—Soy la espada de mi amo —¡Claudia!
Su nombre resonó como un trueno, con una presencia imponente que hizo temblar a todos. Los alrededores se derrumbaron mientras el espacio se desgarraba, sorprendiendo incluso a los Alfas en ciudades lejanas.
—¿Claudia?
Un Alfa, a cientos de millas de distancia, miró en su dirección mientras disfrutaba de una taza de té. Sintiendo su imponente presencia, sus ojos se contrajeron, y exclamó:
—¡Una Alfa de Nivel VIII!
—¿Qué?
Otro Alfa, que era su compañero, exclamó:
—¡Nunca había oído hablar de ella! ¿Y me estás diciendo que alguien que no conocíamos es uno de los pocos humanos que ha alcanzado el legendario Nivel VIII?
El Alfa anterior asintió y añadió:
—La parte realmente impactante es que ¡ella es solo una sirvienta!
Al mismo tiempo, Dracon se retiró en puro terror. Ahora era capaz de sentir su nivel y sabía que le faltaba la fuerza para enfrentarla.
—¿A dónde crees que vas? —Claudia apareció frente a él, azotando su látigo.
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