Dos días después...
—Caray. No puedo creer que algunos desgraciados le peguen a un hombre que solo está en lo suyo —murmuró Elise chasqueando la lengua, haciendo clic en su ratón enfadada—. Este mundo sí que se ha vuelto aterrador.
Ella hizo pucheros mientras las nubes invisibles que flotaban sobre su cabeza se oscurecían. Fil, cuyo escritorio estaba al lado del de Elise, deslizó su mirada hacia la esquina.
—¡Esto es frustrante! —expresó—. Quienquiera que haya hecho esto a Kenzo debería ser acusado de intento de asesinato.
Cuando Elise no pudo soportarlo más, se volvió hacia Fil.
—Fil, ¿deberíamos ayudar con la investigación?
—¿Ayudar con la investigación? ¿Como hacer trabajo de campo, revisar la grabación de CCTV que la policía ya revisó? ¿Y luego llevarnos nuestro trabajo a casa porque no pudimos hacerlo debido a esta actividad extracurricular? —respondió Fil inocentemente—. Suena divertido. Hagámoslo.
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