Me preparo mientras el grosero doctor dirige su atención completamente hacia mí. Sus ojos son fríos, valorativos, y siento que me desnuda con su mirada clínica.
—Ava Grey —dice, sin siquiera pretender mirar mi expediente. Su tono es frío. Es un hombre gélido, hecho de hielo, y quiero tomar un pico para partirlo en pequeños pedacitos de hielo que luego lancé al inodoro.
Enderezo mi espalda lo mejor que puedo a pesar del dolor, levantando mi barbilla tanto como las vendas y el dolor me lo permiten. Me niego a ser menospreciada por algún imbécil con complejo de superioridad.
¡Ya tuve suficiente de eso en mi propia manada!
Su labio se curva en una ligera mueca de desdén. —Vamos a dejar una cosa clara: estás recibiendo mucho más cuidado y atención de la que mereces, pero estás estable y pronto estarás en camino hacia la recuperación. Puedes agradecérmelo más tarde —afirma.
Le lanzo a Vanessa una mirada de incredulidad, y ella pone los ojos en blanco y sacude la cabeza.
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