CAPITULO 39: POR FIN A CASA

Muchas personas se quejan del servicio del seguro social en mi país.

En lo personal, creo que me trataron bien.

Al principio fue duro.

Una de las mujeres que habían intervenido quirúrgicamente por la pérdida de su bebe en una etapa avanzada, se encontraba dentro de la misma habitación que yo, ya en el piso de recuperación.

De manera que, en las ocasiones en que me descuidaba, y me dejaba llevar por el sentimiento y la admiración por mi bebe.

A veces me sentí observada o escuché llorar a la joven.

Por eso, trate de no cargar o juguetear con mi bebe, no mostrarme muy amorosa debido a que me dolía de alguna manera que ella se sintiera mal.

Por fin llegó el momento de ir a casa, ya no como una mujer joven y madura.

Si no, ahora como una madre.

Era algo curioso, sentir el cuerpecito de mi bebe, que parecía tan frágil como si de una bolsa de arroz esponjoso se tratara.

Como era madre trabajadora, por parte del seguro social, me regalaron una bolsita con ropita para mi bebe y unas cobijas.

Todo esto en realidad me fue muy útil.

Incluso traía 3 fajeros para la pancita.

Llego a la habitación la madre de mi novio, ella fue quien me acompaño a una delegación del seguro para que me dieran de alta y poder irme a casa.

Recuerdo que, la señora al ver al niño, me dice: ay, no se parece a chiquis.

Así era el apodo que ella decía para referirse a su hijo.

Y yo molesta le conteste: pues no es de chiquis.

Claro que no le gusto mi respuesta, hasta la sonrisa se le borro.

Es una de las razones por las que, yo, no le caía bien y no la culpo.

Allá nos alcanzó mi novio, me dijo en el camino hacia la salida que, por pedido de su familia, que no iríamos directo para casa de mi madre.

Pasamos a casa de su abuela.

Estuve de acuerdo, aunque, en realidad, quería haberle dicho que no, era mejor que lo vieran después.

Sé, que por tradición se les presentan los niños a los familiares.

En la casa de los abuelos de mi novio, se juntó mucha de su familia.

Estoy hablando de, como unas 20 personas.

La que ahora era mi suegra, me pidió a mi bebe para colocarlo al centro de una cama amplia.

Las mujeres pronto se acercaron a verlo y tocarlo.

Yo no perdí detalle.

Hasta el momento no había pasado nada que me incomodara, pero, cuando vi que empezaron a querer desnudarlo, en pleno agosto, tiempo de aires, la verdad les tuve que decir que no lo desvistieran.

Se me quedaron mirando, con sus sonrisas, a mi ver, estúpidas.

Justificándose que solo querían ver que tan grande era, ya que encogía las piernitas.

Casi me sale lo HULK.