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LA MUJER SIN NOMBRE

Ha pasado un año desde que Colt dejó a la familia Billswourd partiendo rumbo a California, durante su viaje se encuentra con una casa elegante que solo está bajo la custodia de un niño pequeño con una escopeta en sus jóvenes manos ¿podrá Colt ayudar al pequeño Jimmy a cuidar su hogar del ejercito invasor del malvado general Saavedra y liberar los pueblos que se encuentran bajo su tiránico dominio?

crazor_productions · Fantasie
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PROLOGO: A LA HORA SEÑALADA

El pequeño pueblo de Trinidad estaba bajo una gran expectativa por lo que ocurriría a continuación. Nadie salía de sus casas hechas con madera e incluso quienes eran asiduos clientes de las cantinas estaban ocultos en sus hogares mirando, desde las ventanas, como un buen hombre estaba siendo asesinado lentamente por aquel soldado de piel blanca con canas en su cabello. Vistiendo un saco azul, con pantalones blancos, un pañuelo rojo en su cuello y un cinturón de seda del mismo color que sostenía su sable, aquel hombre de tez dura, mirada fría cuyos ojos azules parecían ser de hielo, caminaba con sus botas negras alrededor de su victima golpeándolo con la fusta para su caballo en el rostro. Aquel pobre e indefenso hombre era un anciano que había perdido a sus nietos por culpa de ese hombre de tez fría y cabellos blancos. El nombre de aquel sádico torturador era Jorge Saavedra, militar Español y general mexicano de valiosa experiencia. Combatió en su juventud al lado de Santa Ana. Poseedor de todo un pequeño dominio, siendo las ciudades de Hope Town, Jeferson city, Trinidad y el fuerte Hoxville territorios bajo su mando, a su lado estaban el sargento Uribe, el Coronel Tyrone y, su segundo al mando, el generalísimo Riquelme.

Todos vestidos como Saavedra, siendo Uribe un hombre gordo con un cabello castaño cuyo flequillo estaba parado, Tyrone tenía un cabello rubio extremadamente corto y Riquelme tenía un bigote color negro igual que su cabello, siendo de piel más morena que los demás.

Una mujer de tez morena, con el cabello negro largo atado con un rodete, miraba con sus ojos verdes lo que sucedía y exclamó:

- ¡Tengo que detenerlos!

- ¡No seas tonta niña!- le respondió un hombre anciano que vestía una camisa blanca, con un chaleco marrón abotonado, un pantalón del mismo color que su chaleco. De rostro largo y expresión cansada que su nariz hinchada resaltaba aun más. Su largo cabello canoso era cubierto por un sombrero café y un bigote largo gris con un poco de negro en las puntas acentuaba su severidad al hablar. Aquel hombre se acercó a ella tomándole el hombro, tratando de hacerla entrar en razón al decir- ¡no hay nada que podamos hacer por él!

- ¡Pero ella…!- se quejó aquella mujer tratando de soltarse del agarre de su amigo

- Si lo que Saavedra dice es cierto, entonces ella ya está muerta- le explicó aquel anciano con sus ojos enrojecidos y húmedos

El pobre hombre que estaba siendo golpeado debía de tener unos 60 años, de cabello canoso y con su pecho al descubierto, su cara era robusta dándole un aspecto agradable aun en esa situación. Sus pantalones estaban casi rotosos debido a la paliza que Saavedra le propinaba. Aquel cruel general continuaba golpeando a aquel hombre mientras gritaba:

- ¡Esto es lo que te mereces por desobedecer mi mandato!- tras dejar de pegarle con la fusta, lo puso de rodillas delante de él y le dio un puñetazo en el estomago. Los hombres de Saavedra se reían al ver aquello; pero Saavedra no se reía, solo lo insultaba diciendo- ¡Jodido anciano!

- Mi… mira quien… habla- rió aquel hombre, cuyos brazos estaban atados detrás de su espalda

- No seas iluso anciano estúpido. Mi pequeña mansión sigue en pie mientras que ustedes dos no pudieron hacer nada, tu amiguita Colt está muerta y pronto tú también lo estarás infeliz- le respondió Saavedra agarrando el cabello de aquel anciano con su fuerzas y señalando, con su otra mano, la mansión

Antes de añadir algo mas la mansión explotó en mil pedazos asustando a todos los pobladores junto a los soldados que estaban allí para divertirse con aquel molesto anciano que les había dado cientos de problemas durante todo ese tiempo.

La explosión fue tan potente que una nube de humo sobrevino tras dicha explosión. Cuando esta comenzó a aclararse, todos vieron a una silueta que caminaba sobre las calles. Esta silueta era la de una mujer alta, de cabello largo suelto, un sobretodo largo color negro con unas hileras de cordeles blancos sobre sus mangas, botas marrones, un pantalón vaquero negro junto a un cinturón marrón claro con unas cartucheras llenas de balas y dos fundas con pistolas Colt en su interior. Un pañuelo rojo en el cuello junto a una camisa blanca. La silueta, que caminaba hacia donde estaban ellos, se aclaró demasiado viéndose como aquella larga cabellera era rojiza y un sombrero negro, de ala ancha, cubría su cabeza. Una sonrisa, en sus labios rosados, se dibujaba mostrando mucha confianza en su interior, sus ojos azules miraban con frialdad a sus presas. El humo se desvaneció en el aire dejando expuesto el rostro de aquella mujer que poseía una cicatriz en su ojo derecho junto con una marca de cruz en su mejilla izquierda. Sonriendo, ella, dijo

- Lamento la tardanza, sin embargo ya estoy aquí ¿Podemos empezar con nuestro, ya acordado, duelo caballeros?

Colt, la Pistolera cuyo nombre real era desconocido, había llegado al duelo a la hora señalada.