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El despertar de un sueño

Axel, un adolescente de 13 años, anhela desesperadamente recuperar la alegría y dejar atrás las sombras de un pasado atormentador. Sin embargo, su decisión de abandonar su lugar natal para cumplir la última voluntad de su familia se ve abruptamente interrumpida por un giro inesperado, catapultándolo hacia un camino lleno de espinas. Inmerso en un juego macabro, siente grilletes invisibles aprisionando sus manos. Utilizando los mismos poderes que le causaron dolor, se adentra en la oscuridad de los corazones de aquellos que los controlan desde las sombras, anhelando un nuevo amanecer sin sucumbir a la necesidad de cometer asesinatos. A medida que los eventos se desarrollan, Axel y sus amigos descubren que no les espera un final feliz.

Chronos97 · Aktion
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En busca de nuevos horizontes parte 3

El tiempo del reloj había llegado a su fin, y Jasón no tardó en aparecer frente a ellos. Sin embargo, en esta ocasión, el miedo no se instaló en sus víctimas; en su lugar, esas miradas demostraban confianza. Esos niños inocentes ya habían desaparecido.

Ahora, sus guardias apuntaban con miedo a los prisioneros, pero un descuido ocasionó que el arma se disparara. El ruido resonó, y Sofía reaccionó rápidamente, desviando el proyectil con destreza. El rostro de Jasón se llenó de ira.

—¡Imbécil, en ningún momento te di una orden! —por primera vez, la voz de Jasón se tiñó de odio, ordenando a los demás llevarse al imprudente indisciplinado.

—Os pido perdón, de todo corazón. —Jasón volvió a emplear la etiqueta, pero el rostro de Axel se llenó de furia. Por alguna razón, no podía actuar precipitadamente; algo en sus recuerdos le advertía que ese sujeto tenía algo bajo la manga para controlarlos.

—Tu presencia no presagia buenas noticias; puedo verlo en tu mirada.

—Así es, joven Winter, digno de un fundador. Dejaré las formalidades e iré al grano. Ha pasado un año desde que llegaron a este lugar, y el tiempo se agota. Ahora es necesario aprovechar el último año que les queda aquí.

La noticia dejó a todos pensativos, la idea de que fuera el último año planteaba muchas preguntas.

—A estas alturas, creo que los países rivales ya habrán tomado medidas para dar continuidad a la siguiente fase del proyecto. Ahora, uno de ustedes será separado del grupo. Dejaré que la suerte decida.

En ese silencio, Jasón observó las reacciones de los demás, percibiendo el deseo de venganza en Sofía, una motivación que estaba dispuesto a explotar. Había preparado unos papeles de antemano, y ahora les ofreció escoger uno.

Las lágrimas inundaron los ojos de Nadia como la lluvia que empaña el cristal. Axel no podía creer que ella fuera la elegida. Antes de que cayera al suelo, él la sostuvo, consolándola. Sus dedos acariciaron su rostro como hojas mecidas por el viento.

—Nadia, escucha... Te prometo que nada malo te sucederá. Eres fuerte y sabes cómo cuidarte. Solo será un año, ¿de acuerdo?

—No... No puedo soportar estar lejos de ti. ¿Qué voy a hacer sin ti? —susurró Nadia, temerosa de perderse en un abismo oscuro.

—Descuida, no temas. Cuando menos lo esperes, el tiempo nos reunirá de nuevo. Por eso, cuando todo esto termine… ¿me ayudarás a encontrar el camino de vuelta?

El deber los llamaba en direcciones opuestas. Axel rompió el silencio con voz firme, aunque sus palabras ocultaban sus verdaderos sentimientos.

—¡Yo me ofrezco como el elegido! —declaró, sacrificándose. En lo profundo de su mente, sabía que era lo correcto, pero su corazón se retorcía de dolor.

—Prometí que te protegería, y lo haré, incluso si eso significa estar lejos por un tiempo —dijo Axel, con determinación, arrojando una sombra de esperanza sobre su despedida.

Mientras Jasón aceptaba su oferta con un gesto serio, Nadia y sus amigos fueron llevados lejos de él, como hojas arrastradas por un viento implacable, llevándolos a un destino desconocido. Axel se quedó en silencio, su mirada perdida en la puerta que se cerraba.

—Has demostrado ser un sujeto interesante, joven Winter. Estoy seguro que destacarás en tu entrenamiento, y te convertirás en la espada letal que necesitamos. Pero hay algo que debes comprender.

—¿Qué es lo que intentas decirme? —Axel frunció el ceño, desconcertado.

El hombre se acercó lentamente, clavando su mirada en él. —Esta decisión que has tomado te separa de tu compañera, y eso es doloroso. Pero también has revelado una debilidad profunda: el miedo a la soledad. Y eso es algo que puedo usar en tu contra.

—¡Piensas que eso será suficiente! Estás muy equivocado si piensas que sigo siendo aquel niño que conociste. —respondió Axel con firmeza.

Jasón sonrió y continuó. —Recuerdas lo que me pediste saber, ¿recuerdas cómo deseabas saber si tu tío Albert también te traicionó? Veo en tu mirada que ahora capté tu atención.

—¡Es mentira! Mi tío jamás lo haría. —respondió, su voz cargada de negación.

—Te daré la determinación que necesitas. Estas palabras te darán la voluntad y el deseo de buscar venganza. —dijo Jasón, con una sonrisa siniestra.

Axel, confundido y asustado, parecía estar fuera de este mundo. —Me niego a aceptar la realidad. No quiero ver.

—Si no lo crees… puedo mostrarte la verdad, como lo hice con tu hermana. —su voz tenía un tono oscuro y amenazante.

Con una ira acumulada, golpeó con todas sus fuerzas el muro de su prisión, hundiendo su puño como un taladro. —No... no lo hagas. No es necesario ver.

Jasón se retiró con una sonrisa silenciosa, cumpliendo con su cometido. El viaje de Axel para convertirse en esa espada de doble filo había comenzado, y en su mente aún quedaban dudas que no serían respondidas a menos que encontrara a esas personas.

La nueva celda que había heredado se manifestaba como un rincón donde la oscuridad imperaba con una maestría gótica. Las paredes de la estancia estaban revestidas por un musgo siniestro, ejerciendo una presión constante sobre él.

Durante las horas oscuras, un único haz de luz se filtraba a través de una pequeña ventana enrejada, situada en lo alto y distante de la celda. Axel Anhelaba alcanzar esa ventana, como si tocar su resplandor pudiera revelar la verdad sobre su origen. Ya fuera un regalo del sol o simplemente una ilusión.

Justo cuando pensaba que nunca más tendría una luz con la que alumbrarse, le entregaban una lámpara provista de un par de velas. Mientras buscaba respuestas, sus dedos rozaban las paredes húmedas mientras la luz titilante se burlaba de su anhelo incesante.

En los campos de entrenamiento, descubría un oasis de serenidad, a pesar de la rutina despiadada y los golpes duros que la vida le infligía. Las enseñanzas de Víctor se convertían en el faro que guiaba su mente, instándolo a concentrarse en el presente. Sus heridas, tanto físicas como emocionales, se convertían en el pan cotidiano que debía saborear para avanzar.