``` La historia de un hombre que trae la muerte y una chica que la niega. ---- En la montaña embrujada del reino, dicen que vivía una bruja. Ella nació princesa. Pero incluso antes de su nacimiento, el sacerdote la declaró maldita y exigió su muerte. Envenenaron a la madre para matar al bebé antes de que diese a luz, pero el bebé nació de la madre muerta —una niña maldita. Una y otra vez, intentaron matar al bebé pero ella milagrosamente sobrevivió cada intento. Dándose por vencidos, la abandonaron en la montaña embrujada para que muriera pero ella aún sobrevivió en esa tierra estéril —una bruja. —¿Por qué no muere? Años más tarde, la gente finalmente se hartó de la bruja y decidió quemar la montaña. Pero el Diablo llegó en su rescate y la llevó consigo de aquel lugar en llamas, porque morir no era su destino ni siquiera entonces. Draven Amaris. El Dragón Negro, que gobernaba sobre los seres sobrenaturales, el Diablo con quien nadie deseaba cruzarse en su camino. Odiaba a los humanos pero esta determinada chica humana lo atraía hacia ella cada vez que estaba en peligro. —¿Es realmente humana? Él se llevó a la humana con él y nombró a esta misteriosamente tenaz chica “Ember”, un pedazo de carbón ardiente en un fuego moribundo. Un alma manchada de venganza y la oscuridad del infierno, se levantaría de las cenizas y cumpliría su revancha. ------ Este es el segundo libro de la serie de Los Diablos y Las Brujas. El primer libro es - La hija de la bruja y el hijo del diablo. Ambos libros están conectados entre sí, pero puedes leerlos de manera independiente. ```
—Dejó caer otra bomba sobre su avergonzado yo y sintió que la estaban abrumando con su franqueza —echó un vistazo a su hermoso rostro para ver si no sentía nada al decir algo tan embarazoso pero...
Draven era tan calmado y compuesto como siempre, como si no hubiera dicho nada malo y continuó mirándola.
—¿Son así todos los hombres bestia? ¿No tienen vergüenza? ¿O sus hembras son así también?
—Puedes dármelo —la oyó decir mientras su mirada se dirigía hacia ese pequeño contenedor de cerámica.
—Inmediatamente dio un paso hacia su lado para cubrir la mesita de noche de su línea de visión con su cuerpo —ah, no hay necesidad. Me ocuparé de ello. Por favor, no te molestes.
—¿Estás segura?
—Hmm —asintió y cantó en su mente—. 'Por favor, que no hable más de ello... por favor…'
—Si estás bien, tengo otro asunto del que hablar —dijo él.
—Suspiró aliviada cuando cambió de tema —¿cuál es?
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