—¡Ese día, la chica había crecido!
Ese día, en los ojos del chico y la chica, apareció algo más que mero afecto familiar. En sus corazones, ya no eran hermanos.
Algún año, algún mes, algún día, en el Parque del Pueblo de la Ciudad de Nan.
El chico de dieciocho años tenía la estatura alta de un hombre adulto, aunque un poco delgado. La chica de dieciocho años, en la flor de la juventud, con ojos brillantes y dientes perlados, estaba delgada y grácil, como una fruta medio madura con un tentador aroma dulce y ácido que permanecía entre su verdor.
Caminaban lado a lado por el sendero empedrado, y como estaban cerca, sus brazos se chocaban a menudo. Cada toque era como una breve descarga eléctrica.
La mano grande finalmente sostuvo la pequeña en una arboleda aislada de magnolias, el joven bajó la cabeza y besó la frente lisa de la chica, que tenía los ojos cerrados.
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