Dos días pasaron y Cisne esperaba ansiosa en su habitación ya que le habían informado que el carruaje de Aria había entrado en la muralla exterior del reino, así que no debería tardar mucho en encontrarse con ella.
Gale había estado sentado con ella en la cama pues no tenía nada que hacer por la mañana, pero ver la ansiedad de su compañera era algo lindo porque pensaba que Cisne estaba preocupada por la seguridad de su hermana.
—He dicho a las criadas que preparen un surtido de postres similar al que prepararon en tu reino cuando llegue tu hermana —dijo Gale—. También he preparado la mejor habitación para ella ya que dijo que estaría aquí por dos días.
Cisne sabía que Gale era ajeno a la verdadera naturaleza de Aria, pero no podía evitar sentirse amargada al saber que él trataba bien a Aria.
Cisne tampoco entendía por qué sentía este egoísmo en su corazón, pero se sentía un poco celosa pensando que Gale trataría a Aria justo como la trataba a ella.
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