—No sé. —murmuró el anciano demacrado, repitiendo las palabras del Viejo Maestro Liu—. Una pizca de autodesprecio apareció en las comisuras de su boca.
—Sí, él no sabía. ¿Cómo podría saberlo?
—¿En este mundo, quién lo sabría?
—¿Sabes cuál es su apellido? —preguntó el Viejo Maestro Liu, quien pareció recordar algo y una traza de ansiedad apareció en sus ojos mientras miraba al anciano demacrado—. Hace sesenta años, ¿él lo dijo? ¿Alguien sabe?
—No sé, no lo dijo. —respondió el anciano demacrado
El anciano demacrado hizo una pausa por un momento, luego pareció reflexionar seriamente sobre algo. Después de un rato, negó con la cabeza.
—Nadie debería saberlo.
—¿Crees que su apellido podría ser Xiao? —preguntó el Viejo Maestro Liu con desconsuelo.
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