En la gran pantalla, en el instante en que su propia cara apareció claramente ante todos, el corazón de Han Zixuan, que estaba suspendido en el aire, se estrelló con fuerza. Su figura vaciló y su expresión de alarma se volvió repentinamente en blanco. Aparte de los jadeos bruscos del hombre y los lamentos indulgentes de la mujer, su conversación también era insoportable. Sorprendió a todos.
—Ah... Más rápido... Más rápido... No te detengas... Presidente Ejecutivo Yi, eres increíble...
—¡Puta! ¿Por qué eres tan zorra? ¿Mmm?
—Entonces, ¿te gusto así?
—¡Por supuesto que sí!
—Entonces, ¿te gusto más, o te gusta más tu esposa?
—¿Cómo puede esa mujer gorda compararse contigo? ¡No menciones a esa mujer asquerosa ahora mismo!
[…]
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