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—Ya la estoy utilizando a mi manera y me está yendo bien. No tienes que preocuparte por nada de mí, Ming Rusheng —dijo Lu Feng.
—¿Cómo no voy a hacerlo si realmente quiero ser tu amigo, Lu Feng? Quiero que consigas todo lo que te mereces. Piénsalo bien y ven a mí en cualquier momento —Ming Rusheng no estaba dispuesto a rendirse.
—Si realmente necesito algo, no tengo que venir a ti para conseguirlo. Puedo obtener lo que quiera por mi cuenta.
Sonriendo, Ming Rusheng estuvo de acuerdo.
—Claro que puedes. Nunca lo dudo, pero solo quiero estar a tu lado como tu amigo porque siempre pienso que es injusto que solo un hombre consiga todo en la vida mientras que los demás solo pueden mirarlo arrebatando todo, poder, posición, dinero, respeto —haciendo una pausa por un momento, Ming Rusheng habló de nuevo—. Sin olvidar a la mujer.
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