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Capítulo 55: Lagrimas por los que morirán

Punto de vista de Hel

 Todos juntos en pelotón a excepción de Luneth, la cual ya estaba sentada a la izquierda del asiento principal de Gwen, llegamos a la sala de planificación.

En mi caso me sentó a su derecha, un puesto privilegiado.

 -Bien señores, hemos conseguido información de nuestros compañeros jugadores, las noticias de la batalla ya han sido lanzadas en la red, en solo unos minutos en el otro mundo empezaran a moverse, es decir tenemos unas horas como mucho, no tenemos demasiado tiempo para preparar nada extraordinario, usaremos el plan del señor Hel, los tentaremos a una batalla en la superficie, si llegan a sitiarnos nuestra caída es la única realidad – Algunas caras parecían arrugarse en desacuerdo, pero no alzaron la voz en ningún momento, como mucho me miraban y apartaban la mirada como conejos asustadizos.

 -Leva, ¿cómo van las preparaciones? - El general se levantó y dio una ligera reverencia.

 -Mi señora, los hombres están al tanto de la situación, todos los batallones están bien formados y al tanto de su distribución, lo mismo sobre a qué líder deben seguir y la pirámide de mando, dejando al señor Hel, el cual se hará cargo únicamente de sus seguidores como un grupo libre, los suministros de flechas y raciones médicas están siendo preparados en este momento y llevados a la superficie junto a 2/3 de nuestras fuerzas batallantes, el otro tercio espera a nuestra salida, solo dejaremos en la ciudad unos 100 hombres, son insuficientes para proteger la ciudad, pero el seguidor del señor Hel ya ha completado el método de escape, de esta manera en el peor de los casos esos soldados podrán defender a los ciudadanos – Gwen asintió.

 -Por último dispondremos de 1.900 soldados a pie y 300 con la capacidad de volar, aunque la mayoría de nuestras fuerzas terrestres serán muy fuertemente debilitadas debido a no luchar en nuestro elemento, esto será suplido por nuestro equipo claramente superior, pero los números enemigos son realmente desalentadores –

 En ese momento Gwen miró a su general del aire y sobre todo de inteligencia - Olivia, ¿tienes un informe de sus números? – Olivia miró a Gwen y bajó ligeramente la mirada.

 -Mi señora, tengo los números aproximados, pero no tenemos la certeza de que sean correctos, las fuerzas de Marcus como de otros implicados en el bando enemigo son también voladores, así que fue muy difícil sacar una perspectiva de su campamento, pero tenemos un número aproximado de diez mil enemigos en contra, este informe se formó ayer, así que los números podrían haber crecido – Los datos fueron realmente desalentadores, podía ver el miedo en muchos ojos y como la desesperación comenzaba a consumirlos, dos mil contra diez mil.

 Gwen parecía afectada por los abrumadores enemigos, pero su cara rápidamente cambió.

 Se levantó de la silla con un golpe y habló en alto – Da igual sus números, lo importante es defender a nuestra gente, si con nuestra vida salvamos la ciudad, salvamos nuestros amigos y familiares, a nuestros amantes, entonces y que, yo daré mi vida ¿y vosotros? – Las caras largas fueron poco a poco reemplazadas, lo que ellos querían no era asaltar, era defenderse del invasor y sus nuevos ojos daban la sensación de que están decididos a caer con su enemigo.

 La serie de generales se fueron cada uno a sus armerías privadas, mientras yo salí del castillo, allí estaban esperando Irina y Saun.

 Traédmelos a la superficie, hoy nos volveremos salvajes – ellos asintieron y corrieron en direcciones opuestas, fueron a buscar a los demás, ha llegado el momento.

 Sin prisas comencé a caminar hacia la salida de la ciudad, contemplando como los transeúntes comenzaban a correr de lado a lado, todos guiados por algunos guardias, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, todos llorando por sus seres queridos que se preparaban para ir a la batalla, los llantos fueron una triste melodía que daba inicio a la batalla, muchos se reunieron en la puerta principal y comenzaron a lanzar flores ante el paso de los soldados, todos los hombres y mujeres que salieron en procesión a una batalla realmente terrible y atemorizante, donde los números eran tan desalentadores, un suicidio a los ojos de mayoría y seguro que será asi, la cantidad de personas que verán de nuevo a sus hijos y amados… solo de pensarlo es tan triste, lagrimas por los que morirán, no hay frase que explique mejor esta situación.

 Sin prisa, seguí mi camino, hacia la entrada, pero entonces una anciana con forma de salamandra se abalanzó sobre mí, no la esquivé, sus ojos llorosos, lo sabía, sabía cuáles serían sus siguientes palabras.

 Mientras se golpeaba contra mi pecho, lloro de rabia y dolor – Tu, maldito monstruo, sé que fuiste tú quien dio la absurda idea de luchar cara a cara, por tu culpa…. Por tu culpa…. Mi hija… - Entre lágrimas comenzaba a darme golpes en el pecho, esta escena se volvió el centro de atención en pocos segundos, pero ninguno vino a detenerla ni para meter más leña al fuego.

 De la nada otra lagartija agarró a la anciana y entre llantos la alejó de mí.

 -Madre, no es su culpa, si no luchamos no podríamos protegeros, no podría protegerte y así poder pagarte todo lo que has hecho por mí a lo largo de mi vida… - Los llantos fueron a más y más familias se unieron a las lágrimas con sus propios hijos y esposos.

 -No, mi niña, no quiero que me protejas, solo quiero que vivas, que sonrías y que ames, eso es suficiente pago para mi… - Su abrazo se volvió más fuerte.

 Entonces la joven salamandra me miró – Señor Hel, siento mucho los actos de mi madre, pido que la disculpe – Yo negué.

 -Ella tiene sus razones y son todas justificadas, solo espero que tengas la fortuna de regresar y abrazar de nuevo a tu madre – Ella asintió y se despidió, yo me quedé allí junto a la anciana.

 -Señora, no puedo prometer que volverá a ver a su hija, pero daré todo lo posible para que sea una victoria – Ella me miró y dio una triste sonrisa.

 -Pero dime joven, de que me vale a mí, una madre, la victoria si es a costa de perder la luz de su vida– Suspiré y volví a caminar, la anciana tenía razón y no podía decirle lo contrario.

 Ella se quedó allí, de rodillas, con una sonrisa mientras podía verla envejecer aún más.