Kris entró en pánico en su corazón pero aún mantenía una cara de póker.
Como si no fuera él quien desobedeció su instrucción.
La boca de Yu Holea se torció.
—¿Piensa que puede hacerse el tonto y salirse con la suya? —Qué... ingenuo.
Yu Holea sacó su teléfono y buscó algo en él.
Cuando obtuvo el resultado, una pista de hesitación apareció en su rostro y miró a Kris con duda.
Pero cuando miró el teléfono de nuevo y leyó algo, su hesitación disminuyó.
Dejando su teléfono a un lado y suprimiendo la vergüenza en su corazón, Yu Holea miró a Kris con una expresión severa y dijo:
—Serás castigado.
El rostro de Kris se puso pálido y él agarró la mano de Yu Holea.
Sin embargo, no evitó que Yu Holea lo castigara ya que sabía que había cometido un error.
Yu Holea respiró hondo y dijo:
—Pero primero dime, ¿cuál fue tu error?
Kris dijo con cara pálida:
—No debería... no debería haber hecho una rabieta.
Yu Holea, que aún dudaba un poco, de repente se volvió decidida.
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