—Si sigues llorando así, alguien pensaría que ya se murió —comentó Shao Hui mientras entraba en la sala.
No podía entender por qué Yin Fu estaba sollozando como si estuviera en el funeral de su madre, aunque estaba seguro de que si Yin Fu realmente asistiera al funeral de su madre, preferiría disparar balas y lanzar fuegos artificiales en vez de llorar.
—Deja de maldecirla, pei, pei —Escupió Yin Fu dos veces para alejar el mal y luego se volvió para lanzarle una mirada furiosa a Shao Hui con sus ojos color turquesa y preguntó—. ¿Esto es lo que quería preguntarte, por qué no estás preocupado en lo absoluto? Ella es nuestra esposa, ¿no? Entonces, ¿cómo puedes ser tan frío con ella?
—No estoy siendo frío —Shao Hui no mostró su reticencia a aceptar a Mo Qiang en su rostro, aunque la mujer había hecho mucho por él también lo había herido—. Simplemente estoy actuando con normalidad. Ella está bien ahora, ¿entonces hay alguna necesidad de que derrames lágrimas así?
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