—A decir verdad, es un herrero... —dijo Macklin mientras se encogía de hombros.
—Ese joven... —murmuró Andoine mientras se rascaba la cabeza, aturdido. ¿Cómo podría un humano ser tan extraordinario? Siendo un genio tan notable en la forja, Lin Li era realmente un individuo raro, como un dinosaurio. Además, Andoine recordó claramente que su hombre tenía un conocimiento farmacéutico extremadamente profundo. El viejo no podía comprender cómo ese monstruo era capaz de escalar tan alto.
Después de probar todas las formas posibles de persuasión, Macklin finalmente convenció a Andoine de que perdonara a Aeron por el momento.
—Dejaré pasar este asunto. Pero, Macklin, no me culpes por matar a este tipo si Felic resulta herido en Alanna. Mi decisión será definitiva, aunque Aldwin venga a suplicarme. ¿Entiendes?
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