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Capítulo 8 — Después de la batalla en Nlost

El bosque de Nlost se había sumido en una batalla entre los elfos y demonios contra la secta de las estrellas, causando un gran alboroto en el cual, Sofía y Gré se metieron a este alboroto. La batalla había sido intensa, como para lograr que la líder de la secta de las estrellas, Kádora, lograra entrar a la batalla apresuradamente.

—Creo recordar que su objetivo era una niña. —Gré puso su mano en su mentón, pensando y dando vueltas en círculos mientras veía el suelo y sentía múltiples explosiones que se propagaban por el suelo.

De alguna forma u otra, Gré se había separado de su objetivo temporal, un enemigo al cual tenía que quitar del camino para lograr cumplir con el objetivo.

Observó al frente con sus ojos cafés, viendo al bosque frío con hojas verdes azuladas de un tono muy oscuro. A lo lejos se encontraban las explosiones de colores que parecían ser arcoíris superponiéndose en el horizonte. La sangre mezclada con la poca nieve de la ventisca que estaba apareciendo en el bosque daba un aspecto único y aterrador como bello con el contraste de colores rojos y blancos.

—Creo que lo que buscaba era el sello y la niña, pero ¿para qué? —Empezó a hacer ruido con sus pies, dando pequeños golpes a la nieve fría. —Creo recordar que la niña se llamaba Eilí, o al menos eso me informaron hace poco.

El ambiente se tensó de la nada y el silencio comenzó, las explosiones finalizaron y parecía que estaba sucediendo un enfrentamiento silencioso. Sin embargo, no había señal de vida por parte de ninguno de los dos bandos, lo que significaba que, sea lo que fuese, algo malo estaba ocurriendo.

—¿¡Eh!? —Intentó levantar el pie, pero cuando lo hizo, sintió un inmenso dolor y un sonido parecido a cristal rompiéndose invadió los oídos de Gré mientras su corazón se detenía del miedo. Cayó al suelo y sintió su pie con un gran dolor, pero a la vez que sintió el dolor, la ventisca incrementó en su potencia y empezó a sentir la misma sensación en la parte de su cuerpo que estaba tocando el suelo, y sin más espera, se levantó y su cuerpo sangró de pies a cabeza.

Sin duda no era algo normal lo que le estaba sucediendo, puesto que no era el ataque de algún mago experto, ni era una trampa de guerra, y ni siquiera se podría considerar como un ataque o una trampa debido a que este acontecimiento era demasiado extraño.

—¡Ah! ¿¡Ah!?

Observaba las partes de su cuerpo que habían tocado el suelo y observó que estaban llenas de cristales, y de esas partes salían gotas de sangre. Observó su pierna y se dio cuenta que su pie se había congelado y que lo que quedaba de su pierna estaba llena de sangre y hielo. No era como si hubiera sido un ataque para matarlo, porque o sino no hubiera podido regenerar su pie, puesto que se había congelado, y este se estaba volviendo a materializar, pero era tan lento que tardaría un día aproximadamente.

No obstante, mientras su otro pie se congelaba, no había absolutamente nada que se pudiera hacer para lograr salvarse de el destino que parecía ser inminente. Sintió miedo y negó lo que estaba sucediendo e intentó moverse sin romper su cuerpo, mas fue inútil, ya que su pie estaba cristalizado completamente.

—Debemos huir. —dijo Kádora que se acercaba a la distancia, sin importarle que sus pies se rompieran y de hecho, cortando su cabeza para así usar su poder de revivir y avanzar unos cuantos centímetros más hacia Gré para intentar salvarlo.

—Está… —Gré no podía creer lo poderosa y loca que era Kádora, y sintió unas ganas inmensas de llorar al verla porque en unos segundos había imaginado su muerte. Gré admiraba demasiado a Kádora y sus valores.

Había algo que caracterizaba a la secta y eso era el lema que tanto amaba Gré y que había hecho Kádora con sus manos, usando piedras para juntarlas y grabar con magia el lema de la secta en la tierra del abismo. El lema era: "Hacer a los malos buenos, incluso utilizando el mal como método", porque en palabras de Kádora: "Cualquiera que no quiera hacer lo bueno, es libre de hacer lo malo con los malos, mas no con los buenos. Sin embargo, en este mundo de malos donde se busca lo bueno, los malos atacan a los buenos y por eso, los buenos haremos buenos a los malos, sin importar que implique incluso matar."

«En la aparente contradicción, la verdad está completamente oculta, pero anhelo que algún día salga a la luz y se libere el caos anterior a la paz en el mundo.» dijo Gré y sacó de sus bolsillos el libro del deseo, acariciándolo por haberle permitido vivir hasta este momento. «Sé que viviré hasta el día de paz o hasta al menos el gran y fatídico día del desastre.» Gré levantó su mirada observó al cielo mientras Kádora lo abrazaba para llevárselo.

—¡Apresurémonos! ¡No hay que permitir que Sofía se quede atrapada aquí! ¡Podemos venir por los demás después, porque estoy segura que Arroy va a saber remediar este hechizo de defensa de este bosque!

—Hm, que raro, pensé que solo me tomarías del brazo. —dijo Gré sintiendo el cuerpo ligero de la niña y que aún, con su poca fuerza, lo cargaba como si él no pesara absolutamente nada, e incluso si pensaba llevarse a Sofía… —¿No será mucha carga para usted traer a Sofía?

—No me subestimes y no seas tan formal, ya nos conocemos. —Kádora se balanceo por los árboles como si fuera un mono y fue de rama en rama, observando varios metros cúbicos en cuestión de instantes y sin perderse ni un solo detalle, puesto que como Kádora había sido perseguida por mucho tiempo, ella aprendió estas técnicas de escape.

Gré había perdido mucha sangre, pero la cristalización y la regeneración le habían ayudado dentro de la medida de lo posible y habían servido para evitar que este muriera desangrado. De hecho, el tendón de Aquiles de ambos pies de Gré se empezaban a formar de manera lenta. Gré sabía que para la mañana del día siguiente, su cuerpo iba a estar como nuevo, pero que iba a ser una pesadilla conciliar el sueño.

Kádora no le importaba esto y de un momento a otro, logró encontrar a Sofía que estaba corriendo para evitar quedar congelada, y lo hacia con solo un pie, evitando no caerse y sosteniéndose con los árboles del bosque.

—¡Sofíaaaa! —gritó Kádora, mandando la señal a Sofía para que girara y fuera directo a ellos.

Así fue, Sofía se giró y comenzó a correr en la dirección de la cual venían Gré y Sofía, alegre porque había pensado que moriría antes de salir de este lugar o que quedaría cristalizada sin ninguna esperanza.

Kádora y Gré bajaron, y Gré tomó a Sofía por su capa, levantándola sin romperle la capa y haciendo su máximo esfuerzo posible para salvar a Sofía. Sin embargo, Kádora viendo como a Gré se le dificultaba esa tarea, que para ella era muy fácil, le ayudó a Gré y levantó rápidamente a Sofía, poniéndola en su espalda y diciendo con mucha valentía:

—Lograremos salir de aquí. —Kádora sonrió y se elevó por los aires para evitar seguir en esa tierra de congelación en medio de la gran ventisca.

Vieron hacia abajo y ahí estaban los soldados elfos y demonios que habían protegido la ciudad del ataque de la secta de las estrellas, y también estaban los miembros de la secta de las estrellas que intentaron conseguir el objetivo deseado, pero terminaron congelados.

Gré preguntó a Kádora con algo de temor:

—Logró co…

—No pude hacerlo ni pude evitar la activación del mecanismo de defensa. —Kádora agachó la cabeza algo triste y se sintió culpable de no haber cumplido con uno de los objetivos de la secta de las estrellas, pero sabía que algún día cumpliría ese objetivo.

—Volveremos. —Gré afirmó con una sonrisa mientras Kádora giraba hacia el norte, en donde se encontraba el abismo.

Supieron todos que iban a cruzar por las ciudades y por los pueblos, que pasarían por una gran parte de la tierra del reino de Aria solo para llegar al abismo. Sin embargo, tenían que cuidarse en todo el viaje para evitar muertes innecesarias.

—¡Qué terrible error cometí al no matarla! —Kádora se empezó a atacar a sí misma mientras fruncía el ceño furiosa consigo misma y a punto de estallar de la ira que sentía por su inutilidad; murmuró: —Te odio, Lilta.

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Sobre la arena de aspecto morado, el pequeño niño con un cuerno y cabello que se enarbolaban, se había enterado de la tragedia que había sucedido en la misión del sello de Nlost. Sin embargo, el chico sabía que solo se hubiera logrado si hubiera ido toda la secta, pero hubiera sido imposible cruzar todo el reino con toda la secta sin ser descubiertos y asesinados.

De hecho, incluso si se hubieran llevado solo a Arroy, hubiera sido más que imposible logar ocultarse de la secta de las estrellas y por lo tanto, solo se optó por la decisión de llevar a un grupo reducido de miembros de Gré y Sofía para la misión.

Arroy esperaba con desanimo la llegada de la mujer desconocida y los dos superiores que eran sus alumnos en esta organización. Arroy quería a esas tres personas, ya que aunque los superiores eran muy independientes y la desconocida era muy desconocida, los tres eran personas muy buenas a los ojos de Arroy.

La desconocida era como era, una completa desconocida cuya identidad no la sabía nadie en la secta de las estrellas y por eso Arroy le gustaba, ya que aunque era desconocida y a veces soberbia, también hablaba con mucha confianza y alegría, amando con sus palabras a cada uno de los miembros con los que se encontraba. Después de todo, la desconocida hacía todo eso porque era:

—Yo soy la desconocida de la secta de las estrellas, Kádora, la líder de la secta de las estrellas y me presento ante ti, Arroy Mathi Drakons.

Arroy levantó la visión para ver a la pequeña chica desconocida y se dio cuenta que era una hermosa niña de pelo azul y cuernos rojos de demonio. Una niña de esbelto y poco desarrollado cuerpo que resultaba imposible de creer que hubiera vivido tanto tiempo y sea tan poderosa. No obstante, Arroy siempre pensó que su líder iba a ser una mujer de una apariencia amistosa, y para su sorpresa, se cumplió.

Desde siempre y para siempre, Arroy había sentido un inmenso e incomparable deseo por querer conocer a su líder, la líder de la secta de las estrellas. Sin embargo, nunca logró conseguir ninguna pista para dar con el paradero de su líder, solo sabiéndose que era una chica. No obstante, este fue el día en donde Arroy podía decir por primer vez en su vida que había encontrado algo que muchos quieren encontrar.

«¿Me he enamorado?» Pensó inconscientemente viendo la figura hermosa de la niña descender de los aires con sus alumnos. Aunque por medio de algunas llamadas mágicas habían logrado saber la situación, pensó que la desconocida iba a dejar morir a sus alumnos, mas no fue así y fue mucho más benevolente de lo que creía. «Sí, me enamoré.» respondió a su subconsciente flechado por la imagen de la chica.

Arroy retrocedió y esperó que la chica demonio descendiese para pararse en el suelo y así él ir a recibir a quien pensaba su subconsciente que sería su amada y su novia, la mujer con la cual quería casarse y formar un matrimonio.

Sus ojos se abrieron y brillaron fuertemente, esbozando una sonrisa llena de amor que daba alegría de solo sentirla con la intuición de lo que algunos llamaban "sexto sentido". Abrió ligeramente su boca y dejó notar como su cuerno se iluminaba más de lo que debía iluminarse.

Fue el día en el cual, Arroy Mathi Drakons, el estelar de los drakons y miembro de la familia real de los drakonses, Mathi, se enamoró por primera vez de una persona, de una chica que no volvería a encontrar en mil años, con una belleza que nacía no cada siglo, sino cada centenas de años, ya que sus facciones y todo lo que la hacían ver bella, eran el resultado natural del mestizaje.

Por lo general, en la historia conocida, por más mal que se vean a los mestizos y pecados, ninguno de ellos han sido feos e incluso sobrepasan la media de la belleza natural, diciéndose que el más bello de cada generación es uno que nace de forma única y que hay algunos cuyo rostro y hermosura no se ven ni en trescientos años.

—Mi señorita, Kádora, líder de la secta de las estrellas, nací únicamente para servirle a usted, como si fuera un esclavo, y también nací única y exclusivamente para amarla a usted. —Arroy fue claro y no tartamudeó porque de alguna forma su subconsciente estaba seguro que no pasaría nada malo tras declarársele, como si ya hubiera pasado por una situación similar y todo hubiera ido bien, así era su subconsciente.

Kádora aterrizó en el suelo y miró a la cara al estelar con mucha vergüenza, y le dijo con un tono bastante tosco:

—No es que no me haya gustado esa muestra de afecto, pero es poco profesional y creo que hasta poco ético y moral hacerlo cuando hay heridos y miembros de mi secta congelados en un lugar lejano. —Kádora no pudo negar y dejar a Arroy de esa forma, así que lo negó con su cabeza repetidas veces, rechazando la idea de rechazar al niño de su aparente edad, o un poco menor, pero tampoco supo si darle una respuesta definitiva e incluso afirmativa en ese momento. —Luego hablaremos, pero no es para regañarte, solo será una charla informal y ya.

Gré y Sofía se incomodaron en el momento y decidieron con la mirada ser breves en su agradecimiento con Kádora para poder irse rápidamente y dejar a ambos niños solos.

—Le agradecemos por habernos salvado, señorita Kádora. —dijo Gré con una sonrisa incomoda por el ambiente.

—Le agradezco muchísimo por evitar que muriera de esa forma, de verdad, muchas gracias. No sé qué hubiera hecho si yo me hubiera quedado como los demás, y por eso pienso ayudarla a revertir ese hechizo. —Sofía, sin importarle la incomodidad del momento, abrazó a Kádora en agradecimiento.

Posteriormente a eso, Sofía y Gré se fueron a un hospital de la aldea de la secta para ser curados por los médicos, caminando a duras penas con sus rodillas. Mientras tanto, Kádora se llevó a Arroy consigo para su casa a hablar con él.