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El Hijo de Dios

¿Qué pasa cuando uno muere? Es una pregunta qué ha estado en mente de todos desde el inicio de los tiempos, pero la verdadera pregunta es: si lo supieras ¿Guardarías el secreto? ¿Lealtad y honor? ¿Amor a la patria? Hay muchas razones para pelear en una guerra, pero son pocas las verdaderas para entregar la vida. Esta es la historia del joven Gustavo Montes, un soldado del ejército Mexicano, que por querer tener una vida digna, para él y su familia, murió asesinado en batalla. Pero por fortuna o desgracia, viajó a otro mundo, uno lleno de criaturas misteriosas, magia y aventura. ¿Qué le deparará el destino?

JFL · Fantasie
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7 estrellas

  --Alto. --Dijo Xinia, levantando su mano derecha.

Frente a ella, se encontraba un extraño recinto, de cual no se podía ver el final por la extrema oscuridad. Ley desenvainó y se colocó en guardia, mientras que Spyan conjuró un par de esferas de luz, que flotaron a su alrededor, iluminando tenuemente la zona. Xinia comenzó a silbar con un ritmo tranquilo, mientras golpeaba su escudo al son de la tonada.

  --¿Espíritus malignos? --Ley fue tomada por sorpresa, por lo que rápidamente observó a su compañera, pero al notar que se encontraba en trance, optó por no interrumpir. Sin dudarlo, sacó de su bolsa de cuero un pequeño hueso humano y se lo colocó en el cuello como un collar.

  --¡Purifica la zona, curandero! --Dijo Erza de inmediato, su mirada se notaba lúgubre, como si algo estuviera atormentando su mente.

Gustavo se colocó en guardia inmediatamente, sintió la energía maligna emerger de las paredes, como si algo siniestro los estuviera observando, sin embargo, su cuerpo estaba sumamente debilitado, por lo que no podía apresurarse o hacer un movimiento arriesgado, o se estaría condenando a tener una muerte sin sentido.

  --¡No digas tonterías Erza! ¡Si purifica la zona ahora mismo, dañará a Xinia! --Gritó Ley, escupiendo al suelo con furia.

Erza frunció el ceño, pero no sé atrevió a responder. Levantó su mano derecha y conjuró una fuerte opresión energética. De las paredes, comenzaron a sobresalir largas vides con espinas, pero tan pronto como lo hicieron, la oscuridad se apoderó de ellas, provocando que se marchitaran en el acto.

  --¿Qué ha pasado? --La maga no lo podía creer, por lo que rápidamente elevó la potencia de su hechizo sin canto, pero las vides solo duraron un par de segundos antes de tener el mismo destino que sus antecesoras.

  --Detrás de mi, joven amigo. --Dijo Spyan con una mirada seria.

Gustavo asintió con una actitud renuente, odiaba ser un inútil en una situación de riesgo, pero era consciente de que si actuaba, sería una carga, más que una ayuda.

  --¿Has visto que es lo que nos está emboscando, Carsuy? --Preguntó el curandero. El arquero lo miró y, negó con la cabeza. Aunque sus ojos eran los mejores del grupo, parecía que una niebla negra, más densa que la propia oscuridad, impedía que su visión traspasara. Al observar la respuesta de su compañero, la mirada de Spyan se volvió más seria.

  --¡Deja el maldito ritual Xinia! --Gritó Erza. La desesperación se comenzaba a vislumbrar en su rostro, algo muy extraño para una situación donde la pelea todavía no había tenido comienzo.

  --¡Cierra tu maldita boca, Erza! --Apuntó con su dedo índice a la maga, mientras la vena de su frente sobresalía-- ¡Xinia te ha salvado más de una vez, así que muestra un poco de respeto!

Erza tocó por instinto su bolsa de cuero, pero al sentirla, su confianza volvió, mirando de vuelta a Ley, quién la observaba como una bestia furiosa. La guerrera apretó de vuelta la empuñadura de su espada con ambas manos, deseosa de rebanar a su compañera, pero tan pronto en qué vio que la guerrera del escudo salió del trance, su furia se apaciguó.

  --¡Xinia! --Gritó Ley.

  --No son ellos. --Dijo, abatida y, con un fuerte dolor apretando su pecho.

  --Los encontrarás, yo lo sé. --Dijo Ley, tratando se reconfortarla, la dama del escudo asintió, pero ya no expresó palabra alguna.

Al notar que Xinia salió del trance, Spyan tomó la delantera y, con una pequeña vara de madera, comenzó a conjurar un poderoso hechizo. La tierra vibró ligeramente y, al ser lanzado, iluminó tenuemente el lugar, fue justo en ese momento cuando se notó una sombra alta y unos brillantes ojos rojos, pero fue solo por un pequeño momento, pues la oscuridad volvió a abrazar todo el terreno, aunque la intensidad de la energía maligna había disminuído en una cantidad considerable.

  --¿Qué es esa cosa? --Preguntó Erza, sus piernas temblaron, al igual que sus manos, se sentía temerosa, algo completamente antinatural para una aventurera con su rango.

  --Quien controla estás ruinas, supongo. --Respondió Xinia poco convencida. Colocó su espada arriba de su escudo, observando sus alrededores para no ser objeto de un ataque repentino.

  --Maestro Spyan ¿Puede iluminar la zona? --Preguntó Carsuy.

  --Lo dudo --Respiró con pesadez, había perdido más de un tercio de su energía mágica en el hechizo de purificación, por lo que se sentía algo débil--, la oscuridad está muy bien arraigada en este lugar.

  --Debiles y arrogantes humanos, este será el lugar de su perdición. --Dijo una voz en la lejanía, acompañada de una risa diabólica. El tono fue grave y atroz, aunque los aventureros solo escucharon bramidos irregulares, sin embargo, alguien en ese grupo, si entendió sus palabras.

La energía maligna creció en gran medida, como si se estuviera concentrado en un solo punto.

  --Lo que se encuentra en la oscuridad, se prepara para atacar. --Dijo Gustavo, tratando de advertirles a los aventureros. Spyan asintió, había sentido la extraña presión energética.

  --Mantente lejos de esto y no nos estorbes. --Aconsejó Ley con una mirada afilada y una fuerte energía opresiva exudando de su cuerpo. Carraspeó e hizo ruidos salvajes con la boca, estaba más que preparada para comenzar con la batalla.

  --Tienes buenos ojos humano --Dijo la voz en la lejanía--, creo que hubieras sido un buen desafío si no estuvieras tan cerca de morir. --Rio.

Gustavo tragó saliva, aunque estaba seguro que no se comparaba en poder con el hombre reptil o con el Simio Glaciar, podía afirmar que la brecha no era muy grande.

La oscuridad disminuyó, dejando a la vista una silueta humanoide, de cuatro metros de alto, robusto y, con unos ojos rojos como el fuego del infierno.

  --¡Posición de batalla! ¡Nos enfrentamos a algo desconocido, no quiero que nadie baje la guardia! --Gritó Xinia.

Los aventureros se precipitaron a tomar una formación de protección y ataque, cubriendo sus flancos y espalda.

La silueta volvió a reír y, con su mano derecho dejó escapar toda la energía maligna que había reunido del lugar, la cual se convirtió en cuatro siluetas negras, que se precipitaron a atacar a la vanguardia de los aventureros. Xinia golpeó su escudo tres veces, liberando así una poderosa energía subyugadora de entes malignos y, con la misma se precipitó ante el enemigo, destruyendo a las cuatro siluetas en unos pocos segundos. Xinia se limpió la sangre que resbalaba por sus labios y, con una sonrisa observó a la silueta que los miraba desde lejos, levantando su espada para declararlo su enemigo.

  --No temas amigo mío, aunque no lo parezca, somos aventureros de siete estrellas. --Dijo Spyan con una sonrisa y, con la misma, levantó su vara para ejecutar un nuevo hechizo.