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El despertar de un sueño

Axel, un adolescente de 13 años, anhela desesperadamente recuperar la alegría y dejar atrás las sombras de un pasado atormentador. Sin embargo, su decisión de abandonar su lugar natal para cumplir la última voluntad de su familia se ve abruptamente interrumpida por un giro inesperado, catapultándolo hacia un camino lleno de espinas. Inmerso en un juego macabro, siente grilletes invisibles aprisionando sus manos. Utilizando los mismos poderes que le causaron dolor, se adentra en la oscuridad de los corazones de aquellos que los controlan desde las sombras, anhelando un nuevo amanecer sin sucumbir a la necesidad de cometer asesinatos. A medida que los eventos se desarrollan, Axel y sus amigos descubren que no les espera un final feliz.

Chronos97 · Aktion
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El comienzo de la verdad parte 2

El monitor parpadeaba, con inquietante regularidad, su destello intermitente llenaba la habitación como un latido. Con un gesto rápido y determinado, una mano desconocida presionó un botón oculto, liberando un gas invisible en las cápsulas. El gas serpenteó en sus pulmones como una corriente helada, envolviendo cada músculo con una debilidad paralizante. Se tambalearon, luchando por mantenerse en pie mientras el mundo se oscurecía a su alrededor. En algún momento, entre la neblina de su conciencia, escucharon el chirrido del cristal siendo abierto y sintieron cómo sus cuerpos eran sacados de las cápsulas con mano firme.

La escena cambió abruptamente: ahora, un círculo de figuras sombrías se congregaba alrededor de una mesa de operaciones. Con movimientos precisos y despiadados, rasgaron la ropa que cubría los pechos de Nadia y Axel, como si estuvieran despojándolos de su humanidad misma. Los ojos codiciosos se posaron en el colgante que adornaba el cuello de Axel, y sin vacilación alguna, lo arrancaron de su lugar, guardándolo con avidez como si fuera el botín de una conquista menor.

—¿Esta basura? ¿Crees que vale la pena? —se burló el ayudante, sosteniendo el colgante en su mano. Sin embargo, Jasón, el líder del grupo, intervino con una firmeza que dejaba claro que ciertos límites debían ser respetados.

—Este colgante no es tuyo para quedártelo —la voz de Jasón resonaba con autoridad implacable. El temor se reflejó en los ojos del individuo, quien asintió rápidamente en señal de obediencia, mientras el líder se retiraba momentáneamente para acceder a un lugar cercano y teclear un código de seguridad.

El descubrimiento desencadenó una marea de recuerdos en la mente de Jasón, pero su introspección fue interrumpida por una voz que resonó en su mente, una presencia del pasado que lo confrontaba: —¿Por qué terminaron así, mi viejo amigo? —Las palabras se colaron en su consciencia como afiladas dagas, dejándolo con un sabor amargo en la boca y evocando un pasado que prefería enterrar.

Dentro de la caja fuerte, descansaba una esperanza frágil: cuatro pequeños frascos que contenían líquidos luminosos de distintos colores, cada uno representando, la traición, el odio, la ira, y los sueños que fueron enterrados. Jasón se aproximó a sus compañeros con una mezcla de determinación y dudas. —¡Tal vez merezca lo peor! —murmuró para sí mismo, mientras se preparaban para el procedimiento que cambiaría el curso de la historia. —Alguien debe encargarse de las sombras del trabajo, incluso si me tachan de loco.

Los médicos realizaban procedimientos cada vez más invasivos en la piel de Axel y Nadia, sus guantes manchados de sangre como señales de una batalla. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, los signos vitales de Axel comenzaron a decaer, intensificando la urgencia de la situación y convirtiendo la sala de operaciones en un reloj de arena, donde cada segundo era un grano de tiempo en la carrera contra la muerte.

Después de horas de arduo trabajo, el equipo finalmente respiró con alivio al completar la tarea. Jasón, empapado en sudor y agotado por el esfuerzo, exhaló con un suspiro de alivio y afirmó con cierta vacilación: "Hemos asegurado nuestro futuro". Sin embargo, incluso entre las sonrisas y las felicitaciones, una sombra persistía en el rincón de la sala, recordándoles que su lucha aún no había terminado completamente.

Con el paso del tiempo, el sueño que lo había abrazado comenzó a disiparse lentamente. La mirada de Axel, como la de un viajero perdido en tierras desconocidas, exploró la habitación en penumbra, un lugar que le resultaba extraño y desafiante, lo que le provocó un repentino mareo. Un punzante dolor recorrió todo su cuerpo, como un eco del arduo camino que había recorrido. Con un esfuerzo titánico, logró mover los dedos con debilidad.

Sin vacilar, pronunció el nombre de la persona en quien confiaba. Cuando su voz tenue llegó a los oídos de Isaac y Sofía, ambos encendieron las luces y se apresuraron hacia él, con la preocupación grabada en sus rostros. Aunque Axel había sufrido más, un suspiro de alivio escapó de sus labios mientras Isaac y Sofía le aseguraban que todo estaría bien, con ese consuelo en mente, cerró los ojos una vez más.

Cuando todos dormían, Sofía se apoyó en la puerta entreabierta de su pasado, tejiendo recuerdos con emociones. En un mundo teñido de grises por la oscuridad de sus recuerdos, una sonrisa luchaba por prevalecer en sus labios. Sus lágrimas caían silenciosamente por sus mejillas mientras sus recuerdos más oscuros la perseguían, sin embargo, una determinación ardía en su interior, impulsándola a seguir adelante a pesar de los desafíos que enfrentaba.

—No importa cuánto me tarde —murmuró para sí misma—. Algún día llegaré a ellos y haré justicia por todo lo que han sufrido.

En la habitación compartida, el sueño aún mantenía su dominio sobre los cuerpos exhaustos, y los recuerdos de las heridas infligidas por el experimento persistían incluso durante el descanso. Aunque el miedo latía en sus corazones, la necesidad de recuperarse era más poderosa que cualquier emoción. Al despertar, el peso de la tragedia los envolvió al recordar las atrocidades que habían soportado. Un frío glacial congeló sus manos, y sus corazones latieron rápido, intensificando su dolor. Las heridas seguían frescas, como si el tiempo hubiera detenido su avance, aunque algunas cicatrices comenzaban a marcar su piel.

Las miradas desmotivadas tejieron un cuadro sombrío. El ambiente pesado se cernía sobre ellos, como una niebla densa que prolongaba su tormento. El silencio se había convertido en un compañero constante en su vulnerabilidad. Sin embargo, el hambre rebelde no respetaba momentos inoportunos; sus estómagos rugieron con insistencia. En medio de la preocupación, habían olvidado su propia humanidad. Por un breve instante, los jóvenes se sintieron avergonzados por su frágil resistencia, recordando que, a pesar de todo, seguían siendo adolescentes normales.

Saludos a todos, confío en que la narrativa del despertar de un sueño continúe siendo de su agrado.

04/04/2024

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