fue tanto tiempo... —Si Alex dice otra estupidez, lo mato.

—Bueno, ya no sigamos discutiendo. Jules debe sentirse muy cansado y sucio. Lo mejor es que te des un baño y descanses, ¿no crees, Jules? —Desvié la mirada y asentí. —Bien, Nath, llévalo a la ducha.

—Sí, señor...

Nataniel caminó hacía las escaleras y las subió esperando que lo siga. Avancé junto a él no sin antes dedicarle una mirada de desprecio a los dos hermanos.

Entré a un baño enorme junto a Nataniel.

—¿Prefiere el agua caliente, fría o en un punto intermedio?

—D-da igual...

Movió una palanca pegada a la pared y el agua comenzó a salir de un cuadrado con agujeros conectado a un tubo en forma de lluvia.

—¿C-cómo haces eso?

—Sistemas de cañerías. Para que me entiendas, son tubos conectados entre sí a una gran cubeta de agua y, al abrir la llave, hago que el agua pase por los tubos haciéndola salir por la regadera.

—Vaya... —Estaba realmente asombrado. La tecnología avanzó tanto...

—Desvístase y entre. El shampoo es el de la botella rosa y el jabón el de la botella verde. No se preocupe por pasar mucho tiempo en la ducha, el agua que usamos se recicla.

—D-de acuerdo... Tapate los ojos... —Se dio la vuelta y comencé a desvestirme. Miré mi cuerpo con tristeza, estaba tan flaco que se me veían los huesos y tan pálido que parecía un dibujo sin pintar. Entré en la ducha y me paré justo bajo el cuadrado para que el agua callera directo sobre mí.

Se sintió tan bien poder bañarme después de tanto tiempo, sentí como toda la suciedad bajaba por mi cuerpo y caía en el suelo. Poco después de di cuenta de que estaba llorando y se sintió... Bien... Lo descargué todo: grité y lloré como nunca lo había hecho en mi vida.

—¿Se encuentra bien? —Me preguntó Nataniel. Su tono de preocupación me hizo sentir un poco mejor. Había alguien que se preocupaba por mí.

—S-sí... Y-ya estoy bien, solo... Solo necesitaba desahogarme...

Terminé de bañarme y salí de la ducha envuelto en una toalla. Nataniel me guío a la que sería mi habitación. En el camino, un omega pelirrojo chocó contra nosotros. Tan lindo y chiquito, con un aroma a pan tan fuerte y un suéter enorme color beige.

—P-perdón... —Dijo con una voz muy tierna y salió corriendo con las mejillas sonrojadas. ¡Qué lindos son los omegas!

—¿Quién es él? —Pregunté con curiosidad.

—Un prostituto. Debe de estar llegando tarde con un cliente.

—¿Por qué esos idiotas... ¿Digo, tus jefes, tienen prostitutos en su casa?

—Por que esto es un burdel clandestino.

—Ja... Así que ahora a esto se dedican... —Entramos a la habitación y me sentó en la cama para ir a buscarme ropa.

—Sep... —Siguió hablando. —Este es un negocio rentable. Por la sequía los recursos se redujeron y, el emperador José II declaró que los prostitutos son indispensables y que ellos debían de tener el privilegio de ser bien alimentados. Desde ese momento, la mayoría de los alfas comenzaron a prostituir a sus esposas e hijas y los jefes obviamente aprovecharon la situación abriendo su propio burdel clandestino. Hay varios repartidos por todo el imperio, pero el de ellos es el que tiene mejores omegas, y también el único que asegura que los omegas sean bien cuidados. —Me entregó una pijama larga para que me la pusiera.

—Vaya... —Me puse la pijama mientras hablamos. —¿Y cómo se supone que garantizan que los omegas sean "bien cuidados"?

—Prácticamente les dan los privilegios que el emperador declaró que se les debían de dar, cosa que no hacen todos los burdeles, les dan hogar, comida, medicamentos y ayuda psicológica. El chico de antes, por ejemplo, nació como alfa, pero fue convertido en omega por su padre para poder prostituirlo. Se lo vendió a los jefes hace dos años, pero parece que fue abusado desde hace seis años. Los jefes mataron al padre y se encargaron de darle al chico el tratamiento médico necesario para que su transición alfa-omega fuera completa e indolora.

—Vaya... Me parece muy difícil de creer que esos tacaños gasten tanto dinero en ello.

—No lo hacen. Tienen amenazadas a las trabajadoras sociales.

—Ja, eso si no me sorprende.

—Por cierto, ¿puedo preguntar cómo es que los tres han vivido por tanto tiempo?

—Simple. Hicimos un experimento con un loco que, según él, era un elfo y al final, resultó que si lo era y nos hizo inmortales y con la capacidad de hacer inmortal a otros.

—¿Solo eso?

—Sep.

—Y ese tipo, ¿dónde está?

—No lo sé. La última vez que lo vi dijo que iría al Este y después ya no lo volví a ver.

—Ya veo... —Se quedó pensativo unos segundos y después me dijo: —Ya debería descansar, señor.

—No me digas señor, llámame a Jules.

—¿Ese es su nombre?

—Así es.

—Bueno, que descanses, Jules.

—Igualmente, Nataniel...

Salió de la habitación con una pequeña sonrisa en el rostro. Yo también sonreí antes de acostarme y quedarme profundamente dormido...

Les presento a los personajes más mrdas del libro y al personaje más bonito e inocente y que será favorecido en toda la trama. ¿Qué opinan de ellos?

Bueno, denle me gusta y voten o algo así, no le sé a la app xd

Sari_Manciascreators' thoughts