Mo Qiang miró fijamente a la mujer que estaba sentada en un trono hecho de huesos, plumas y piedra. Luego levantó la cabeza para mirar a Feng Jue que estaba mirando en todas direcciones excepto a ella. Mo Qiang estaba enfadada. No, estaba furiosa, ¡por estos ciento veinte híbridos, incluso había vendido sus bragas y viajado tres días a este abandonado lugar que no tenía ninguna otra forma de vida aparte de esos arbustos espinosos del exterior!
—¿Ahora la líder de la tribu le decía que había cambiado de opinión otra vez? ¿Cómo se podía permitir esto?
Mo Qiang se quedó sin palabras, su rostro tenía una mirada de incredulidad. Sus hombros se desplomaron hacia delante y la correa de su bolsa se cayó de su hombro. No había comido bien desde el día que salió de casa y con la constante tormenta de arena en esta dimensión, el cabello de Mo Qiang estaba cubierto de arena; si ahora ella sacudiera su cabeza, probablemente podría hacer una duna propia.
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