webnovel

Harry Potter: El poder de la Intención.

Cuando Arcturus recibe una visita inesperada, se enterara de la situación en que se encuentra su sobrino nieto, Harry James Potter. Sin poder tolerarlo, el viejo y retirado Lord Black decide tomar medidas. Esta es la historia de Harry Potter, heredero del legado de Charlus Fleamont Potter y Arcturus Orion Black. El niño que vivió, y también el niño que Dumbledore no podrá controlar.

IgnathiusNZX · Bücher und Literatur
Zu wenig Bewertungen
11 Chs

Gringotts, el Banco Mágico.

El interior de Gringotts era un hervidero de actividad, filas de escritorios con duendes vestidos con trajes formales de estilo antiguo llenando formas y aparentemente haciendo contabilidad, echando miradas venenosas a los magos y brujas que caminaban por el edificio.

Harry se esforzó por ignorarlos mientras caminaba con la mirada al frente emulando a su tío abuelo.

Caminaron por una elegante alfombra roja que se extendía desde la entrada hasta un mostrador.

Una vez que se encontraron frente al recepcionista. Harry noto que su tío abuelo no se molesto en dirigirle la palabra para anunciarse, sino que golpeo su bastón con fuerza contra el suelo haciéndolo resonar. A lo que el duende frente a ellos levanto la cabeza y los miro apreciativamente.

Era un duende anciano, de cabello blanco y ligeramente desdentado dada la sonrisa salvaje que dedico mostrando sus afilados dientes.

—¿Qué puede hacer Gringotts por usted el día de hoy? —pregunto con una melosa y venenosa voz cargada de burla y desprecio.

Harry noto que su tío abuelo encendió su magia, porque tal como paso en el Wizengamot podía sentir la una sensación que le ponía la piel de gallina, y hacia cosquillear su piel.

—Aparentemente —comenzó con tono frio y autoritario— ha perdido la capacidad de ver con claridad, somos dos, no uno —dijo moviendo el bastón para señalar a Harry a su lado— pero basta de perder el tiempo, y dejemos estas estupideces, el tiempo es oro, ¿no? Entonces no nos hagas perder dinero. Hemos venido para hablar con el Gerente de Cuentas de Potter.

De la nada, o así le pareció a Harry, otro duende apareció desde un costado, tan viejo como el recepcionista, pero con una presencia más peligrosa.

—¡Bloodtooth! —dijo en tono autoritario— ¡Esa no es forma de tratar a un cliente VIP! —regaño antes de voltear hacia Arcturus y Harry— Lord Black, heredero Potter. Gringotts esta honrado de manejar sus cuentas, si me siguen —indico con el brazo antes de comenzar a caminar.

El mago anciano y el niño caminaron detrás del duende, mientras mantenían una conversación en voz baja.

—Eso, Harry fue una simple prueba— explico Arcturus a su sobrino nieto— A los duendes les gusta montar ese tipo de escena para confirmar con quien están tratando, cualquiera que no lo sepa asumirá que tratan a todos del mismo modo, pero para los Lores y sus herederos solo es una puesta en escena para ver si saben o no el protocolo. Nunca habías venido, por eso lo hicieron, una presentación hosca, para medir tu actitud.

Harry se limito a asentir en silencio mientras seguían al duende anciano cuyo nombre no conocían.

Los condujo hasta un pasillo con oficinas con puertas doradas. Conduciéndolos hasta una de ellas, les indico que entraran.

El interior era una oficina, con un escritorio elegante, y un duende viejo y sin pelo esperándolos con una expresión hosca. Dos asientos de cuero negro de aspecto cómodo estaban dispuestos frente a él.

Arcturus se sentó, y Harry hizo lo mismo.

Tras un minuto en completo silencio en el que el duende miro fijamente a Harry antes de asentir, el silencio se rompió.

—Es un placer tenerlos aquí finalmente, Lord Black, entiendo que es el nuevo tutor del joven Potter, ¿me equivoco? —pregunto ordenando una serie de documentos de pergamino en su escritorio.

Arcturus carraspeo un asentimiento.

—Maravilloso —contesto el duende— soy el gerente de cuentas de la Casa Potter, mi nombre es Blackfang, y he mantenido la contabilidad de los Potter desde tiempos de Lord Henry Potter. Me alegro de que el heredero Potter por fin venga a Gringotts, el anterior Guardian Mágico descuido muchos de sus deberes.

Arcturus sonrió ligeramente y rio por lo bajo.

—Podemos estar de acuerdo en que Dumbledore cumplió con sus deberes de Guardian Mágico tan bien como Dementor cuidaría a un niño mago —comento Arcturus, a lo que el duende, Blackfang sonrió.

—Por supuesto, Lord Black, por supuesto —dijo el duende— Ahora, ya que estamos ¿Qué requieren en este momento?

—Quiero que se elimine el acceso de cualquier llave de bóveda de confianza del joven Potter que este actualmente emitida, una nueva llave para el niño, y acceso a la Bóveda de la Familia Potter en la zona profunda —recito Arcturus rápidamente.

—Claro, Lord Black, se hará —contesto Blackfang— ¿Desea también una auditoria completa de las cuentas Potter y sus inversiones actuales? Podremos enviarlos por correo a su residencia en… —reviso un documento— la Finca Blackthorne, ¿es correcto?

—¿Finca Blackthorne? —pregunto Harry curioso, recordándole a Arcturus que el niño estaba a su lado.

—Si, Finca Blackthorne, es el nombre de la mansión donde vivimos —contesto Arcturus al niño en un tono de regaño por hablar fuera de tiempo.

—Muy bien, Lord Black, señor Potter, si me siguen los llevare a la Bóveda Familiar de la Casa Potter —indico Blackfang levantándose.

Caminaron hasta una sala de piedra gris desnuda detrás de la oficina, parecía ser el túnel de una mina, y un carrito minero destartalado descansaba sobre un par de finos rieles que parecían flotar sobre el vacío.

Arcturus se sentó en el carrito y Harry lo siguió.

—Quedate sentado, no mires hacia abajo y ni se te ocurra vomitar —instruyo en cadencia rápida el anciano a Harry.

—Iremos muy rápido —informo el Blackfang antes de poner en marcha el carrito con una sonrisa malintencionada.

Una serie de crujidos después, y con una aceleración inconcebible, se movían rápidamente por las vías.

El viento golpeaba contra la cara de Harry, recordándole a volar en su Nimbus 1995 en picada. La velocidad era vertiginosa, pero Harry solo pudo sonreír, le encantaba la velocidad, y la sensación de vértigo en su estomago con cada giro que tomaba el carrito.

Sin poder contenerse el niño se hecho a reír de felicidad, y Arcturus solo pudo negar con la cabeza y mascullar entre dientes algo que a Harry se dio cuenta que era, "Heredo la idiotez Gryffindor de Charlus"

Harry no noto el paso del tiempo, pero si los cambios de paisaje conforme descendían, pasaron desde secciones de piedra gris sin trabajar a secciones con construcciones de piedra, zonas donde Harry juraría se podían ver llamas volar, y zonas con cristales azules que resplandecían ligeramente.

Harry escucho también el repicar de metal golpeando la roca, cosa que despertó su curiosidad y miro a su tío abuelo interrogante, a lo que el anciano mago negó con la cabeza con un gesto que indicaba que le contaría después.

El descenso continuo por un tiempo después de aquello, hasta que llegaron a una plataforma de adoquines de mármol blanco, con un pasillo ancho con grandes puertas semicirculares.

Allí fue cuando el carrito se detuvo.

—Nivel Profundo, bóvedas de la 50 a la 100 —indico el Blackfang— es nuestra parada, si me siguen —dijo bajando del carrito y caminando por el pasillo.

Arcturus y Harry lo siguieron a cinco pasos de distancia hasta que llegaron a una puerta de metal negro con dos threstals en relieve dorado.

—Bóveda número 73, Casa Potter —informo el duende antes de detenerse allí. Para luego sacar acercarse a la puerta, tocarla y que apareciera un pilar con un cuenco frente a Harry y Arcturus.

Blackfang luego se acerco y saco una pequeña daga de dos pulgadas de su abrigo.

—Necesitamos de su sangre, heredero Potter —explico— una gota bastará, use esta daga, y haga un corte en su pulgar, deje luego que la sangre caiga en el cuenco, y tendrá acceso a la bóveda.

Harry palideció un poco, hasta que Arcturus se acerco y tomo la daga el mismo.

—Vamos, Harry, yo me encargo, será un pinchazo y ya —lo tranquilizo Arcturus.

Harry asintió ligeramente asustado. Pero tal como prometió su tío abuelo fue solo un ligero pinchazo con la daga en el pulgar y un pequeño apretón para que la sangre goteara sobre el cuenco.

Cuando la sangre toco el cuenco de piedra, Harry noto que al mismo tiempo que la herida en su dedo sanaba, la puerta de metal brillaba ligeramente y la puerta se hacia arriba, desapareciendo al interior de la piedra. Permitiendo ver el contenido de la bóveda ahora abierta.

Si hubiera una forma de describirla seria esta, dorado, todo era dorado a los ojos de Harry, cada centímetro del suelo al interior de la bóveda estaba cubierto por una capa de monedas de oro, Galeones, se recordó Harry.

Pero también había repisas de piedra gris con filas y filas de objetos. Y justo frente a la entrada a unos dos metros de distancia, un pedestal de piedra con una tela dorada a modo de cubierta con un enorme libro reposando sobre la tela.

—Bien, Harry, entremos —indico Arcturus empujando al niño hacia adelante.

Harry obedeció y entro a la bóveda seguido por su tío abuelo y tutor.

—Nos llevaremos ese libro, Harry —dijo el anciano— Son los estatutos de la Casa Potter, lo se porque los Black tenemos uno casi idéntico. Revisa las reliquias en los estantes, y toma lo que quieras, pero te recomiendes que busques libros, yo iré por los retratos de Charlus y Dorea, la ultima vez que hablamos dijeron que los guardarían aquí.

Harry se adentro revisando cada cosa que llamaba su atención, mientras que Arcturus se desplazaba a una habitación lateral. Harry no le presto más atención a su tío abuelo mientras se dedicaba a mirar los objetos de su familia.

Dejo de momento el libro de los Estatutos familiares en su pedestal, parecía pesado y pasaría por el cuándo estuviera de salida.

Harry miro varias repisas, y objetos de oro y plata, espadas, armaduras y escudos. Libros, viejas escobas, y alguna que otra baratija que llamo su atención, como un pequeño telescopio que mostraba las fases lunares, que le pareció elegante pero inútil. Sin siquiera saber que aquel era un lunascopio, y un objeto que valía una verdadera fortuna, pues había sido hecho por duendes hace casi quinientos años.

Harry llego hasta una serie de grandes baúles repletos de libros, en los que se paso casi dos horas revisando y apartando cosas que parecían interesantes.

No se dio cuanta de cuanto tiempo había tardado en apartar unos pocos libros, hasta que Arcturus camino hasta donde estaba, miro por un momento mirando los montones de libros apilados a la derecha de Harry, y asintió ligeramente.

—Harry —anuncio su presencia— olvide darte esto —dijo sacando lo que parecía un pequeño cofre de juguete de un bolsillo en su túnica, que ante los ojos de Harry, y tras tres toques de la varita de Arcturus se expandió hasta ser un cofre de tamaño regular­— coloca lo que te llevaras aquí —instruyo el anciano mago.

Harry sonrió a su tío abuelo y comenzó a depositar los libros que había apartado en el interior del cofre.

Era más de una docena de libros de distintos tamaños y temas. Harry miro los títulos conforme los guardaba en el cofre, estaban: "Arcane Fauna ab Mundi de Xilena Lovegood", "Runae ab Atlantis de Gerold Grimm", "Compendium Veterum Bestiarum", "El Mantra del Pocionero escrito por Linfred de Stinchcombee", "Magia de Batalla Imprescindible de Charlus Potter", una edición autografiada de "Animales Fantásticos y Donde Encontrarlos de Newt Scamander", "Encantos para el Encantador" y varios otros tomos que llamaron la atención de Harry.

Finalmente antes de salir de la Bóveda, Harry guardo el tomo de los Estatutos de la Casa Potter.

Cuando salieron de la bóveda era cerca del mediodía, y Arcturus pidió que los llevaran ahora a la Bóveda de la Casa Black. Por lo que Harry se encontró nuevamente viajando en carrito hacia un punto más profundo aún.

No tomo mas de seis minutos, pero llegaron a una enorme plataforma circular, rodeada de lava, con enormes puertas metálicas flanqueadas por estatuas de criaturas mágicas. Aunque algunas de las estatuas parecían haberse desmoronado, y siempre junto a su par correspondiente.

—Aquí estamos, el área mas profunda de Gringotts, las doce Casas Fundadoras —anuncio Blackfang— no se caigan a la lava, no podríamos salvarlos aunque quisiéramos, y no querríamos.

Harry se limito a seguir a Arcturus que parecía saber a donde iba, lo que tenia sentido porque era su bóveda familiar la que visitaban ahora.

Caminaron hasta una puerta de obsidiana negra y lustrosa, flanqueada por dos estatuas de perros negros aterradores.

Arcturus simplemente se acerco a la puerta, puso su mano contra una abrazadera de bronce, y la enorme puerta se separo en dos, dejando a la vista la entrada a una bóveda oscura y escalofriante.

—Sígueme de cerca y no te separes, no toques nada —instruyo Arcturus a Harry— Casi todo aquí esta maldito —informo de forma oscura y ominosa.

Harry trago saliva, sabia que muchas cosas de los Black tenían maldiciones y magia letal o cruel para evitar ser robada. E incluso el escarbato del bosque de la mansión de su tío abuelo evitaba los objetos en las vitrinas de cristal encantado, y es raro que eviten tesoros brillantes de oro o plata.

Arcturus saco el cofre en el que Harry había puesto los libros en la bóveda Potter, y tras expandirlo guardo el libro de Estatutos de la Casa Black, junto con otros dos libros mas pequeños que saco de una estantería.

Salieron de la bóveda Black rápidamente después de eso. Y tras subir al carrito regresaron a la superficie.

Una vez de regreso a la oficina de Blackfang, Arcturus dio unas cuantas instrucciones. Y salieron, esta vez para hablar con el gerente de cuentas de la Casa Black.

El gerente de los Black era un duende joven, o tan joven como Harry había visto en el banco, con cabello negro en lugar de blanco cano.

Cuando Arcturus lo vio, Harry noto que su tío abuelo fruncia el ceño.

—¿¡Donde diablos esta Bonebreaker!? —pregunto Arcturus al duende.

El duende solo suspiro y dio una sonrisa viciosa.

—Mi padre ha muerto, Lord Black —informo en tono rígido— he asumido ahora su posición como Gerente de las Cuentas Black. Bonebane a su servicio.

Lo que siguió fue una petición de auditoria de contabilidad, un par de peticiones de compra y venta de lo que parecían ser negocios o algo así, y muchos otros trámites de rutina. Finalmente, la conversación se tornó interesante.

—Respecto a mi heredero actual —dijo Arcturus con tono contundente y agrio— ¿Esta inhabilitado para heredar, no?

Bonebane procedió a revisar una serie de documentos, y luego negó con la cabeza.

—Su heredero, Sirius Orión Black, hijo de Orión y Walburga Black, continúa siendo viable para heredar —informo con una sonrisa.

—Pero lo mandaron a Azkaban, si fue condenado no debería ser capaz de heredar, habría sido expulsado de la familia de forma instantánea —bramo Arcturus.

El duende se encogió de hombros y sonrió mostrando los dientes afilados.

 —Sigue siendo su heredero, Lord Black, o no fue condenado formalmente, o nunca fue juzgado —sugirió el duende.

Algo que Arcturus recibió con un respingo aireado.

—No me importa. Ese mocoso decepcionante, un padrino que abandona a su ahijado. No es un Black en mi libro, y no recibirá nada de mi o de mi familia —bramo el anciano mago furioso— Bien, incluso así, no cambia mis planes —anuncio Arcturus mirando a Harry ahora— el niño a mi lado es el nieto de mi hermana menor, Dorea Euphemia Black esposa de Potter. Quiero que el niño, Harry James Potter sea mi heredero a partir de hoy. Ni Sirius, ni Andrómeda, ni Narcissa y su mocoso Malfoy heredaran a la familia. Decepciones todos.

Harry solo pudo mirar con los ojos abiertos como platos al escuchar aquello. Hasta donde entendía de las lecciones con su tío abuelo, los Potter ya eran una familia con gran poder, incluso tenían cinco votos en el Wizengamot. Así que heredar la Casa Black significaba que tendría aun mas poder político, y tendría otros seis votos. Eso es un total de once, y el Wizengamot tenia un total de 152, tendría una quinceava parte de los votos totales. Era algo loco, y bastante aterrador para los tres bloques políticos actuales.

Harry se desconecto de lo que sucedía a su alrededor, pensando profundamente en lo que implicaba ser heredero de dos Casas Antiquísimas. Lo peor es que una era una casa Noble, y la otra una casa Fundadora.

Si lo que había leído era correcto, lo inundarían con propuestas de compromiso… Y Harry no quería escuchar nada de matrimonio, ¡Tenia solo siete años!

Harry no noto cuando se levanto para seguir a su tío abuelo fuera de Gringotts, y solo salió de su oleada de pensamientos nerviosos cuando lo golpeo el bullicio del Callejón Diagon.