—Lo sé —respondió Raine suavemente mientras volvía a mirar un gran árbol afuera de la casa—. Puedo sentirlo, pero no sé si estoy lista para esto.
—Nadie está listo —dijo Serefina con un tono ligero, pero apretó la mandíbula fuertemente cuando habló de nuevo—. Creo que estar con los otros ángeles guardianes ayudará a tu progreso.
Raine inclinó su cabeza y miró a Serefina.
—¿Me dejarás conocerlos? —preguntó con expectativa—. Sería genial conocer a otras personas que tenían el mismo destino que ella.
Serefina asintió.
—Sí, pero no ahora. Te haré saber cuándo sea el momento adecuado.
—Está bien —Raine asintió y no hizo más preguntas, sabiendo que Serefina, después de tanto tiempo, no respondería tan muchas preguntas de una vez.
—Soñé con Aeon —confesó Raine.
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