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25 de septiembre de 2022. Parte II.

Habían pasado más de veinte minutos y yo empezaba a aburrirme.

Seguía sentado en el mismo sitio, solo que ahora había a mi lado un desconocido de mediana edad que pasaba el rato leyendo un libro y fumando largas caladas de su pipa.

El humo de esta llegaba hasta mí y yo no tenía más remedio que respirarlo.

*Que aburrimiento. En serio, ¿quién sigue fumando pipa hoy en día? Creía que eso ya se había pasado de moda. *

Simplemente me dediqué a quedarme allí: sentado, mirando hacia el cielo de la noche.

Por algún motivo, esto me estaba dando ganas de dormir. Bostecé tímidamente sin que nadie me viese.

- Hoy ha sido un día largo. Se agradece tener, por fin, un poco de paz. –

Dije.

- Oye, chico que no mira hacia dónde va, no es momento de dormir la siesta. –

La voz dulce de la chica me sacó de mi trance. La misma chica de esta mañana.

- ¿Huh? –

- Eooo, que no es momento de dormir. ¿Me estás escuchando? –

Suspiré.

* Había tenido la paz tan cerca... *

- Sí, ya te he oído. Y no, no estaba durmiendo. –

- ¿Ah no? –

- No, estaba esperando a gente que, por algún motivo, no sabe lo que significa la palabra: Puntualidad. –

Abrí los ojos y vi a la chica, estaba más cerca de lo que pensaba. Venía sola, aparentemente.

* ¿Ni siquiera puede respetar mi espacio vital? *

- Claro que sé lo que significa. Y que sepas que eso que dices no es muy galán por tu parte. –

- ¿Perdón? Con lo a gusto que estaba meditando... -

El hombre que había sentado a mi lado se levantó, suspiró y se fue, aparentemente molesto. En mi opinión, era un alivio deshacerme del humo de su pipa.

Acto seguido observé que la chica, respecto a esa misma mañana, había cambiado, si se puede llamar así, algunas partes de su conjunto.

Los pantalones eran los mismos y estoy seguro de que la camisa también y el jersey también. La diferencia era, o más bien diferencias, que ya no llevaba consigo su boina color guinda, y además, por algún motivo que no estaba dispuesto a preguntar, en lugar de zapatos, llevaba puestas unas zapatillas de deporte blancas.

* Vaya forma de arruinar su forma de vestir. Supongo que es de esas personas para las cuales, la comodidad va por delante. Puedo entenderlo. *

Pese a aquel toque de mal gusto, eso no fue, ni mucho menos, lo que más me llamó la atención e la chica: acompañándola, llevaba consigo lo que parecía una funda de ¿guitarra?

- Bueno, ¿a qué esperas? ¿Es que te has quedado pegado a tu asiento o qué? –

- Ya voy, ya voy. ¿Y tu amigo? ¿No veníais juntos? –

- Esto, emm verás, se ha retrasado un poco, hehe. No tardará en venir. –

- Bueno. Está bien. –

* Si no está su amigo, no voy a perder tiempo esperándolo. Eso es justo de lo que no me sobra.

Al final me vi obligado a separarme del banco.

Aproveché rápidamente para desperezarme y luego miré a la chica, quien se veía cómica, de cierta forma, con eso a la espalda.

- ¿Contenta? –

Ella asintió.

- A todo esto, ¿por qué llevas una guitarra? ¿Tocas en alguna banda o algo así? –

- ¿Huh? ¿Esto? Qué va, qué va. –

- No tienes de qué avergonzarte. A muchos nos gustaría aprender a tocar también. -

- No, no, hehe. Mejor no le prestes mucha atención. –

- Hmm. ¿Es que tocas en la calle para pedir dinero? –

- ¡¿Qué?! No, claro que no. –

Estaba simplemente tomándole un poco el pelo, por su forma arreglada de vestir, era obvio que no se pasaba el día tocando sentada en la calle. Aunque quizás en un bar...

- ¿Y en un bar? -

- ¿Por quién me has tomado? –

- Haha, mira quién no sabe encajar una broma. ¡¿Por quién me has tomado?! –

Me burlé de ella.

- No, no es lo mismo. Para tu información, parte de mi trabajo es mantener una imagen muy, pero que muy, correcta. Tus comentarios me han ofendido, simplemente, porque tú has ofendido el código que debo seguir. –

- El código... Supongo que hay algunos jefes que son muy exigentes. –

- ¡No es mi jefe! –

- ¿Ah no? –

- No, es un poco más complicado que eso. –

- Hmm, ya veo. Como sea. –

- No es nada que te incumba... -

Fui perdiendo el interés en la conversación. Acto seguido me separé un poco de la joven y miré el paseo a lo largo, buscaba algo en concreto.

– Hmm. Mira, si no me equivoco, si caminamos unos metros en esa dirección, llegaremos a una heladería bastante famosa en la ciudad. Si quieres podemos tomar un helado mientras te enseño la zona, tal y como me pediste. Y de paso esperamos a que venga tu amigo. –

- Mm, vale. Nunca he probado el helado. –

- ¡¿En serio?! –

- Sí. -

- Hahaha. Seguro que me estás engañado. –

*No voy a caer en ninguno de sus juegos, soy más inteligente que eso. *

- Lo que tú digas. –

- Vale, pues no perdamos más tiempo, me gustaría irme a dormir pronto hoy. Ha sido un día muy largo. –

Ella asintió y comenzó a seguirme hacia la heladería. De vez en cuando, sacaba su móvil y lo miraba con cierta intranquilidad. Parecía que estuviese esperando una llamada importante.

Caminábamos uno al lao del otro entre las luces y los negocios del paseo. Aún quedaba algo de vida antes del invierno en esta costa.

– Por cierto, me llamo Asher, es un placer. –

- E-encantada, Asher. –

- Asher Percedal. ¿Y tú? ¿Cómo te llamas? –

Tardó en responder.

- ... No hagas preguntas extrañas. Por favor. –

El tono de la chica cambió, esta vez su respuesta iba impregnada de dudas.

No me atreví a contestar. Seguí caminando, entendí que la joven tendría sus motivos para no querer decirlo.

- Lo siento, siento haberte contestado así. Pero, es algo muy personal. –

- No pasa nada. –

- Me gustaría hablar del tema. Pero no es fácil. –

* No sé si quiero que siga hablando del tema. Parece algo delicado. *

-Enserio, puedo entenderlo. Al fin y al cabo, todos tenemos nuestros problemas. –

- Supongo que sí. -

La chica sonrió aliviada. Aún así, seguía pudiendo ver un poco de la frustración que sentía proyectada en su mirada.

Seguimos paseando hasta llegar a la heladería.

Allí, cada uno nos pedimos una pequeña tarrina de helado. La mía era de fresa y nata mientras que mi acompañante optó por una de chocolate y vainilla.

Íbamos paseando y comiéndonos el helado mientras yo le enseñaba un poco todos los lugares interesantes del paseo: algún que otro monumento, tiendas, restaurantes, chiringuitos...

Pese a su interés por el lugar, la chica no parecía muy convencida con el sabor de su helado. Llegué a plantearme que realmente fuese verdad que nunca lo hubiese probado.

- Vaya cara pones, ¿en serio no te gusta el helado de chocolate? ¿Cómo puede ser eso posible? –

- Es que está muy frío. Me molesta en los dientes. –

- Haha, no me lo puedo creer. -

- Ya te he dicho que nunca lo había probado, tú eres el que ha decidido no creerme. –

- Es que es raro. A todo esto, ¿por qué decidiste visitar esta ciudad? –

- ... -

- ¿El Sol? ¿El festival del otoño? -

- ...-

- ¿La playa? –

- No exactamente. –

- ¿Entonces? –

No pude terminar la pregunta.

- Trabajo. He venido por trabajo. –

- Así que por trabajo. Hmm, ¿no eres aún joven para trabajar? –

- No se. ¿Crees que el mundo real discrimina por edades? –

Mis comentarios ofendieron un poco a la chica.

- Buena pregunta. Supongo que no. –

- Pues ya está. –

La chica tiró la tarrina de helado derretida en una papelera.

- Además, parece que tenemos la misma edad, ¿tú te consideras muy joven para formar parte de un negocio o para acatar órdenes? –

* Hace un rato la chica parecía más amigable... No parece que tenga un trabajo fácil. *

- Visto así, tienes razón. –

Seguí comiéndome mi helado.

- A todo esto, ya casi hemos llegado al final del paseo, ¿qué vas a hacer? ¿Piensas volver a casa? ¿No va a venir tu amigo? –

- ¿Huh? ¿En serio? ¿Ya se acaba? Hmm, no había pensado qué hacer cuando acabásemos. Estaba disfrutando bastante. –

* Esto es un poco extraño. Algo no me cuadra. *

- ¿No te ha mandado ningún mensaje tu amigo? –

- No lo sé, debería haber aparecido ya. –

Me giré hacia el mar. La dirección del aire me invitó a hacerlo acariciándome. Esta zona al final del paseo estaba peor iluminada, por lo que desde aquí se podía ver con más claridad el cielo nocturno que acompañaba al mar.

- Yo no debería tardar mucho en irme. Como ya te he dicho, hoy quería irme a dormir pronto. A partir de mañana, tengo cosas que hacer... –

- Asher. -

- Si quieres, puedo acompañarte hasta tu casa, no tengo problema. La ciudad es un lugar seguro, pero nunca se sabe qué puede pasar. El mundo siempre termina por sorprenderte. –

* Querría poder sacar este recuerdo de mi mente, no es nada agradable. *

Volvió a mi mente la imagen de antes. La imagen de un hombre sucio y desfigurado que me miraba con vicio.

Recordé a ese maléfica figura, esos ojos inyectados en locura, ese rechinar de sus dientes.

- ¿Y bien? –

- ... -

La chica no me respondió.

- Oye, ¿me estas escuchando? –

Me giré hacia la chica, esta miraba fijamente hacia una de las calles perpendiculares al paseo.

- ¿Hola? –

No respondió, solamente miraba hacia esa zona, la cual estaba inusualmente desértica. Eso llamó un poco mi atención.

* Qué raro, de normal siempre hay gente en esta calle. *

Era una calle bien iluminada. Sin comercios, pero bastante conocida. Estaba completamente vacía.

- ¿Pasa algo? –

- ... -

Sujetaba con tensión la cinta de la funda de su guitarra. La agarraba como si alguien se la fuese a intentar quitar.

* Respira de forma profunda. ¿Habrá visto algo? *

- ¿Qué has visto? Si hay algo peligroso, mejor será que llamemos a la policía. –

- No deberían estar aquí. Tan rápido... ¿Serán autóctonas? –

Murmuró. Luego se giró y me miró fijamente.

– Sígueme. –

- ¿Qué? -

- Pase lo que pase no te separes ni un metro de mí. ¿Entendido? –

Sin soltar de sus manos la correa de la guitarra, se acercó a mí para insistirme. A esa distancia, prácticamente podía notar su aliento en mi cara.

* ¿Qué está pasando? *

Su mirada me penetró hasta lo más profundo. No era para nada la mirada de una joven y adorable señorita, era la oscura y tensa mirada de un depredador que ha olido la sangre de su presa.

- ¿P-perdón? –

- Sígueme. O más gente acabará muriendo. –

- ¡¿Cómo dices?! -

<< Auuuuu >>

Un extraño aullido se escuchó en la lejanía. Negro como el carbón.

Me giré hacia la calle, más o menos entendí la situación. Había visto suficientes películas a lo largo de mi vida, sabía que eso no era buena señal. La chica caminó en dirección al aullido.

* Eso ha sonado cerca. No irá de verdad... *

- O-oye, espera. ¿Qué pretendes hacer? No sé si esto es una buena idea. -

La chica salió a toda velocidad hacia la calle de sus sospechas. No pude terminar mi frase.

- ¡Pero! -

Nunca había visto a alguien romper a correr con semejante aceleración, y mucho menos mientras cargaba con una guitarra. Se movía ligera como una pluma.

Giró la esquina como el viento sin soltar esa enorme funda de sus manos.

- ¡No entiendo nada! ¿De verdad va a morir gente? -

No tuve más remedio que correr detrás de ella. Estaba perplejo, pero a la vez preocupado por el cambio de actitud de mi nueva amiga.

- ¿Qué estará pasando ahora mismo por su cabeza? Esto parece peligroso. Tengo unas ganas tremendas de huir, pero no pienso dejarla sola en un lugar tan peligroso. -

Esprinté detrás de ella todo lo rápido que pude. Mis piernas y respiración actuaban a toda velocidad, al límite de su capacidad, tratando de mantener el alto ritmo de mi cuerpo alimentando mis músculos de la mayor cantidad de oxígeno posible.

No era suficiente, cuando conseguí cruzar la calle ella ya estaba más de veinte metros por delante. Esa distancia se hizo todavía mayor cuando observé mi entorno.

- ... -

Esta calle era mucho más terrorífica que la anterior. Mientras que la soledad era quien me erizaba en la calle a mi espalda, era el caos quien lo hacía a mis doce. La oscuridad predominaba bastante más que antes, un par de farolas y algunos de los coches se veían maltratados y destrozados.

Parecía que el peor de los huracanes había arrasado toda la calle.

- Mierda. -

Cristales rotos por el suelo, puertas destrozadas e incluso algunos coches parecían tintados de lo que, muy a mí pesar, parecía sangre.

La imagen me impactaba y aterrorizaba, pero no quise parar de correr, no quería perder a la chica de vista.

Al fondo de la calle pude verla, haciendo algo que me generó todavía más dudas.

Junto antes de perderla de vista cuando entró a un callejón, tres calles más adelante, ella se deshizo de la funda de su guitarra lanzándola por los aires.

Sacó algo de dentro de ella antes de tirarla, pero no lo pude ver. Sólo vi una extraña pluma celeste colgar de aquel objeto, nada más.

- ¿Huh? Esto no es buena idea. Tengo un mal presentimiento. Eso me pasa por andar con desconocidos. ¿Es que hoy no voy a poder descansar? -

Corrí tan rápido como pude, aún me quedaban unos cincuenta metros para llegar a la esquina en la que la chica había girado de nuevo. Mis pulsaciones estaban por las nubes, pero un poco de adrenalina me seguía propulsando hacia delante.

De pronto creí haberlo visto a él de nuevo. Esa silueta era inconfundible.

- ... -

Yo iba corriendo a toda velocidad cuando sentí su presencia.

Sentí su muerta y hambrienta mirada por el rabillo del ojo, justo a mi izquierda.

Mi corazón perdió el tempo durante una fracción de segundo.

Todo pasó muy deprisa, mi concentración estaba pendiente de otra cosa.

Entre dos calles, justo antes de la esquina por la que había girado la chica, vi al hombre que tanto miedo me había causado. Estaba seguro de que lo había visto.

- ¡¿Otra vez tú?! –

Dije frenando de golpe y girándome atemorizado, sin apenas oxígeno en mi sangre.

Traté de localizar a ese siniestro ser de nuevo mientras recuperaba el aliento.

Mi temor se convirtió en preocupación y confusión cuando no fui capaz de ver a nadie detrás de mí. No supe muy bien qué pensar, todo era muy extraño.

- No hay nadie... -

No perdí más el tiempo y corrí de nuevo hacía el callejón en el que había girado la chica.

Giré a toda velocidad la esquina del callejón.

Por poco no termino chocando con la chica a la que seguía, la cual, se había detenido un par de metros más adelante, justo en la entrada del callejón.

De pie. Seria. Como si yo ya no existiera.

La iluminación era muy pobre, pero aquellos farolillos blancos hacían su función.

- ¡Espera! –

Dije. Buscando en aquel lugar el aire que faltaba dentro de mí.

No obtuve respuesta alguna.

- ¿¡Por qué has salido corriendo de esa forma!? Si de verdad hay peligro, no sería más coherente... Espera. –

Miré a la chica más detenidamente.

- Eso es... -

La chica, la cual se mantenía elegante, sin muestras de cansancio; miraba en silencio hacia el fondo del callejón mientras sujetaban nerviosa, una espada con una bonita pluma colgando del mango.

Tenía un solo filo, dudé de si era, más que una espada, un sable. O puede que un bracamarte.

* ¿Qué hace esta chica con una espada? ¿En pleno dos mil veintidós? Primero sale corriendo sin motivo, y ahora esto. *

Trataba de dar crédito a lo que estaban viendo mis ojos. Pero pronto, recuperar oxígeno y reducir mis pulsaciones se volvieron mi mayor prioridad.

* ¿Qué me ha ocultado esta chica? Espera. ¿Realmente estoy en tan baja forma? Mierda, no es seguro quedarnos aquí si ese hombre está cerca. ¿Por eso lleva una espada? *

- D-deberíamos irnos. Podría ser peligroso caminar por esta zona. ¿Has visto el estado de esa calle? En serio, no sé qué pretendes, pero esto no me gusta nada. –

Teniendo en la cabeza aún el recuerdo de aquel hombre, salir de ese lugar era mi único objetivo. Tanto era así que no tardé en restarle importancia al hecho de que la chica llevaba una espada consigo todo este tiempo.

- Escúchame. -

La chica al fin se giró al escuchar mis comentarios. Su rostro era serio y sus ojos reflejaban sed de sangre y no solo por su colores granates.

- Asher. –

- ¿S-sí? –

Sentía mucha tensión e ira en el ambiente.

- No vamos a ir a ninguna parte. –

- Pero ¿por qué? Es peligroso estar aquí. –

- Lo sé. Por eso lo digo. -

La chica alzó su espada y apuntó hacia el fondo del callejón con una mirada asesina.

Me acerqué a ella y miré en la dirección en la que apuntaba.

- ¡¿Qué demonios?! -

Mi agitación y paranoia desaparecieron por completo de un plumazo y fueron remplazadas con miedo.

El miedo pronto se convirtió en náuseas y estrés.

No podía dar crédito a lo que había ante mis ojos.

Al fondo del callejón, por el cual apenas podía circular el aire debido a su tamaño, una bestia desconocida masticaba, desde el suelo, el brazo de una persona.

Tuve que dejar de mirar, solo esa imagen era suficiente para provocarme arcadas.

* Creo que voy a vomitar. ¡¿Qué es eso?! *

La bestia era colosal. Pese a su postura, di por hecho que debía medir más de tres metros de altura estando incorporada.

Tenía cuerpo de úrsido, pero con patas largas, con las cuales manipulaba y desmembraba la carne de su lado. Su pelaje era tosco y rugoso como púas, y sus músculos potentes y livianos, como si su carne proviniese del mismísimo infierno.

Su cabeza era terrible, con un hocico robusto y ensangrentado, grandes colmillos y múltiples ojos. Cuatro para ser precisos. Todos ellos inyectados en odio, furia y, por supuesto, en sangre.

La bestia gozaba de su manjar sobre un charco de flujos y restos de sus víctima. A su lado, una desfigurada masa de carne ya masticado esperaba su turno para ser digerida, esto era solo el aperitivo.

- Ya sé de dónde venía ese olor... Una midestia, pero por algún motivo autóctona de esta zona. Aquí no debería haber llegado ninguna, y mucho menos haberse desarrollado una con rasgos locales. –

La chica bajó su espada y se detuvo a examinar su filo con una siniestra mirada.

- O-oye. ¿C-cómo que en esta zona? –

- Aquí hay algo que no cuadra... Esta cosa ha acumulado mucho Midén, pero, ¿de dónde? –

- P-perdóname, un momento. -

– Calla de una vez. ¡Por favor! Sé que estás agitado, pero preferiría matarla por sorpresa, mientras se entretiene comiendo. Así tendremos más posibilidades de salir ilesos. –

* ¡¿Esa cosa?! ... Qué mal... *

Me debatía entre quedarme completamente quieto o salir corriendo, el miedo dentro de mí no había decidido todavía.

- E-eso es... -

- Sí, el causante de todo eso que había a nuestra espalda. Pero no me iré sin matarlo. No morirá nadie más. –

- Gente muerta. –

- Sí, lo sé. -

No daba crédito a lo que estaban viendo mis ojos.

* ¿Qué es esa cosa? ¿Todo eso es sangre? ¿Cuántas personas habrán muerto? *

- Pero. –

La chica puso su mano sobre mi hombro y me miró a los ojos.

- Esto no estaba ni mucho menos dentro del plan. Pero. –

La mano con la que sujetaba su espada temblaba tímidamente, al igual que su voz.

– Hey, escúchame bien, No te dejes llevar por el miedo. Concéntrate. –

No podía dejar de mirar a la criatura, ¿cómo iba a dejar de hacerlo?

La midestia seguía despedazando trozos de sus víctimas con sus garras.

- Nunca he enfrentado una midestia de ese tamaño, pero no la dejaré escapar. ¿Vale? No sé qué va a pasar, así que no hagas ninguna locura. –

- ¿Yo? ¿Estás segura de que esto es buena idea? –

- No lo sé, pero juré servir a mi amo en esta lucha, y eso voy a hacer. Tú espera aquí atrás. –

- T-ten cuidado. –

*¿Servir a su amo en esta lucha? Estoy muy perdido... ¡¿De verdad va a enfrentarse sola a esa cosa?! No quiero mirar. Debería salir corriendo ahora que puedo. *

La chica se giró y empezó a andar lentamente por el callejón en dirección a la bestia.

– Si me pasa algo, corre con todas tus fuerzas. Corre todo lo rápido que puedas de vuelta al paseo marítimo. Allí puede que encuentres a alguien que sí que sea capaz de ayudarte... -

- Oye, ¡espera! –

* Esto no está bien. Tenemos que irnos de aquí. *

No me dio tiempo de expresar mi profundo desacuerdo.

La decisión de la chica, enfrentada contra el miedo que sentía, me dejaron inmóvil sin saber cómo reaccionar, y mucho menos cómo actuar.

<< Fuff >>

De pronto, sin previo aviso, esa cosa fue liberada. ¿Cosa? Supuse que sí, pero en realidad era un no.

Sentí una peculiar brisa procedente de la chica. ¿Peculiar? Quizás no era la mejor palabra para describirla, pero así la interpretaron mis sentidos en esa fracción de segundo.

Era una brisa refrescante, ligera, de un sabor y textura únicos. Olía a libertad. Algo era obvio, esta tenía una esencia especial. Nunca había notado el aire de esa forma. ¿Aire? ¿Brisa?

Fue muy sutil, todo pasó muy deprisa, pero me hizo armarme de esperanza.

* ¿Huh? ¿Qué ha sido eso? *

Apenas tuve tiempo de pensar en eso cuando la bestia me interrumpió con su rugido, el cual sonó como un disparo de cañón desde dentro de aquel callejón.

La bestia se alzó y dedicó toda su atención a la chica de la espada. La envergadura del animal era tal que, prácticamente, la calle se había convertido en su madriguera.

* Joder. Es enorme. Parece que no he sido el único en sentir esa extraña brisa. *

- ¡Ten cuidado! –

La chica no se giró.

Sólo me quedaba rezar por un milagro. La figura y elegancia de la joven contrastaba por completo con el tamaño y la presencia de aquel ser.

Antes de que me hubiera dado cuenta, la criatura cargó furiosa contra nosotros. La chica no movió un músculo.

Se quedó ahí plantada esperando el ataque de la bestia. No quería mirar, pero tampoco podía dejar de hacerlo.

- ¡Cuidado! -

No fue hasta ese último instante antes de ser golpeada que la chica liberó de nuevo esa brisa, la cual se propagó a toda velocidad entre los muros de los edificios que nos atrapaban.

* ¡Es el fin! Podría salir corriendo ahora que ese monstruo está distraído. Llamar a la policía, a una ambulancia... *

Justo cuando yo ya temía lo peor, aquella esencia del aire hizo su efecto. Se concentró toda de golpe y la chica consiguió esquivar a la bestia, colocarse a su espalda e incluso infligirle un potente corte con la espada en toda la parte inferior del tronco.

Todo en cuestión de un suspiro. Menos de dos segundos, o de uno.

- ¡¿Huh?! -

La bestia cayó herida debido al contundente ataque.

El momento que este ser llevaba consigo hizo que su herido cuerpo se arrastrase por el asfalto como una brocha recién sumergida en pintura.

El suelo se volvió a teñir de rojo, y el cuerpo de la bestia recorrió unos metros antes de detenerse, inmóvil, entre la chica y yo.

- Esa brisa, esos movimientos... ¿Es que esta chica tiene superpoderes? Estoy realmente impresionado... –

Físicamente, no pude controlar mi sorpresa.

* Nunca había visto nada igual. Esto parece sacado de un libro de ciencia ficción. Lo movimientos de la chica, el monstruo derrotado frente a mí. No tiene ningún sentido. Aun así, no puedo evitar pensar en las víctimas perdidas antes de que llegásemos. ¿Cómo ha podido suceder algo así? *

- Hey, buen trabajo. –

Animé a la chica de la espada, la cual respiraba un poco más aliviada, pero sin quitarle los ojos de encima a la criatura.

Puede que incluso dejase entrever, en ese rostro de concentración y violencia, una pequeña sonrisa de orgullo.

- ¡Vaya forma de acabar con el monstruo! -

Yo, llevado por la adrenalina del momento me atreví a acercarme un poco a ella y al cadáver de la bestia.

- Sí, no está mal. Aun así, es improbable haberla matado con ese corte. Con ese tamaño y esa esencia impura que desprende, supongo que... ¡Espera, espera! ¡No te acerques! ¡Aun no! ¡Podría seguir viva! -

La chica me gritaba y espantaba a base de aspavientos para advertirme del peligro aún existente.

Su reacción me asusto, pero el hecho de ver a la criatura moverse de nuevo lo hizo aún más.

La bestia resurgió con violencia desde el asfalto, pero esta vez vino directa hacia mí. Con sus largas y atléticas extremidades, saltó en dirección a su víctima más sencilla en cuestión de instantes.

El mundo se ralentizó a cámara lenta, mi mente se dio cuenta de mi error. Mientras, yo caía al suelo y la criatura se abalanzaba sobre mí mostrándome los puñales de su boca.

* Soy un completo idiota. Si no fuese tan imbécil hubiese juzgado mejor la situación. ¿No debía esperarme quieto en mi sitio? Entonces, ¿por qué he dejado de hacerlo? *

Por suerte, la chica reaccionó con velocidad y se lanzó sobre el lomo del monstruo.

Usó su espada para apuñalarla por la espalda, rasgando en el acto gran parte de su pelaje y sacrificando toda su elegancia para salvarme a base de acero y brutalidad.

La bestia entró en pánico al sentir como la espada de la chica le atravesaba las pieles.

La chica se agarró a su pelaje y aprovechó para herirla en múltiples ocasiones más con su arma.

La bestia trataba de zafarse de la amenaza de la chica sacudiéndose como loca y chocándose con las estrechas paredes del callejón.

No tardó mucho en provocar la caída de la chica, quien calló desde cuatro metros de altura. Sorprendentemente, consiguió amortiguar su caída.

Desgraciadamente la midestia volvió a atacar antes de que la chica se recuperase. Debido a la diferencia de tamaño, no tardó en verse acorralada.

Me levanté como pude. Mi instinto debatía entre quedarse o huir. Mientras, la chica de la espada era golpeada contra la pared por las garras de la bestia y pese al dolor trataba de hacer lo imposible para darle la vuelta al enfrentamiento.

La chica era atacada con rabia. Solamente los cada vez más erráticos bloqueos con su espada evitaban que recibiera algún golpe mortal.

Las fuerzas de la chica empezaban a mermar, parecía un combate decidido.

Sangre caía de sus brazos. Hasta tres cortes graves pude contar en medio de ese combate. La única esperanza que tenía era que la bestia también sangraba.

* ¡¿Qué puedo hacer?! Mi orgullo me empuja a ayudar, ¡pero es una idea suicida! *

La chica y la bestia seguían intercambiando ataques en ese ambiente tan claustrofóbico. Pese a sus heridas y fatiga, la chica no bajó el ritmo de combate, y mucho menos la técnica. Con unos inteligentes y rápidos movimientos consiguió confundir y herir a la midestia en una de sus garras.

Yo seguí debatiéndome entre la heroicidad, el honor y el peligro de muerte mientras observaba aquella escena.

* Si intento hacer algo, esa cosa me matará. Posiblemente pese más de ciento cincuenta kilos. ¿Morir?, morir voy a morir igualmente... *

La bestia rugía con fuerza.

- No puedo dejar a la chica sola. Debo hacer algo al respecto. Joder. Realmente, estando en mi posición, es la oportunidad perfecta para realizar un sacrificio. Mi fin está cerca igualmente, ¿acaso no será mejor morir de forma heroica? –

Avancé dos pasos hacia la encarnizada batalla, pero, de pronto mis piernas se congelaron. Aparté la vista y miré hacia la salida.

- ¡Decídete, idiota! –

Me dije a mí mismo.

- Seamos útiles por una vez. Si volvemos a distraer a esa cosa, la chica podrá herirla de nuevo, justo como antes. Puedo hacerlo. No. Soy un miedica... Aventura... –

El corazón se me iba a salir del pecho.

Volví a mirar hacia el fondo del callejón y cogí aire.

* Venga. Hagámoslo. *

- ¡No seas tonto, Asher! –

Me detuve de nuevo antes de dar un solo paso.

– Si de verdad voy a actuar, debo esperar el momento justo para aportar algo de utilidad. ¡Si me lanzo sin más no lograré nada! Tengo que esperar la apertura, sólo tengo un intento. –

Me dispuse para actuar, pero mantuve la distancia hasta verlo claro. No tenía plan, ni unas habilidades excepcionales. Sólo tenía una vida y debía usarla bien.

Esperé paciente unos segundos en busca del momento oportuno.

Tras otro crudo intercambio, la bestia acabó por embestir desesperadamente a la chica con su propia cabeza.

Ella consiguió salir más o menos ilesa hacia la espalda del monstruo, pero una coz de la bestia la dejó herida y desarmada.

La espada salió volando en mi dirección y la chica se quedó atrapada a un lado.

- ¡Ahora! -

Ahí lo vi claro. Era el momento de mi aportación suicida.

- Bueno, que pase lo que tenga que pasar. ¡Pero yo lo voy a intentar! -

Comencé a correr y a gritar como un loco en dirección a la bestia, para llamar su atención.

No tardó en olvidarse de la chica y en dedicarme toda su atención.

La midestia, la cual tenía todo el lomo ensangrentado, cargó directa a devorarme. Yo corría directo hacia ella. Mi objetivo era la espada que descansaba en el suelo. Aquella con la pluma celeste en el mango.

- ¡Es mi momento! -

Me lancé al suelo de una manera poco ortodoxa mientras la criatura se abalanzaba sobre mí. Apenas un metro y medio nos separaba.

En el ambiente se sentía la brisa que antes me había llamado tanto la atención.

Ese aroma que acababa de descubrir era inconfundible.

Esquivé al monstruo, este me sobrevoló, y yo conseguí hacerme con la espada del suelo. Rasgando parte de mi sudadera en la caída.

*¿Ahora qué hago? *

Dije con la espada en la mano. Pese a haber conseguido la espada y tener la adrenalina por la nubes, sabía que la bestia me seguiría rebanando el cuello con o sin esta.

Me giré para comprobar cómo, efectivamente, la midestia ya volvía hacia mí.

La primera vez había conseguido evitarlo. Pero ahora, desde el suelo iba a ser imposible.

- ¡¿Qué hago?! ¡Piensa, piensa! -

- ¡Asher! –

Gritó la chica. Esta corría en mi dirección y la de la bestia.

No tuve tiempo de dudar.

Conforme la vi venir hacia mí, le lancé la espada con cuidado, procurando que al menos pudiese agarrar el arma por su mango.

La bestia abrió sus fauces para arrancarme medio cuerpo con un solo mordisco.

La chica saltó ante mí. Cogió la espada en el aire y con una elegante pirueta acabó por hundir su espada en el cuello del animal y desviando a este de mi cuerpo debido al impacto. La brisa de la esperanza llegó a mi lado justo después de ella en forma de estela.

Eso no evitó que todo acabase en un muy poco climático accidente múltiple.

Pese haber desviado la cabeza del animal, todo su cuerpo nos llevó por delante.

Rodamos un par de metros, pero el daño fue mínimo comparado con el que iba a ser.

Conforme nos detuvimos la chica se levantó a toda prisa para asegurarse de que, esta vez, la herida al cuello hubiese sido mortal.

* Estoy. Vivo. *

Sin pensárselo dos veces, penetró la cabeza del animal con su espada antes de darlo por muerto y dejó su espada allí clavada. Un extraño humo blanco emergió sutilmente del cuerpo del monstruo.

Mis tripas se revolvieron al ver la sangre y la materia gris de la criatura empapar la calle, pero en el fondo me sentía muy aliviado.

La chica al fin pudo descansar. Respiraba nerviosa y cansada y su postura ya no era la de una mujer sofisticada.

Lo que antes era una fina y refinada joven que parecía amar la música, ahora se veía como una agotada máquina de matar. Entre jadeos y sudores, pude ver que tenía unas cuantas heridas profundas, en especial, en el antebrazo derecho.

- ¿Lo logramos? –

La chica asintió moribunda y cansada, las heridas de su brazo debían escocerle mucho.

Yo aún seguía en el suelo. El fuerte impacto contra el animal me dejó con dolor en todo el cuerpo, especialmente en el lado izquierdo de la cadera.

Me quede unos segundos en el suelo, con la cabeza apoyada en el asfalto. Cerré los ojos e intenté poner el caos de mi cabeza en orden.

- No sé qué demonios ha pasado, pero al menos seguimos vivos. Creo que nunca en mi vida había pasado tanto miedo. –

- El miedo es normal. Es mejor tenerlo que echarlo en falta, en el fondo es un instinto de supervivencia. Además, no hay nada peor que jugarte la vida y arecer de miedo, acostumbrarse es relajarse, y relajarse es morir. -

- Tengo tantas dudas. -

- Pregunta lo que quieras. –

Contestó la chica mientras se sentaba agotada a mi lado, y, con un trozo arrancado de su jersey, se improvisaba un vendaje en el brazo.

– Pero, antes de nada, ¿estás bien? –

Siguió la chica.

- Vivo, supongo. ¿Te sirve? –

- Sí. Mientras eso siga así, me sirve. –

- En realidad, me duele todo el cuerpo y estaba muy nervioso pensando que iba a morir. –

- No te preocupes, me lo imaginaba. –

- ¿Y tú? ¿Cómo estás? –

- Sinceramente, esa midestia era muy potente, más de lo que en un principio predije, incluso llegué a pensar que no lograría vencerla. Por suerte, la fortuna estaba de nuestro lado esta vez. –

- ¿La fortuna? –

- Llámalo azar si lo prefieres. –

- Ya. -

* Es increíble la capacidad de pelear de esta chica. Parece que haya salido de una película de acción. Como si todo esto fuese parte de un sueño... *

. ¿Cómo supiste que esta cosa andaba suelta cerca? –

- No sé cómo explicarlo. Todas las midestias tienen ese aroma característico. Desde pequeña se me ha dado bien encontrarlas. -

- Ya veo. La verdad, verte luchar ha sido increíble. ¿Cómo podías moverte así? ¿Tenía algo que ver esa brisa que aparecía cuando luchabas? ¿Es un superpoder? –

Pregunté mientras me reincorporaba poco a poco hasta sentarme. La chica observaba sentada el firmamento, el cual, pese a la contaminación lumínica, se dejaba ver tímidamente.

- Esa es una buena pregunta... Sin duda. Pero. –

- Si es algo muy personal, no hace falta que me lo cuentes. –

- Para nada, no es algo personal. –

Dijo la chica, hipnotizada por el cielo.

– Pero yo no soy quien debe hablarte de esto, no estoy aquí para eso. Pronto vendrá alguien que te lo explicará todo. Después de lo que acaba de ocurrir, no creo que tarde mucho en llegar. –

- ¿Alguien? ¿Tu amigo? –

- Sí. Más o menos. –

- Ya veo. Esperaremos entonces. -

Ambos nos quedamos en silencio un rato.

Yo me puse también a observar las estrellas mientras reflexionaba.

* Hoy ha cambiado mi vida, aunque no como yo hubiese querido. En cuestión de horas, todo ha dejado de tener sentido: Enfermedades mortales, llantos, luchas a muerte... No volveré a ver el mundo como el lugar que era antes. Nunca olvidaré la tristeza y miedo que he sentido hoy, aunque, no todo tiene por qué ser negativo. Al menos, esta noche descubrí lo que se siente cuando te enfrentas a un temible monstruo y lo acabas venciendo, sentí la adrenalina como nunca la había sentido... Parece que este mundo esconde mucho más de lo que creía. ¿Me dará tiempo a conocer sus secretos? *

El tiempo pasaba y la chica y yo seguíamos allí sentados, en silencio, mirando el firmamento. La brisa se paseaba por el callejón y su susurro era lo único que se podía escuchar.

- Este último día ha sido muy intenso. –

- Sí. –

- No está mal descansar un poco por fin. –

- Sí. –

- ¿Puedo preguntarte otra cosa? –

- Pregunta lo que quieras, yo decidiré si te puedo responder, o no. –

- Está bien... Esto, ¿cuántos años tienes? –

- ¡Huh! N-no voy a responder a esa pregunta ahora. Qué cosas dices. Ni en un momento así... –

Dijo la chica despegando su vista del cielo.

Nuestras miradas se cruzaron y pude ver el rostro de la chica con más calma.

- ¡¿Ash-Asher?! -

* Esa no era la expresión que esperaba encontrar. Creo que no le ha hecho mucha gracia mi pregunta. *

El rostro de la chica me resultó muy extraño, parecía, ¿preocupada?

* Qué incómodo. Será mejor que haga algo... *

- Hahaha, era broma, no tienes que contestar, sólo quería ver tu reacción. –

- ¡¿E-en serio?! Hihihi, e-era una pregunta interesante, la verdad. L-la verdad, y y en mi opinión. –

Una voz desconocida se unió a la conversación, justo detrás de mí. Su acento y forma de hablar eran extraños.

- ... -

Vi el rostro de la chica alerta, o más bien, asustada.

- ¿Q-qué tal estáis? E-es un placer que podamos reunirnos al fin. ¿N-no creéis? -

Yo estaba confuso, no había percibido a nadie acercarse en todo este tiempo. Es más, la brisa seguía siendo lo único que se escuchaba.

- ... -

Un extraño olor a quemado apareció de pronto. Pude notarlo bien al tragar saliva, mi garganta se irritó y mis pulmones se amargaron.

- A. Ash. A. –

La chica apenas podía hablar y trataba de advertirme del peligro que tenía detrás. Sus manos temblaban igual o incluso más que su voz. Y su mirada... Esos ojos color granada...

Trataba de levantarse lentamente, pero sus piernas eran frágiles como el cristal.

Sentí un fuerte escalofrío al imaginarme quién podría estar detrás de mí.

* ¡¿Cómo no he podido darme cuenta de que tenía a alguien detrás?! *

Una gélida gota de sudor recorría mi cara, no era lo suficiente valiente como para girarme.

Esto era mil veces peor que esa midestia, esta vez el miedo me había secuestrado y había acabado con cualquier potencial intento de moverme, y al no ser lo suficientemente valiente como para girarme, toda la tensión se concentraba en mi imaginación.

Podía escucharlo respirar de forma arrítmica y asquerosa. Ni un cerdo respiraba así.

- E-es de mala educación ignorar a alguien cuando os dirige la palabra. Hihihi. N-no vayáis muy lejos, aún falta ese "amigo" vuestro del que tanto habláis. P-por cierto, ¿p-podríais decirme quién es? N-no podemos empezar, hihihi, la fiesta sin él. –

Los dientes de ese hombre comenzaron a rechinar como un monstruo del inframundo. En ese momento, mis mayores miedos se hicieron realidad, la pesadilla que trataba de borrar de mi mente volvía a ella.

- No, no, no, no, no. –

- S-sí, sí, sí, sí, hihihi, Asher Percedal, e-he venido a saludarte a ti también. –

- ¡No, no, no, no, no! –

* No puede ser. *

Estaba completamente congelado.

Mientras, la chica se encontraba ya muy cerca de su espada, la cual seguía clavada en la cabeza de la criatura.

Tenía miedo incluso de respirar.

- Asher, pase lo que pase, no pierdas la calma. R-respira hondo, todo va a salir bien. –

Suspiraba. Su rostro era también de puro terror.

- ¿Q-qué pasa, Asher Percedal? ¿T-tienes miedo de algo? –

- N-no, no tengo miedo. Lo juro. Por favor... -

* Tengo que salir de aquí. *

Eso fue hasta que el hombre me agarró de los hombros por detrás y me levantó. Un par de lágrimas llegaron a brotar de mis ojos.

- Hihihi. N-no te preocupes. Y-yo te ayudaré a levantarte. A-al fin y al cabo, e-es lo que hacen los amigos. -

Vi de nuevo esas putrefactas manos, con dedos esqueléticos y uñas podridas. Mi corazón se detuvo de golpe. Podía imaginarme perfectamente su rostro, sonriendo detrás de mí, haciendo ese sonido con los dientes.

* Por favor, Dios, apiádate de mí. Por favor. *

- ¡Asher! –

El extraño poder de la chica me llegó de pronto, a estas alturas ya sabía lo que significaba eso.

Grité y me despegué del hombre tan rápido como pude, el miedo me iba a volver loco.

- ¡Aparta! –

Dijo la chica mientras saltaba atacarle con su espada.

Yo me tiré al suelo rápidamente para no estorbar.

- V-vaya, hihihi, s-siempre tiene que acabar todo con violencia, n-no hay manera de dialogar. -

La chica lanzó un corte con todas sus fuerzas para acabar rápido con la amenaza.

En lugar de esquivar el ataque, el horrible hombre puso su brazo para que la espada impactase contra este.

La espada atravesó la carne del hombre, pero no avanzó lo suficiente para partir el hueso, se quedó allí incrustada.

- ¡¿Qué?! -

La chica se quedó helada al ver el fracaso de su ataque.

Todo se detuvo en seco, el único movimiento que había era la brisa de la chica disipándose.

- ¡¿Ha parado el golpe con el brazo?! -

- Hihihi, p-pero qué espada tan bonita. M-me encanta conocer nuevas jóvenes guerreras. –

Dijo con la espada aún clavada en el brazo.

Después, dejo ir la espada y relamió con placer toda la sangre que circulaba por brazo y entre sus dedos.

- ¡Q-qué maravilla! ¡Q-qué espectáculo! -

* C-creo que voy a volverme loco. *

- ¡Asher, huye! –

Dijo la chica mientras atacaba de nuevo.

- Pero. –

- ¡Huye te he dicho! -

Yo traté de levantarme, pero el miedo y el mareo no me lo permitían.

En ese momento sentía que se me había olvidado cómo caminar.

- Hihihihihihihi. E-espera, no te vayas ya. -

Desgraciadamente, mientras yo trataba de no volverme loco, los ataques de mi compañera no eran efectivos.

La batalla de antes había sido dura, pero aun así, una vez más la chica lo daba todo para protegerme.

Eso no era lo que a mí me llamaba la atención.

- ¿Cómo puede moverse así ese hombre? -

Se movía como un alienígena. Era veloz y cambiaba entre poses extrañas.

Se dedicaba a simplemente esquivar los cortes que le amenazaban, y si alguno se acercaba más de la cuenta, no dudaba en detener el afilado acero con sus propios brazos, con su propia carne. Daba la sensación de que sus ojos estaban a punto de salirse y pese a sus heridas, el hombre portaba aún consigo su siniestra sonrisa.

- Hihihihi, v-vamos, v-vamos. S-sé que puedes hacerlo mejor. –

- ¡Silencio! –

- Q-qué carácter, s-serías perfecta para la Cábala del Midén. Hihihi, siempre estamos buscando nuevos miembros. ¿S-sabes? -

- ¡Cállate! ¡Asher! ¿Qué haces aquí aún? Vete, por favor. No voy a poder vencer a este paso. –

- Oye, yo. No. –

- Hazme el favor y vete. ¡Ahora! –

- M-mira qué cara pone. ¿C-cómo puede pedirle que te abandone en un momento así? O-oye, oye. Si te vas, mataré a esta bonita chica y luego iré tras de ti. N-no me importa cambar de orden. –

El hombre dejó de pelear con la chica. La espada de esta se quedó clavada en su hombro.

- Hagamos u-un trato: si te quedas aquí con nosotros, prometo dialogar en lugar de mataros, a vosotros. ¿V-vale? ¿C-cómo suena eso? Hihihi, s-soy un gran negociador. ¿N-no? –

Miré a ambos indeciso y atemorizado.

* Si me voy, ambos vamos a morir. *

- ¡Asher! No le hagas caso. ¡Sal de aquí! –

* Si me quedo... *

- ¿A-Asher? Hihihi. ¿Q-qué vas a hacer? E-encima que dejo que tú elijas... –

- E-está bien. M-me quedaré. Pero c-con una condición. -

- Hihihi, ¿e-en serio? D-dime, ¿Cuál es tu condición? E-en joven quiere dialogar ahora. Hihihi. ¡N-no puedo esperar oír tu oferta! –

- Q-quiero que, por favor, dejes que ella. -

- ¡Muérete! –

El suelo bajo el hombre loco y la chica se tiñó de sangre.

Mientras planteaba mi condición, la espada de la chica atravesó el pecho del hombre. Sacó la espada del hombro del loco, y le atravesó el estómago con ella.

- ¡¿Qué?!-

- Nunca haremos un trato con esos sucios herejes y traidores. ¡Basura! Que la gracia divina acabe con la vida de aquellos que quieren acabar con la esperanza y la civilización. –

Dijo la chica seria. Todo esto cogió al hombre por sorpresa.

- Oh, q-querida. M-me encantaría morir por ti. -

- ¿Huh? -

-L-lamentablemente, aún no he cumplido con mi propósito en el universo. Hihihi. T-tengo cosas que hacer, l-lo siento. Hihi. –

- Pero. ¡¿Quién eres?! –

- Emm. C-creo que no te lo voy a decir. E-está muy mal eso de, de, de apuñalar a gente cuando no se lo espera, ¿n-no te parece? Y c-con esa espada tan temible. ¡P-por favor! -

El hombre se puso serio y cogió con las manos desnudas la hoja de la espada de la chica y la removió dentro de su pecho.

- ¡¿Cómo?! –

* ... *

- Asher. T-tenemos un problema. -

- Q-querida, querida. Hihihi. D-déjame que te dé un pequeño, muy pequeño, consejito. La próxima vez que trates de matar a alguien, p-procura que la otra persona no te quede demasiado grande. Ha-hay techos que la gente como tú no debería atravesar. –

El tétrico y deformado hombre se puso serio y golpeó a la chica con fuerza, de golpe, sin previo aviso, con un revés de su brazo derecho.

Esta salió volando y acabó impactando fuertemente contra una de las paredes del callejón, quedando inconsciente en el acto.

- ¡Cuidado! -

Su fuerza no tenía nada que ver con lo que había visto hasta ahora.

* Esto no pinta bien, es demasiado fuerte. ¿Ahora qué? Comparado con la midestia de antes, esto está en otro nivel. *

- No hay forma de ganar. -

Al ver esto, perdí el poco orgullo que me quedaba. Empecé a esforzarme por contener las lágrimas, pero fue inevitable.

- Tengo que salir de aquí. ¿Y la chica? Joder. ¿Qué puedo hacer? ¡Nada! –

- A-Asher. A-amigo. Hihihi, n-no te vayas, hombre. -

Mi único instinto fue arrastrarme hacia la calle principal lo más rápido posible.

La atmósfera del lugar cambió de golpe.

Fue una sensación parecida el poder de la chica, pero esta vez era más agobiante y salvaje. Aquel poder me agotó y frustró antes de yo mismo poder entender lo que estaba ocurriendo.

Sentía que estaba en un pantano, la humedad de este poder calaba hasta mis huesos y me asfixiaba sobre el asfalto.

* ¡Tengo que irme! ¡Ya! *

Seguí cojeando hacia la salida, no estaba dispuesto a girarme de nuevo. Su risa me taladraba los oídos y la mente, mis emociones no tardaron en traducirse en lágrimas.

- O-oye, Asher. N-no te vayas aún. Hablemos, hihihi, ¡hablemos un poco! –

Noté el ambiente intensificarse de golpe. El aire era cada vez más claustrofóbico, como si el oxígeno estuviese desapareciendo.

Caí al suelo sorprendido por una espectacular columna de fuego que bloqueó la salida del callejón. Al frente el fuego, a mi espalda mi mayor pesadilla, sentía que estaba en un matadero.

- Tengo que salir de aquí... ¡Tengo que salir de aquí! ¡Ayuda! -

Busqué por todas partes alguna otra alternativa para huir, pero estaba atrapado por las llamas.

* No, no, no, no... *

- ¿Ho-hola? V-venga Asher. V-vamos a hablar un poquito, que la noche es joven. ¡D-demasiado joven! N-no tengas miedo de mí, s-solo quiero librarte de tus problemas. –

- ¡Déjame ir, por favor! ¡Por favor! –

- N-no puedo. ¡O-ojalá! ¡N-no! T-tenemos que ser amigos, v-vamos, sé mi amigo, A-Asher. –

El hombre anduvo hacia mí. Lentamente, saboreando cada metro que desaparecía entre ambos.

- ¡Ayuda! ¡No! ¡No! ¡No me hagas nada! –

- N-nadie va a venir, n-nadie puede vencerme, ¡e-el Midén bendice mi alma y mi ser! ¡Gloria! Hihihi. E-estas solo en esto. B-bueno, e-en verdad, e-estoy yo contigo, hihihi. –

Además del fuego, de los tejados de los edificios del callejón asomaban decenas de midestias parecidas a la que habíamos matado hace unos instantes.

Algunas eran más grandes, otras más deformes. Todas sacadas de pesadillas o del mismísimo infierno. Todas ladrando, aullando y rugiendo, aclamando por mi ajusticiamiento final.

- ¡No! ¡Para! ¡Para! –

Yo estaba ya completamente fuera de mí. Gritaba desesperado que algún milagro ocurriese. Gritos y llantos que se fundían y disolvían en el caos reinante. No había forma de escapar, no había futuro al que agarrarse, no había fuerzas para luchar.

Mi mente estaba tan saturada y aterrorizada, no podía pensar en una solución. Ni mucho menos apartar la mirada del asfalto.

Me arrodillé y rompí a llorar justo cuando vi que sangre empezaba a brotar directamente desde las farolas como cascadas de pecados.

- ¡Por favor! ¡Por favor! –

La sangre caía también sobre la chica de la espada, la cual seguía noqueada, cubierta de sangre, en la otra punta del callejón. Ni siquiera llegué a preguntarme de dónde había salido. El infierno me estaba tragando, ya tenía bastante con eso.

No había forma de escapar. El hombre loco se iba acercando a mí con su enferma sonrisa la cual relucía, con ese color de putrefacción, entre la sangre y el fuego.

- ¿Qué tengo que hacer? ¿Por qué tiene que pasarme esto? –

Lloraba frustrado.

Decidí no moverme del sitio. Concluí que una muerte rápida era lo mejor. Aunque con mi suerte últimamente, temía que, ni siquiera, me concediera eso el universo.

- Que al menos sea rápido. Por favor. -

- A-Asher. Hihihi. A-Asher. ¡Y-ya voy! ¡Y-ya voy! ¡N-no llores más! –

Reía como un loco mientras se acercaba a mí.

* ¡Qué hago! ¡Qué hago! *

En un último intento, traté de alcanzar con un puñetazo a aquel hombre saltando desde el suelo. Con un grito desesperado, saqué de dentro de mí toda la energía que me quedaba en un último intento de recuperar el orgullo y control de mi vida.

- Mierda. -

El hombre agarró mi puño izquierdo a pocos centímetros de su cara. Sin ni siquiera cambiar su expresión.

- Hihihihihi. –

Estando de pie, justo en frente de él, me empujó y hacia el fuego de la entrada. Tuve suerte de poder frenar antes de ser alcanzado por las llamas.

Apenas dos metros nos separaban. Los ojos del hombre se movían como locos en todas las direcciones mientras reía como todo un psicópata. Si es que aún me quedaba alguna duda de lo que este ser era.

- Hihihihihihihihi. -

Las midestias jaleaban excitadas por la humillación, yo estaba rodeado por sangre y fuego.

De la columna de fuego emergió una gran llamarada, esta vez en horizontal y mucho más caliente que el muro de fuego.

Al ser levemente quemado por ella, rodé asustado hasta quedarme hecho una bola en una esquina. Ya no tenía amor propio, solamente, los mismos instintos de un roedor que huye de un depredador y acaba escondiéndose en el primer hueco que ve. Sin razonamiento ninguno. ¿Por qué iba a razona?

Dejé de escuchar la risa. Fue entonces cuando me di cuenta de que el silencio era todavía peor que cualquier sonido.

- ¿Huh? –

Las midestias dejaron de rugir y el silencio volvió por completo. Me atreví a levantar un poco la vista. Mi rostro estaba marcado por el polvo y los restos de mugre de la acera.

El hombre loco se había quedado quieto, mudo. Mirando, serio, hacia la columna de fuego.

- E-eso no ha sido muy gracioso. Hih... ¡Eso no tiene ninguna gracia! –

Nadie contestó.

Dejó de brotar sangre de las farolas.

- O-oye. ¡N no me gusta que me interrumpan! ¡C-cómo te atreves! ¡D-déjate ver! –

El hombre comenzó de nuevo a rascarse de forma desenfrenada la cabeza, los codos y las axilas.

- ¡O-oye! ¡O-oye! ¡V-vente y juguemos! ¡V-vamos! ¡N-no te hagas de rogar! -

* ¿Qué está pasando? Parece que algo no le ha gustado mucho. *

Otra bola de fuego apareció desde la entrada y recorrió todo el callejón a gran velocidad.

Por poco no impacta contra el hombre, quien consiguió esquivarla a pocos milímetros de su cara.

- ¿Q-quién eres tú eh? S-si eres tan osado, déjate ver. –

El hombre esperaba alerta, parecía que se había olvidado de mí. Ya no se rascaba ni sonreía, parecía otra persona, una más comedida y calculadora. Serio.

- Hihihi, n-no eres tan valiente si sólo atacas y no te muestras. -

Se quedó mirando fijamente la columna de fuego de la entrada. Durante diez segundos, no hubo movimiento alguno.

De pronto, comenzó a sonreír de nuevo. Su rostro se iluminó más que nunca. La locura, el caos, el vicio, todo volvió más reforzado que nunca, dedicándome unos instantes de esa mirada antes de volver a centrarse en el fuego.

– Hihihihihihi, y-ya veo. A-así que vas a unirte a nuestra fiesta finalmente. ¡B-bravo! ¡V-vamos! ¡E-enséñanos todo tu poder! –

- No ha pasado nada, de qué está hablando. ¿qué ha visto? ... Espera. Esa sensación. -

Un fuerte vendaval se desató de golpe, parecía que un tornado hubiese nacido entre las paredes del callejón.

- ¡Esto es! –

- Hihihi. -

Era el mismo tipo de poder que había usado la chica, pero muchísimo más intenso. Otras emociones, otros sabores, otras texturas... Suficiente similar para reconocerlo, pero totalmente distinto a la vez.

Sumándose al viento, las midestias comenzaron a rugir y a aullar de nuevo.

El caos se desató de nuevo. El ruido, la violencia del viento, todo se sumaba en esta espiral de temor y tensión. Todo volvía a acelerarse y yo, desde el suelo, seguía sin asimilar lo más mínimo que estaba sucediendo.

- Hihihihihiihihi. ¡V-venga! ¡V-vamos! ¡A-antes de morir muéstrame la potencia de uno de los perros de los dioses! Hihihihi. ¡V-vamos viejo! ¡No te contengas! ¡Muéstramelo todo! ¡S-sé digno de tu nombre! –

Las llamas también crecieron, pero esta vez, tanto multiplicándose como asalvajándose por todas partes del callejón.

Fuego se creó en todas las direcciones. Las paredes se volvieron fuego, lo mismo el cielo y partes del suelo.

Ambos fuimos envueltos en un túnel de llamas mientras éramos sacudidos por la violenta corriente de aire.

*¡Madre mía! ¡Es un infierno! *

- ¡A-ahí estás! -

Me giré hacia la salida.

De entre las llamas apareció un hombre con el rostro cubierto. Siniestro era un adjetivo leve para aquel hombre.

Parecía que hubiese sobrevivido al mismísimo apocalipsis y volviese a vengarse del primer mundo por ello.

Su figura no era heroica, sino bastante desgastada. Quemaduras y óxido plagaban su ropa.

Caminaba encorvado, pero no deforme, y vestía una larga gabardina marrón. Además, iba encapuchado, con una extraña máscara y con unas gafas negras como el carbón, en las cuales se reflejaban las llamas de este infierno.

* Pero. ¿Quién es este hombre? *

Caminaba lentamente y portaba un extraño guantelete de bronce con un conducto conectado directamente al cuello. Quizás era de cobre.

En su bolsillo izquierdo brillaba algo de color celeste, pero no pude ver qué era.

* Es intimidante. *

Su presencia era un poco tétrica también, no terminaba de inspirarme ninguna clase de confianza, pero, el hecho de ver al hombre loco tan agitado ya llamaba mi atención.

Aun así, opté por quedarme en el suelo a un lado y pasar lo más desapercibido posible. Tragué saliva. Poco a poco iba recuperando el control de mi cuerpo.

- Pastor del Midén, vengo a por Asher Percedal. –

- ¡¿Qué?! –

* ¿A por mí? *

- ¿Pastor? -

- He permitido tu existencia hasta ahora, pero interponerte en mi camino será el pecado que colmará la balanza de la justicia divina. -

- B-bien, b-bien. Hihihi, s-siempre he querido conocerte. –

- Retírate antes de que cobre tu vida en nombre de las suyas. –

Señaló la pila de carne humana, al fondo del callejón, mientras se acercaba a mí y al loco.

- Hihihi, a-a mí no puedes ordenarme nada. R-reza más bien por no unirte tú antes a esa montaña de muertos. –

- Ahórrate morir. Métete en una cueva, tapa la salida y procura no volver a salir de allí. –

- Hihihihihi. -

El hombre del guantelete se paró delante del Pastor del Midén.

- ¿Y bien? –

El Pastor loco no mostraba signos de intimidación, más bien, estaba más emocionado que antes.

- A-ahora que por fin te he sacado de las sombras, no puedo dejar que te vayas tan fácilmente. Hihihi, m-me ha costado mucho trabajo, n-no me iré sin probar un poco de tu sangre. Hihihi. –

- Vas a morir en vano... ¿Eres un heraldo? –

- Hihi. S-sí y no, o sí. ¡No! ¿Q-quién sabe? ¿A-a quién importa? –

El Pastor se acercó a escasos centímetros de la cara del sujeto encapuchado.

- T-tu tumba será este vertedero de mundo. ¡C-con tu muerte comenzará la ascensión de la Cábala del Midén! ¡Recuperaremos lo que es nuestro! –

- Suficiente. –

El hombre del guantelete lo golpeó en la cara con tal fuerza que el Pastor salió disparado hasta el fondo del callejón. El golpe fue tan rápido que, hasta que no vi al hombre loco salir volando, no supe qué era lo que había ocurrido.

Una gran cantidad de ese poder se liberó con el impacto. La brisa llegó hasta mí, devolviéndome una pequeña esperanza.

- Pero ¡¿qué?! –

No di crédito. Rápidamente me sequé las lágrimas y puse toda mi atención en lo que estaba ocurriendo frente a mí.

Al fondo del callejón, aun desde el suelo, aquel loco aún se recuperaba del fuerte golpe.

Escupía sangre y algún que otro diente de su lado izquierdo de la cara. Pese a su estado, se levantó sonriente, aún más tétrico que antes, con la nariz y los labios marcados por la violencia de aquel ataque.

* Lo ha herido... *

El hombre del guantelete no dijo ni una palabra más. Ni siquiera se movió de su sitio.

- Hahahahahahaha. Hahahahahaha. –

Reía como un loco.

- ¡Q-qué emoción! ¡Q-qué eeemoción! ¿N-no me lo puedo creer! ¡C-cuánta potencia! ¡V-venga, venga! ¡M-muéstrame más! ¡T-tengo que verlo antes de arrancarte la cabeza de cuajo! –

Se revolvía de rodillas escupiendo saliva y sangre entre frases.

* ... *

El ser de la máscara apuntó su guantelete hacia el Pastor.

De este empezaron a brotar pequeñas llamas que comenzaron a concentrarse en la palma de su guante. Podía sentir el calor y la energía concentrada en ese momento. No era el mismo fuego que el resto de mi alrededor.

- Este hombre. Puede que sea el amigo al que se refería la chica antes. Creo que aún puedo salir vivo de aquí. –

Murmuré.

Todo el fuego del guantelete fue liberado de golpe en dirección al Pastor, pero este la esquivó a gran velocidad y corrió buscando acortar distancias.

En menos de un segundo, ambos comenzaron a intercambiar golpes.

- ¿Qué ven mis ojos? ¿Cómo es posible? -

La lucha era intensa y su ritmo, inhumano. Sin duda, esta gente era bastante más poderosa que mi nueva amiga, y la intensidad de la lucha lo demostraba.

Esta vez, preferí quedarme quieto en mi sitio, observando boquiabierto la batalla, pero con cierta tensión ya que sabía que mi vida seguía en juego.

- Esta gente no puede ser humana. Simplemente, no puede... -

- ¡Vamos, vamos! Hahahaha. ¡M-muéstrame más! ¡D-desata todo tú poder! ¡T-tengo que verlo! –

Deliraba y reía.

- ¡C-cuando mueras, esnifaré todo el maná que liberes! ¡P-por la verdadera gloria! ¡L-lejos de estos invasores! Hihihihi. ¡Muere! ¡Por la Cábala! –

La pelea fue muy intensa. Ambos bailando entre las llamas y golpes. Poseídos por la velocidad del combate. Con precisión.

Los golpes no cesaban en volumen. Incluso, de vez en cuando, y sumándose a esas combinaciones, más llamaradas brotaban del guantelete del hombre de la gabardina sin tiempo para asimilarlo. Pese a todo, lo poco que pude ver era que el hombre de mis pesadillas no estaba al nivel del siniestro hombre de la máscara y la capucha.

Pasó un rato y, tras ver que su destino era la derrota, el hombre loco utilizó sus últimas fuerzas en concentrar todo el fuego de su alrededor y así crear una enorme bola de fuego en la que fulminar a su rival, el cual no se movió y se dejó atrapar entre las llamas.

Mientras, el hombre loco se giró una última vez a mirarme. Una última vez, nuestros ojos se encontraron, cada uno, con sus propios problemas.

* ¿Quién será ese hombre en realidad? *

Por más que estuviese siendo derrotado, algo no cambiabas: no podía evitar sentir miedo al ver, en medio de su desfigurada cara, esos ojos llenos de demencia mirarme por última vez.

- Hihihi. P-procura no molestar a mi rebaño Asher Percedal. O-o e-el Pastor volverá a buscarte. Y t-te castigará. Hihihihi. –

Sonrió ensangrentado.

No contesté, solamente asentí cauto.

Después de eso, la enorme bola de fuego estalló, y su fuego me alcanzó de lleno. No tuve tiempo para protegerme. Ni siquiera tiempo para acordarme de que había tal cosa a pocos metros de mí.

- ¡Mierda! -

Aun así, acabé ileso. Ni siquiera noté el calor de las llamas. Estas se disiparon sin dejar rastro alguno antes de, si quiera, tocarlas.

- E-estoy, ¿bien? -

De la explosión apareció el hombre de la gabardina y el guantelete, también ileso. Acto seguido miré a mi alrededor buscando localizar de nuevo al Pastor del Midén.

No lo vi por ninguna parte, aunque su siniestra risa resonaba de vez en cuando en mi memoria.

- ... -

- Un momento... -

Ya no había sangre por ninguna parte. Ni monstruos acechándonos. Bueno, había uno: el cadáver de la midestia que derrotó la chica de la espada estaba un par de metros a mi derecha, justo donde lo habíamos dejado.

- ¿Todo eso era una ilusión? –

Miré al hombre de la gabardina y él me devolvió la mirada desde la lejanía.

El cable que conectaba su cuello con el guantelete se soltó de golpe y de dentro empezó a salir una gran cantidad de vapor. Metió su mano en su bolsillo izquierdo y la dejó allí, respirando profundamente a través de su máscara. Era el mismo bolsillo del cual, durante todo este tiempo, no había dejado de emanar aquella luz celeste.

Yo también me detuve unos segundos para bajar mis pulsaciones.

- ¡Es verdad! La chica. –

De pronto caí en que mi compañera había resultado herida.

Me levanté del suelo torpemente y fui hacia la pared en la que descansaba.

Poco a poco esta empezaba a moverse, aun dolida por el fuerte golpe.

Cojeé hasta ella y traté de examinar su estado.

- Oye, oye. ¡¿Estás bien?! –

El hombre andaba, con las manos en los bolsillos de la gabardina, también hacia la chica para atenderla.

- Hey, hey, despierta. ¿Cómo estás? –

- Ya voy, ya voy. M-me duele. Mucho. –

<< Cough, cough. >>

- Dame un segundo. –

- Tranquila, no te fuerces demasiado. El peligro ha terminado. –

- Él. A-al final sí que ha venido. –

- Sí. –

<< Cough, cough, cough. >>

- Oye, señor, tiene que ayudarme a llevar a esta chica a un hospital. Necesita que un médico la vea pronto. –

Dije mientras me levantaba y giraba hacia el señor de la gabardina, quien se acercaba también lentamente hacia nosotros.

Caí al suelo al sentir cómo algo perforaba mi esternón y reventaba todas las costillas con las que se encontraba a su paso. El objeto que me atravesó llegó a asomar por mi espalda. O eso fue lo que sentí.

- ... -

Uno jamás podría llegar a imaginar lo que se siente en esa situación. El dolor. Por naturaleza, no estamos diseñados para comprender semejante agonía.

* ¡¿Qué?! Quema. ¡Mierda! *

Empecé a retorcerme y a gritar de dolor. El pánico me poseía mientras trataba de detener la hemorragia con mis propias manos. Pronto tuve que apartarlas, ya que estas no podían soportar el calor que brotaba del orificio en mi pecho.

* ¡No, no, no! ¡¿Qué es esto?! *

Todo pasó muy rápido. El suelo se teñía de tinto mientras el mundo se descontrolaba a mi alrededor.

* ¡¿Cómo ha podido pasar esto?! ¡¿Por qué?! Él... *

Poco a poco fui perdiendo la consciencia de mi cuerpo y de mis ideas. El dolor era lo único que me mantenía despierto.

<<*@*^'/¨*''~;>>

- ¡Mi pecho! ¡Duele! ¡Quema! –

Agonicé.

Todo me quemaba por dentro. Lo que sentía en el pecho era una fuente de presión que comprimía mi existencia en sufrimiento y agonía, como si tuviese un yunque candente sobre mí, el cual no me permitía mover ni un músculo.

- ¡¿Por qué?! Esto. ¡¿Por qué?! ¡Tú! -

Mi aliento eran brasas y toda mi ropa expresaba un único mensaje.

*¿De dónde ha salido tanta sangre? *

Pensé moribundo y asfixiado desde el suelo viendo como esta se escurría entre mis dedos y el suelo.

- ¡Aire! ¡No puedo! -

Tras unos segundos de pura agonía, todos los males se fueron disipando. Sentí de pronto serenidad y relajación. Al fin un poco de paz.

Mi cara tocaba el suave asfalto, pero yo no lo sentía. Solamente sentía su tacto fresco, poco significativo, en mi rostro. Nada más.

* Ahora mismo me echaría una buena siesta. *

Mi visión empezaba a fallar y ya no notaba mis extremidades. Lo único, la luz de las farolas y el sonido del aire pasando tímidamente por mi boca entre polvo y sangre. Este fluía intermitentemente al ritmo de las contusiones y espasmos de mi pecho.

* ¿Me estoy olvidando de algo? La sangre es más roja de lo que pensaba. ¿De verdad es toda mía? *

Razonar era cada vez más difícil. A este ritmo, no quedaba mucho para mi fatídico final.

*Entonces, ¿esto es el fin? *

Miré el agujero de mi pecho y todo a su alrededor cubierto de sangre. Aun salía una especie de humo de allí.

* ¡Mierda, mi cuerpo! ... Bueno, está bien. Hoy ha sido un día de infarto y a este ritmo tampoco iba a durar mucho más. Esto me queda grande... Prefiero, al menos, acabar por todo lo alto. *

<<Cough, cough, cough, cough>>

Apoyé de nuevo la cabeza en el suelo en busca de descanso. Alguien tosía. Parecía que se estuviese ahogando.

* Es verdad. Ella también estaba aquí. Me había olvidado por completo. *

- ¡Asher! ¡Asher! -

<<Cough, cough>>

- ¡Aguanta! ¡¿Me oyes?! –

Me gritaba la chica mientras trataba de recuperar el aliento e incorporarse. Pese a sus esfuerzos, no tenía mucho éxito.

<<*@*^'/¨*''~;>>

* ¡Mierda! Tengo que aguantar. ¡Tengo que moverme¡¡Venga! *

Todo era desfavorable, pero aun así decidí intentarlo. Traté de darlo todo, pero llegados hasta este punto mi cuerpo era un objeto inanimado más.

- Es imposible. Mejor me quedo aquí descansando. Ya he tenido suficiente por hoy... -

Me dije a mí mismo.

Apenas pude cambiar un par de centímetros mi posición pese a todos mis esfuerzos. Acabé, simplemente, mirando de lado justo a los pies de un bordillo. Fue más que nada un anecdótico intento sin resultado.

- ¡Asher! –

De mi boca empezó a brotar mucho líquido. Este salía a borbotones abriéndose paso entre el poco aire de mi cuerpo y mis dientes.

*Pero... Esto sabe a metal. Esto no es saliva. *

Pronto me di cuenta.

Ya me había dado por vencido llegados a este punto, ya había aceptado mi trágico destino. Esperaba el momento en el que todo se acabara por fin. El momento en el que poder descansar.

Solamente me sorprendía la forma en la que el tiempo se dilataba al final, mi cerebro trataba de capturar hasta el más último instante. Era un gran contraste: la acción ocurrió muy rápido, pero la agonía era lenta.

El hombre que me hirió de muerte se acercó de nuevo a mí. Seguía sin decir ni una sola palabra.

- ¡Eh! ¡Maldito! ¡¿Por qué has hecho eso?! ¡¿De qué bando estás?! –

Le preguntaba la chica.

El hombre siguió caminando y ajustándose bien de nuevo su guantelete.

Ese hombre ya no me importaba. Como mucho me importaba mi familia, la cual apareció en medio de mi tempestad de ideas justo cuando tenía frente a mí las sucias botas de aquel ser.

* Mamá, papá, Leon... Qué mal... Las farolas antes brillaban más. *

- ¡Oye! ¡Espera! ¡ESPERA! ... ¡Asher! ¡Ya voy! –

Eso fue lo último que oí. Lo último que escuché antes de perder el conocimiento.

La chica de la espada trataba de acercarse a mí, pero su cuerpo no estaba en condiciones de intentarlo. Fue una dura batalla, en el fondo no la culpaba de encontrarse en esas condiciones.

Sentí pena por no poder salvarnos a ambos. Culpa, vergüenza. No pude serle de ayuda a nadie.

*Yo quería ayudarte. ¿Por qué tengo que ser tan inútil? *

*Mierda. N-no quería morir aún. Sólo un poco más... De verdad, quería vivir un poco más. Dame un poco más de tiempo, por favor. *

Eso fue lo único que pude pensar antes de finalmente colapsar por completo.

Así acabó todo.

<<*@*^'/¨*''~;>>

Oscuridad es todo lo que había.

Recordaba conversaciones que nunca tuve.

Lugares que nunca visité.

Personas que nunca conocí.

Todo diluido por un final. Abrupto.

Un final a una vida, final pero sin feliz.

Una determinación, regida por el universo, hacia la decepción y la frustración.

La cara más oscura del destino.

Sin grandes logros, pero tampoco pérdidas.

Sin grandes pecados ni gestas.

Una vida discreta y sencilla.

Una patéticamente simple vida recogida en una fugaz memoria, de la cual, nadie se iba a acordar nunca más ya que esta se iba evaporando sobre el asfalto.

Así es como Asher Percedal murió. Así fue como morí.