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Capítulo 10 — Las habilidades del superior más fuerte

Luego de un par de meses, Gré empieza a hacer los preparativos para un ataque a la capital imperial para poder volver a ver a su hermano y hacerlo uno de los suyos. Sin embargo, no sabe si realmente tiene la fuerza necesaria como para realizar un ataque así, por eso…

—Riltut Felb, ¿no? El conocido superior más poderoso y con un poder que lo hace incapaz de ser tocado, ¿me equivoco? —Levantó una ceja.

Tener a Riltut como una fuerza de apoyo en la batalla de Gré sería una carta maestra, puesto que sería un verdadero tanque de guerra con bombas incluidas del lado de los sectarios. Por lo tanto, buscarlo para esta misión era la mejor opción si se quería el mejor resultado.

Sin embargo, Riltut no tenía un buen carácter, por lo que era difícil controlarlo, pero para la buena fortuna de Gré, Riltut había amanecido con un buen humor, recibiendo el día como le gusta, un amanecer lluvioso y frío.

—Sí, soy el superior más fuerte. Qué desea? —No obstante, ver una sonrisa de alegría como la de un niño en el rostro de Riltut era meramente más que imposible. Pero era un milagro que al menos no tuviera una cara de amargura, sino una cara seria.

Gré y Sofía notaron que el carácter de Riltut no era una broma, sino que si era un "viejo amargado", sin ganas de vivir y con el ceño fruncido para siempre. Cosas que se reflejaban muy bien en la mirada plateada llena de enojo y altivez.

—Queremos que nos ayude en un ataque que haremos hacia la capital. Deseo volver a Grí Eráí un sectario. —Gré observó a Riltut.

Riltut se acercó un paso a Gré y le dijo con un tono muy tosco:

—¿Qué acaso no puedes contra tu hermano, incluso luchando junto a ella? —Señaló con la mirada a Sofía.

—No tengo nada que ver en sus peleas. —dijo Sofía indignada, ya que para ella, lo que dijo Riltut, fue un insulto hacia su persona.

—¿Y tú puedes? —Gré preparó su puño porque quería probar realmente la intangibilidad de Riltut.

Dio un puñetazo, pero cayó al suelo fallando el puñetazo y sintiendo como su cuerpo se había movido de la nada. Sin embargo, aún así creía que algo como lo de Riltut fuera posible. Pero para su sorpresa, el mismo había demostrado que los rumores de que él más poderoso de la secta, por debajo de la líder, eran ciertos.

—Ja. —Riltut le dio una patada en el estómago a Gré, provocando que sangrara por la boca. —¿Pensabas que lo ibas a lograr? Eso te mereces por matar a uno de nuestros adeptos.

Sofía intentó patear a Riltut, pero en cuanto notó que se había generado más espacio entre Riltut y ella, cayó al suelo sin lograr hacer nada.

Sin embargo, lejos de enojarse, intrigó mucho a Sofía, provocando que se preguntara que sucedió y dijera:

—Qué cosa tan rara. —Sofía sonrió y pensó que tal vez entrenando lograría predecir lo que sucedería con el poder de Riltut, y así comprender y luchar para asestar un golpe al superior más fuerte.

—Otra idiota ilusa que piensa que me podrá golpear.

Gré se levantó del suelo con un fuerte dolor de estómago y elevó la cabeza para preguntarle a Riltut con un mal semblante de enojo:

—¿Qué quieres decir con que "Eso te mereces por matar a uno de nuestros adeptos." ¿Me estás diciendo que me golpeaste por haber "matado" a uno de los nuestros? —Gré se levantó y quedó observando fijamente a Riltut, con mucho enojo en su mirada. «Creo que en vez de amargado, sufre de locura.»

—No directamente. Pero al usar mi poder, hay probabilidades acumulativas que alguien de nosotros muera, solo si aceptó enlazar su corazón con el mío. —Riltut sonrió y vio a Gré. —Y como lo haz hecho hace unos momentos, te mereces otra nueva patada. —Levantó su pie y rompió los testículos del joven de sangre imperial, como si tratara con una simple persona.

—¡Ah…! —Cayó al suelo agarrándose los testículos por el dolor que había sentido, cosa que le provocó un poco de mareo y también le provocó vomitar. Sin embargo, se ahorró el vómito para no limpiar luego. Y estando en el suelo, se retorció por el dolor, gritando: —¡No hagas e…!

—Resististe, al menos. Por lo tanto, te acompañaré en tus estupideces, solo por esta vez o las que resistas. Ahora, —Lo pateó en el pecho, mandándolo a volar, y por su velocidad, creó una explosión que lo lanzó nuevamente a los pies del superior, el cual aprovechó para pisarle la cara un segundo, llenándosela de toda la tierra que tenía en sus zapatos. —levántate; eres lento para mí.

Sofía se quedó viendo y dijo rindiéndose:

—No somos rival para tal monstruo. Mucho menos para un anciano experimentado, pero yo… —Sofía desenvainó su espada y se levantó del suelo, luego sostuvo algo dentro de sus bolsillos, cuya forma era redonda.

—Oye. Sea lo que sea que pienses hacer, ¿y si mejor no nos marchamos a un lugar adecuado para matarnos? —Riltut levantó a el chico del cuello de su camisa, poniéndolo de pie aunque este estuviera medio muerto por la golpiza anterior. —No quiero que acabes como él o peor dentro de este lugar. —Notando la incapacidad de Gré para estar de pie, lo tiró al suelo nuevamente.

—¿¡Qué le hiciste, monstruo!? —Sofía no prestó mucha atención a lo que Riltut decía, esto porque el estado de Gré la tenía demasiado sorprendida. Sin embargo, cuando quiso pelear, vio como al fondo se acercaba una figura femenina de una estatura similar a Riltut.

—Vaya, vaya. Son los nuevos. Venía a conocerlos. —La mujer poseía dos alas de hada. «Supongo que no serán peones para mí. Pero tampoco representan un gran problema, y por lo que quieren hacer, supongo que no necesitaré deshacerme de esos dos.» Señaló con la mirada a Gré y a Sofía, burlándose de ellos por ya haber escuchado cuáles eran los planes que tenían sobre el imperio.

—Y tú ¿quién eres? —Sofía guardó su espada, y sin saber de quién se trataba la mujer con la que estaba tratando, mostraba una mirada desafiante.

—Esmeda, la superior en busca de la estrella de la especie de las hadas. —Mostró igualmente una mirada retadora y con una sonrisa malvada.

Gré se levantó al escuchar el nombre de la mujer que estaba en este sitio y cual era su título.

—¿Esmeda Eliz Hada? ¿¡…!? —Gré estaba demasiado sorprendido por saber con quien se había encontrado. Sin embargo, por la situación en la cual estaba, tuvo un poco de miedo por desconocer que era lo que Esmeda había visto o como los regañaría.

—No creía que fueran realmente tan idiotas como para enfrentarse a ese estúpido soberbio. —Rio con fuerzas y señalando a Riltut de manera despectiva, viéndolo como alguien inferior a ella.

—¿A qué se debe su ¡maldita visita!? —Riltut dio un paso al frente, poniéndose cara a cara con Esmeda, mirándola con enfado y desprecio.

—Si tan solo te pudiera quitar ese estúpido poder que tienes, te hubiera pateado hasta la muerte por creer que puedes estar a mi altura, superior inferior. —Intentó poner su mano en el hombro de Riltut, pero no pudo porque siempre la ponía en el vacío.

—Mi poder se activa no solo con ataques, sino sintiendo lo que alguien me desea. —Riltut puso su mano en el hombro de Esmeda, puesto que ella no poseía algún poder de defensa similar a Riltut. —Por lo que supo que me querías hacer alguna clase de daño.

Además, no te creas que eres la casi líder solo por tener pequeños superiores del pecado bajo tu mando y tener tu propia facción. —Elevó su tono y le habló más cerca al oído. —Debes recordar quien sí estuvo hace más de tres siglos años junto a él.

—No me importa si estuviste ahí o no, solo te hace un puto viejo arrugado y amargado bajo esa máscara que las del pueblo, que carecen cerebros, le dicen "lindo". —Esmeda quitó la mano de Riltut sin ningún deseo de malicia hacia su cuerpo.

—Solo tienes envidia de que a mí todas me aman, y a ti no te ve ni un hombre, o tan siquiera una mujer. Además me hace especial haber estado hace mucho. De hecho, desde ese tiempo yo fui amigo de la líder desde que éramos tan solo unos niños en medio de la guerra. —Frunció el ceño y con sus dedos apretó el hombro de Esmeda. —Y si crees que soy amargado por viejo, te recuerdo que en tu vida nunca has vivido un guerra y empuñando un arma para matar a alguien, incluso si ese alguien es otro como tu pidiendo piedad. Tú no sabes que es sufrir.

—Me puedo burlar día y noche del sufrimiento ajeno.

Yo en todo lugar, sea el cielo o la tierra, e incluso en el mar, soy laudable y plausible, digna de ser venerada. Haré hasta lo imposible para ser la todopoderosa de infinidad de mundos, y haré que te arrodilles a mis pies. —Rio con descaro y luego bostezo.

—Claro, sigue con tus estúpidas fantasías.

Vámonos, pendejos. —Riltut siguió su camino rumbo al lugar en donde planeaba luchar casi a muerte con Sofía.

Sofía vio que Gré ya podía caminar, y por eso continuó, pero agarrando a Gré del brazo para evitar que este cayera al suelo por su debilidad en todo el cuerpo. Sin embargo, aunque amaba al chico herido, debía de admitir que:

—En estas situaciones, eres un estorbo, amor. —Tomándolo del brazo, lo puso en pie, y sin soltar, lo comenzó a llevar.

—Solo cállate, ¿sí? —También amaba a Sofía y se había encariñado con ella por ser como era, por verse como era y hacerlo sentir bien cuando recordaba a su hermano y el imperio.

Sofía se preocupaba por Gré y mucho, e incluso era peor cuando estaban frente a una amenaza muy seria. Pero también se preocupaba internamente por él en este momento, deseando tener magia curativa para sanarlo, mas no iba a llorar porque sabía que un era algo muy grave lo que le sucedía en este momento.

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Estando en un lugar ancho con arena que no era similar al abismo a pesar de estar en ese lugar, esto por la barrera de la niebla que había en toda la aldea, se pusieron en sus lugares para luchar, mientras Esmeda estaba a lo lejos observando las cosas desde el lugar donde crecían árboles.

Con una tierra fértil y hierba muy agradable, con pequeños charcos de agua tras la lluvia de la mañana, con unos espectaculares rayos de sol que daban vida, y en cima de un monte, daba mucha paz estar en ese lugar con viento fresco.

—Qué encuentro tan genial… Tal vez descubro la debilidad de ese idiota. —Esmeda se sentó cerca de un árbol, recostando su cabeza en él y esperando con paciencia el inicio de la pelea de Sofía y Riltut. —Igual. No creo que esos nuevos sean capaces de pisarles los talones a Arroy. Esa estúpida es una ilusa al ponerlos como superiores tras solo haber aparecido. —Aunque fuera superiora de la secta, no estaba muy de acuerdo con las opiniones y decisiones de la líder que tenía, siendo incluso más problemática que Riltut.

Sofía agarró su espada y miró a Riltut con una mirada desafiante, y le dijo con una sonrisa retadora:

—¿Iniciamos? Ten en cuenta que como tú lo dijiste…

—"No usaré mi poder para evitar ataques." A eso te refieres, lo sé. —Suspiró con enojo.

Esmeda murmuró a lo lejos con una sonrisa y una cara llena de sorpresa.

—No es lo que esperaba, pero estoy satisfecha. Así podré saber que tan fuerte es sin su poder. —Suspiró el aire fresco con mucha alegría de la gran oportunidad con la que se había encontrado en su camino duro hacia su deseo impuro.

Sofía se lanzó hacia Gré, pero no contaba con que este tenía otro poder, el cual ya había visto, pero había pensado que era un simple hechizo.

Frente a la cara de Sofía, apareció una explosión que la sacó volando hacia atrás. Sin embargo, en medio de su vuelo hacia atrás, su espalda fue destruida rápidamente porque volvió a hacerla explotar, dejándola muy herida, y sacándola a volar hacia adelante, pero antes que volviera a sufrir lo mismo por tercera vez, Gré la detuvo.

—¡No hay que hacer eso de vuelta! —Gré también había pensado en que la habilidad de Riltut solo era un hechizo, pero… —Ese tiene más cosas ocultas bajo la manga. —Miró a Sofía. —¿Estás bien? —Levantó el cabello de la cara de Sofía para ver sus heridas mejor, y se encontró con una cara llena de sangre y quemaduras, pero no eran graves. —¿Puedes? Aunque supongo que no es muy grave, ya que se deberán sanar en unos días sin dejar rastro, pero hay que impedir que nos vuelvan a explotar. —Aunque dijo esas palabras, estaba preocupado.

—Sí, estoy bien y sí puedo continuar, no te preocupes. —Estaba muy cansada físicamente por la gran sorpresa del poder de Riltut. —Pensé que era solo un hechizo, pero noté algo raro…

—Igualmente noté algo extraño. Entre más rápido ibas, más fuerte fue la explosión, como la segunda vez, en comparación con la primer vez. —Rascó su barbilla mientras preparaba un poco sus puños entrenados duramente durante varias noches. —Por lo que debe de tratarse de…

—Lo han descubierto. Se trata de mi gen que crea una explosión sobre un cuerpo en movimiento, proporcional a su velocidad. —Sonrió con orgullo y altivez.

Esmeda se quedó callada unos segundos, juntó sus manos y dijo con tranquilidad y una sonrisa leve:

—Bueno, parece que ahora si empezó la verdadera batalla. —Alargó su sonrisa.