Antes de que Xiaye pudiera reaccionar, el hombre continuó explicando: —El primero para nosotros es el más imposible. En cuanto a la segunda, tu marido puede ver a través de esos pensamientos tuyos. En cuanto a la tercera... eso ni siquiera es un problema. ¿Hubo algún momento en el que no te desmayaras por estar demasiado satisfecha?
—¡Suficiente, deja de hablar! ¡Bastardo! ¡Tú eres el que está satisfecho! ¡Yo no!
Antes de que pudiera terminar, Xiaye ya se había puesto roja. Sin embargo, continuó usando un tono calmado y serio. Habló tan casualmente, y muchas imágenes pasaron a través de su mente, haciéndola sentir avergonzada, no obstante, éste tipo no se veía afectado en absoluto.
—Señora, me doy cuenta de que has aprendido a mentirme.
—Yo no…
—¡Lo hayas hecho o no, lo sabremos cuando lo intentemos!
—¡Argh! ¿Qué estás tratando de hacer?
—Probando si me has mentido.
—¡Me engañaste otra vez, tiburón!
...
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