—Te lo advertí, Caña —dijo el Alfa Nolan—. Fue tan despiadado que arruinó la tumba de su propia hija, pero de él no podías esperar menos.
No, en realidad a él no le importaba Leane, solo era Aria, quien notó la tumba de su antigua señorita. Pero incluso ella, no fue lo suficientemente sentimental como para detener lo que iban a hacer.
—Devuélveme a mi hijo —El Alfa Nolan seguía siendo firme con la misma vieja canción—. Quería a Lando y porque no se podía encontrar a Dexter, Decrático era demasiado poderoso para que él hiciera alguna demanda y la dama Cyan no se preocupaba por su situación, solo podía intentar salvar a su hijo a su manera—. Si tan solo me devolvieras a mi hijo, esto no pasaría.
La expresión de Caña permanecía inalterada, su frialdad no podía ni siquiera derretirse por las llamas que los rodeaban. Sus ojos se fijaron en los escombros de la roca que antes era la entrada a su cementerio familiar.
Los restos y el memorial de su familia estaban allí. Su hija…
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