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DIOSES DEL MUNDO DEL RÍO (20)

Burton, Frigate y Benh estaban hablando acerca de los estándares a establecer para resucitar a la gente en la torre.

No hay que aceptar actores, ni de teatro, ni de cine, ni de televisión dijo Frigate. Son egoístas engreídos, interesados, oportunistas, y poco de fiar. Puede que sean compañeros divertidos por un tiempo, pero sólo piensan en sí mismos.

¿Todos? dijo Burton.

Todos dijo Behn. Yo lo sé. Escribí otras de teatro; tuve mucho contado con ellos.

Puede que haya algunas excepciones dijo Frigate. No obstante, no hay excepciones entre los productores, y son aún más despiadados y de sangre más fría que los actores. No hay que resucitar a ningún productor, especialmente si es de Hollywood. No son enteramente humanos.

Entonces yo los clasificaría con los políticos dijo Burton.

Oh, sí. Ni políticos ni hombres de estado. Todos ellos son mentirosos y oportunistas.

¿Todos? dijo Behn.

Tú deberías saberlo dijo Burton.

No los conocí muy a fondo, de modo que realmente no puedo juzgarlos con honestidad.

Acepta mi palabra al respecto dijo Burton. Nada de políticos aquí. ¿Qué hay acerca de sacerdotes?

Clérigos, sacerdotes, ministros, rabinos, mullahs, doctores brujos... todos son hermanos bajo su uniforme. Pero... no, no todos son iguales. Hay algunos auténticos seres humanos entre ellos, de tanto en tanto, aquí y allá dijo Frigate. Pero tienes que sospechar de cualquiera que piense lo suficientemente bien de sí mismo como para convertirse en un líder espiritual. ¿Cuál es su auténtico motivo?

Los papas quedan descartados dijo Burton. Son políticos, mentirosos, maniobran con la gente a sangre fría, pervierten el cristianismo en bien de la iglesia. Nada de papas.

Ni jefes rabinos ni jefes mullahs ni arzobispos de Canlerbury y los de su clase dijo

Frigate. Lo que se aplica a los papas puede aplicarse también a ellos.

¿Madres superioras?

¡Fuera! dijo Burton, señalando con un dedo hacia el techo.

Seguro que habrá excepciones.

No las suficientes como para que valga la pena perder el tiempo en ellas dijo

Burton.

¿Qué hay acerca de los vendedores de coches usados? ¿Los vendedores de coches usados también? dijo Frigate. Burton y Behn le miraron, inexpresivos.

Un fenómeno del siglo XX dijo Frigate. Olvidadlo. Los vigilaré, y os avisaré si es necesario. Dudo que tenga que hacerlo.

¿Doctores?

No puede aplicarse ninguna regla universal con ellos. Pero la mayoría son almas perdidas aquí, donde se les necesita muy poco y no tienen ninguna autoridad. Habrá que ir con cuidado.

¿Abogados?

Algunos de ellos son la gente mejor del mundo; algunos, la peor. Habrá que ir con cuidado. Oh, incidentalmente: he localizado a Buda dijo Frigate, Siddharta, el Buda histórico.

¿Qué tiene eso que ver con los abogados? dijo Burton.

Nada. Pero Buda... ah... se halla incluido en las grabaciones, están llenas de films de él, si quieres ver al Buda viviente, Gautama, simplemente pídeselo a la Computadora. Viviente en la Tierra, por supuesto. Nunca fue resucitado en el Mundo del Río. Cuando murió en la Tierra, Siguió Adelante.

¡Ah! dijo Burton, como si de pronto comprendiera muchas cosas que hasta entonces le habían permanecido ocultas.

¿Ah?

Sí. Localicé el archivo del Jesucristo histórico hace algunos días dijo Burton.

¡Yo también! dijo Frigate.

Entonces ya sabes que fue resucitado en el Río, murió varias veces, la última hace veinte años. Y él también ha Seguido Adelante ahora. Pero, aparentemente, Buda estaba más éticamente avanzado que Jesús.

Buda tuvo una vida mucho más larga en la Tierra que Jesús dijo Frigate.

No estoy atacando a nadie, simplemente estoy señalando un hecho.

Localicé a San Francisco de Asís dijo Frigate. Resucitó en el Mundo del Río, pero cuando murió, hace diez años, Siguió Adelante.

¿Cuántos papas y cardenales, cuántos grandes hombres de las iglesias de cualquier fe, han Seguido Adelante? preguntó Aphra Behn.

Ninguno dijo Frigate. Ninguno, por lo que he podido determinar, quiero decir. No los he localizado a todos. Mejor dicho, la Computadora no lo ha hecho. La puse a rastrearlos. Ha localizado a todos los papas menos a doce...

¿Incluido el primero, San Pedro? dijo Burton. El no fue el primer papa, fue el primer obispo de Roma. Es decir, técnicamente hablando.

Oh, entonces ¿estuvo realmente en Roma?

Sí, fue ejecutado allí por los romanos. Pero... sigue aún en el Río. Ha muerto tres veces, y aún no ha Seguido Adelante.

De modo dijo Burton que podemos resucitarlo y saber la verdad acerca de Jesús y el cristianismo. Es decir, la verdad tal como él la conoce, lo cual puede que no sea tampoco la verdad objetiva.

Las grabaciones de Jesús están todavía en la Computadora dijo Frigate. Su wathan ha desaparecido, pero su vida está aún ahí para ser exhibida.

¿San Pablo?

¡Ah, San Pablo! exclamó Frigate, sonriendo. Primero fue un fanático hebraísta ortodoxo, luego un fanático cristiano, probablemente hizo más por pervertir el camino de las enseñanzas del fundador que cualquier otro, y ahora es un fanático miembro de la Iglesia de la Segunda Oportunidad. Mejor dicho, fue, debería decir. La Iglesia desea entusiastas pero no fanáticos, de modo que recientemente lo echó. Ahora está interesado en las enseñanzas de los dowistas.

¿Los dowistas?

Te hablaré de ellos en alguna otra ocasión. Pablo está vivo en el Río. Lo localicé y lo estuve examinando durante un tiempo. Es un tipo bajito y feo, pero un poderoso orador. Ya no es célibe; decidió que está ardiendo y que desea una mujer que apague su llama.

Frigate les mostró a tres hombres que había localizado a causa de su innegable maldad y su prominencia en su tiempo. Burton había oído hablar de ellos en el Valle pero había sabido poco de ellos hasta ahora. Adolf Hitler había nacido el año antes de la muerte de Burton, Iósiv Dzhugashvili, más conocido como Stalin, había nacido once años antes de la muerte de Burton, y Mao Tse-tung había nacido tres años después de 1890.

Ahora se hallan apresados en los archivos dijo Frigate. No he tenido mucho tiempo para examinar sus vidas post-Tierra, pero he visto lo suficiente como para estar seguro de que no han cambiado a mejor. Sus naturalezas siguen siendo esencialmente como la de Iván el Terrible. Al cual, incidentalmente, también he localizado.

¿Crees que no hay esperanza para ellos, que nunca van a cambiar a mejor?

preguntó Nur.

Sí. Al menos, eso es lo que parece. Fueron y siguen siendo malvados, sádicos y asesinos a sangre fría, carniceros de masas, sin ningún amor. Psicópatas.

Pero Loga dijo que no había auténticos psicópatas en el Mundo del Río. Dijo que los auténticos psicópatas lo eran debido a desequilibrios químicos en sus cuerpos. Esos desequilibrios, esas deficiencias, fueron eliminadas cuando los cuerpos fueron resucitados.

Frigate se alzó de hombros y dijo:

Sí, lo sé. De modo que... ¿cuál es su excusa? No tienen ninguna; han elegido sus actitudes a través de su propio libre albedrío. Ellos y sólo ellos son responsables.

Es posible dijo Nur, pero no es asunto tuyo el destruirles, el acortar su tiempo disponible. ¿Quién sabe? Pueden, en el último momento, efectuar un radical cambio de carácter. Ver la luz podríamos decir. Recuerda a Goering.

Goering empezó a sufrir remordimientos y culpabilidad hace muchos años. Esas... criaturas... Stalin, Hitler, Mao, Iván el Terrible... siguen aún dispuestos... ansiosos, de hecho... a matar a cualquiera que se les interponga en su camino. Lo cual, incidentalmente, es un firme avance hacia el poder, el supremo poder, el poder de dominar y controlar a los otros y aplastar a todos aquellos que se les oponen. O que creen que se les oponen. Todos son auténticos paranoicos, y tú lo sabes. Aunque su ambición es modelar la realidad, y a menudo lo hacen, no están conectados con la realidad. Quiero decir que no perciben realmente las cosas tal como son. Son arrastrados por su anhelo de modelar la realidad hacia lo que creen que es o debería ser.

La mayoría de la gente se ve arrastrada por el mismo deseo.

Hay grandes maldades y pequeñas maldades.

Grandes hacedores de maldades y pequeños hacedores de maldades, querrás decir. No existe la maldad como término abstracto. La maldad consiste siempre en actos concretos y actores concretos.

Burton, que había estado escuchando, empezó a impacientarse.

La auténtica filosofía no está en la charla, que la mayor parte de filósofos creen que es la filosofía, sino en la acción.

Pete, estás hablando mucho acerca de lo que te gustaría hacer. ¿Por qué? ¿Porque tienes miedo de actuar, y tu miedo procede de tu sensación de no autojustificarte?

No dejo de pensar, Juzga para que no seas juzgado.

¿Has pensado por un momento en que no vas a ser juzgado aunque te refrenes de juzgar a los demás? dijo Burton burlonamente. Además, es imposible para nadie no juzgar a los demás. Incluso los santos no pueden evitar el juzgar, por mucho que intenten no hacerlo. Es automático, y se produce tanto en la mente consciente como en la inconsciente. De modo que yo digo; ¡juzga a derecha e izquierda, adelante y atrás, arriba y abajo, dentro y fuera!

Nur se echó a reír y dijo:

Pero no dictes sentencia.

¿Por qué no? dijo Burton, sonriendo amistosamente. ¿Por qué no?

He localizado a un auténtico juez, quiero decir un juez en su sentido legal dijo Frigate. Un hombre que se sentó en los tribunales de mi ciudad natal, Peoria, durante la época de la Prohibición. Recuerdo haber leído sobre él cuando era un muchacho; recuerdo también lo que mi padre y sus amigos decían de él. Formaba parte del muy corrupto sistema municipal por aquel entonces, envió a muchos contrabandistas de licores a prisión, y confinó a aquellos que eran descubiertos con alcohol en sus casas o en tabernas clandestinas. Sin embargo, tenía un sótano lleno de whisky y ginebra que compraba a los contrabandistas. A algunos de los cuales, incidentalmente, dejaba libres porque eran sus proveedores directos.

Has estado muy atareado dijo Nur.

No puedo resistirlo dijo Frigate.

Burton comprendía la fascinación de Frigate, o al menos creía comprenderla. La gente malvada poseía un cierto magnetismo que atraía a todo el mundo, buenos o malos o indecisos entre ambos extremos, hacia ella. Primero atracción, luego repulsión. De hecho, paradójicamente, era la repulsión la que causaba la atracción.

Lo más curioso dijo Frigate de pronto, como si hubiera estado pensando en ello durante mucho tiempo pero hasta entonces no hubiera caído en el asunto, lo más curioso es que ninguno de ellos, Hitler, Stalin, Mao, el Zar Iván, el juez de Peoria, y el violador de la niña de la que os hablé, ninguno de ellos se cree malvado.

Goering sí lo creía, y ese fue su primer paso fuera de su maldad dijo Nur. Esos hombres... Hitler, Stalin y los demás... ¿qué pretendes hacer con ellos?

Los he puesto en cuarentena dijo Frigate.

¿Todavía no has llegado a una conclusión acerca de lo que hacer con ellos?

No. Pero si la Computadora empieza a soltar a los dieciocho mil millones de personas de vuelta al Valle, no lo hará con esos hombres. ¡Comprendedlo! ¡He visto lo que hicieron! ¡Lo he visto a través de sus propios ojos, lo he visto a través de los ojos de la gente a quien se lo hicieron!

Los ojos de Frigate estaban muy abiertos, como enloquecidos, y su rostro muy rojo.

¡No deseo que puedan seguir haciendo esas cosas! ¿Por qué deberían escapar a la justicia ahora? ¡Lo hicieron en la Tierra pero las cosas son distintas aquí! Esta es en cierto modo la razón por la cual los he encerrado en los archivos y por la cual me siento en posición de juzgar. ¡Y condenar y ejecutar si es necesario!

No es ninguna intervención ni intención divina lo que ha causado el atasco dijo

Nur. Fue un accidente.

¿De veras? dijo Frigate.

Nur sonrió y se alzó de hombros.

Quizá no. Razón de más para que actuemos discreta, razonable y cautelosamente.

¿Por qué deberíamos hacerlo? rugió Burton. ¿A quién le importa?

Ah dijo el moro, alzando su dedo índice y contemplando su punta como si contuviera la respuesta. ¿Quién sabe? ¿No has tenido acaso la sensación, de tanto en tanto, de que aún seguimos siendo observados? No quiero decir por la Computadora, sino por alguien más que está utilizando la Computadora.

¿Y cómo podría ser eso?

No lo sé. ¿Pero no habéis tenido esa sensación?

No.

Yo sí dijo Frigate. Pero eso no significa nada. Siempre he tenido la sensación... durante toda mi vida... de que alguien estaba observándome.

¿Quién es entonces el que observa al observador? ¿Quién juzga al juez?

Vosotros los sufíes... dijo Burton, disgustado.

Lo importante dijo Frigate es que esos hombres, Hitler, Stalin, Mao, Iván el Terrible, etcétera, poseyeron un inmenso poder durante su vida en la Tierra. Fueron figuras históricas excesivamente importantes. Y ahora...

Y ahora tú, el insignificante, los tienes a todos en tu poder dijo Nur.

Desearía haberlos podido tener en mi poder cuando apenas estaban iniciando sus criminales carreras dijo Frigate.

¿Entonces hubieras pulsado el botón de Destrucción?

¡Jesús! ¡No lo sé! ¡Debería! Pero...

¿Y si alguien pulsara el botón de destruirte a ti? dijo Nur.

Mis pecados nunca fueron tan grandes dijo Frigate.

Su tamaño depende de la actitud del que pulsa el botón dijo Nur. O de las mentes de aquellos perjudicados por tus pecados.

Burton se marchó entonces, aunque se detuvo un momento para decirle adiós a Li Po y su mujer, Puñado de Estrellas, y sus camaradas. Li Po había localizado y resucitado a siete de los poetas y pintores que habían sido grandes amigos suyos.

Mientras Burton se volvía hacia la puerta, Puñado de Estrellas le dijo en voz baja:

Tenemos que vernos de nuevo. Pronto.

Por supuesto dijo Burton. Nos veremos.

Quiero decir a solas murmuró ella, y se alejó antes de que los demás se dieran cuenta de que le había dicho algo.

Burton no creyó que ella simplemente deseara hablar con él. En otras circunstancias, se hubiera sentido complacido. Pero Li Po era un amigo y era muy celoso, pese a que no tenía derecho a sentirse posesivo. No sería honorable verse con ella a solas.

Pero ella era una agente libre, se dijo a sí mismo. Li Po le había devuelto la vida, pero ella no le pertenecía. No a menos que ella misma pensara que sí le pertenecía. Si ella desea verme y lo hace abiertamente, con Li sabiéndolo todo, bien, entonces...

El muy egoísta chino podía encontrar difícil de creer que ella prefiriera a otro hombre. Podía producirse una escena, con muchos gritos y discusiones ampulosas, y quizá Li Po lo desafiara a un duelo. Ese desafío, y su aceptación, serían dos cosas estúpidas. Li Po había nacido el año 701 D.C. y él había nacido el 1821 D.C., pero ninguno de los dos estaba ligado ya a los códigos de honor de aquellas épocas y, de hecho, nunca habían sido enteramente criaturas de su tiempo. Luchar por una mujer era ridículo. Li Po se daría cuenta de ello. Seguro.

Pero Li Po ya no sería más su amigo. Y Burton valoraba su amistad.

Por otra parte, Puñado de Estrellas no era un robot, y Li Po debería haber sabido cuando la resucitó que no iba a poder controlarla. Ya no era una esclava.

El agitar de sus caderas era como el tañir de una campana de carne. ¡Ding, dong!

¡Ding, dong! Suspiró e intentó pensar en algo más allá de su rígida y dolorida carne. Era inútil. Había sido demasiado tiempo.

Pero, si llegaba a conocerla bien, no en sentido bíblico, ¿le gustaría ella? Probablemente no valía los problemas que iba a causar, y estaba seguro de que iba a causarlos.

Ser un hombre viejo en un cuerpo joven crea conflictos, pensó. Mis hormonas nadan a contracorriente con respecto a mi larga experiencia. Es cierto que un pene rígido no posee consciencia. También es cierto que no posee tampoco cerebro.

Sin embargo, Puñado de Estrellas no era la única mujer en el mundo. Tenía disponibles, al menos teóricamente, a nueve mil millones y medio de ellas. Desgraciadamente; en ese momento, Puñado de Estrellas era la mujer a la que deseaba. No estaba «enamorado» de ella, no creía que volviera a «enamorarse» nunca, nadie con

136 años y su inteligencia se dejaría arrastrar por un amor romántico. No debería, al menos.

De los más de ocho mil millones y medio de hombres encerrados en los archivos, quizá un sesenta por ciento eran tan viejos como él. De ellos, podía decirse de un sesenta por ciento que eran lo suficientemente inteligentes como para amarrarse a un amor romántico. No tenía mucha compañía.

Por el momento, su única compañía era la pantalla de sus recuerdos en la pared a un lado de su silla volante. La Computadora se había trasladado a la edad de treinta y nueve años y seleccionado una escena realmente dolorosa. Estaba en Londres por aquel entonces, preparándose para el viaje secreto a la Meca. Puesto que habría varias ocasiones en las cuales su pene quedaría expuesto delante de sus compañeros musulmanes de viaje, había tenido que hacerse circuncidar. De otro modo, una mirada a su prepucio les revelaría que era un perro infiel, y sería muerto, con toda probabilidad literalmente despedazado, allí mismo. Aunque los hombres musulmanes normalmente se acuclillaban para orinar, y normalmente también sus ropas cubrían sus penes, había ocasiones en las cuales no podría evitar que lo vieran. Así, se había hecho circuncidar, y su única anestesia había sido media botella de whisky.

Burton detuvo su sillón. La escena se detuvo con él. Burton, sin saber por qué estaba haciendo aquello, le dijo a la Computadora que proyectara el campo neuroemotivo.

Inmediatamente, sintió un dolor atroz mientras el cuchillo del doctor rebanaba la piel de su prepucio.

Encajó sus dientes para impedirse gritar, como los había encajado sobre su cigarro durante la operación real.

Al mismo tiempo, se sintió mareado y fláccido. El campo lo estaba rodeando con sus sensaciones como lo había hecho en aquella ocasión, en la que había acabado borracho. No lo bastante borracho como hubiera debido.

¡Ya basta! gritó. Retira el campo NE.

Inmediatamente, el dolor desapareció. ¿Realmente? ¿No quedaba acaso el fantasma o la sombra de una lenta partida?

Burton no era masoquista. Se había infligido dolor tan sólo a fin de que su deseo hacia Puñado de Estrellas, hacia cualquier mujer, se alejara. Funcionó. Pero no durante mucho tiempo.