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Capitulo 62

Esa no fue la última noche de pesadillas de Murilo, y no fue el único problema que surgió tras la llegada del chico, ya que todo era nuevo para los tres.

Flávio continuó con varios trabajos, al igual que Beatriz, haciendo todo lo posible para no dejar al niño solo por mucho tiempo, algo muy difícil, debido a la rutina. Cada vez que salían, Murilo tenía ataques de pánico, pensaba que en cualquier momento la trabajadora social vendría a buscarlo.

En la escuela, Murilo enfrentaba dificultades para mantenerse al día con la clase, así como siempre se involucraba en alguna pelea, lo que provocaba que el director siempre llamara a sus padres.

En una de estas peleas, Murilo terminó lastimándose la nariz al punto de hacerla sangrar, ante la desesperación de Beatriz, quien fue llamada al hospital por eso. Ella lo lleva al auto, ayudándolo a entrar, mientras el niño le pone una bolsa de hielo en la nariz. Bee se sube al auto y conduce en silencio, mientras piensa en lo que le puede estar pasando al niño:

— Lo siento — pide Murilo con la cabeza gacha.

— ¿Qué te pasa, Murilo? – pregunta Beatriz, preocupada.

— Nada - contesta Murilo — Estoy defectuoso...

—Tú no eres defectuoso - niega Beatriz mirando a Murilo — ¿Quién te dijo eso?

—Los otros. - responde Murilo con tristeza.

— ¿Que otros? ¿Tus compañeros? – pregunta Beatriz.

—No, mis otros padres - responde Murilo mirando fijamente a Beatriz, que aparca bruscamente el coche. Ella mira fijamente al niño que continúa — Dijeron que soy defectuoso... Que soy un niño que no merece un hogar. Algunos... Me golpeaban para tratar de arreglarme, otros me quemaban, o me ponían en las rocas... Algunos me enseñaron a hacerle cosas a sus cuerpos para que yo aprendiera a no ser más defectuosa. Pero nunca lograron arreglarme... Así que me devolvieron.

— Mu – comienza Beatriz muy despacio — ¿Estás peleando con tus amigos para demostrarme a mí ya Flávio que eres defectuoso?

—No - responde Murilo mirando fijamente a Beatriz. Él baja la cabeza — Estoy peleando con ellos porque disfruto vivir contigo.

— No entiendo - dice Beatriz — ¿Por qué pelear con ellos es una forma de demostrar que te gusta quedarte con nosotros?

— No es un formulario. Es que... Si me gustas mucho... Y me devuelves, estaré muy triste. Cómo sigo disfrutándolo... Si lucho, me devolverás y no estaré tan triste. ¿Entendiste?

—Sí, entiendo - susurra Beatriz, que vuelve a conducir — Será mejor que nos vayamos a casa, Leninha te curará esa nueva herida.

—¿Podrá ponerse el vendaje de Hulk esta vez? – pregunta Murilo, haciendo que Beatriz suelte una leve sonrisa.

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—¿Así que quieres decir que está luchando para que podamos recuperarlo antes de que empecemos a gustarle? – pregunta Flávio acostado en la cama. Abraza a su esposa.

— Básicamente eso — confirma Beatriz, con tristeza.

—¿De dónde sacó que lo vamos a devolver? – pregunta Flávio, insatisfecho.

— No sé amor. Hemos visto su expediente, no somos los primeros en tratar de adoptarlo… Tal vez nosotros… Olvídalo – dice Beatriz, arreglándose el cabello.

—Habla , Bee . ¿Qué crees que podría ser? – pregunta Flavio, preocupado.

—¿Qué pasa si estamos enviando el mensaje de que no somos su familia? – pregunta Beatriz nerviosa. Mira a su marido y le pregunta — ¿Alguna vez has pensado en devolver a Murilo?

—Claro que no — pregunta rápidamente Flávio — ¿Y tú?

— No, pero algo que estamos haciendo es mostrarle eso. – dice Beatriz.

— Tal vez no se siente parte de la familia — alega Flávio.

— Imposible, mi madre lo adora. Incluso le hemos pedido que gestione los regalos durante estos meses que han pasado – comenta Beatriz.

— El problema no está en tu familia, sino en la mía — revela Flávio — Él no puede conectarse con mi familia y vive dentro de su historia.

— ¿Y qué sugieres? – pregunta Beatriz, acariciando el pecho de su marido.

— Cambridge - responde Flávio, recibiendo una mirada de sorpresa de Beatriz — Es hora de que Murilo vaya a Cambridge a encontrarse con mis padres.

— Flavio, sabes que si vamos a Cambridge, tu padre tocará ese otro asunto. – recuerda Beatriz

— Lo sé, pero estoy haciendo esto por nuestro hijo.- responde Flávio.