Zheng Murong soltó una fría risotada en su dirección antes de girar su muñeca y alejarse con la mujer que todavía le acompañaba. Su expresión cambió cuando ella le habló, suavizándose como lo haría un amante con su ser querido.
Xia Mengxi emitió un sonido inaudible de completa derrota. Las palabras de sus dulces mentiras atravesaron su cerebro, como le pasó a Zheng Tianyi cuando se dio cuenta de que el amor de su vida le había traicionado.
—Mi dulce, nunca habrá un día en que deje de amarte. Quiero tener una familia contigo donde cada uno de nuestros hijos tenga tus rasgos. —Sus manos recorrieron su cabello, acariciando su parte baja de la espalda mientras ella yacía desnuda sobre su pecho.
—Incluso cuando des tu último suspiro, mi corazón seguirá latiendo por ti y solo por ti. —Él había susurrado en sus oídos mientras le desabrochaba el vestido.
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