webnovel

4

"Kirito. Nuestros caminos a partir de ahora tendrán que dividirse, me agradó pasar y compartir tiempo contigo, pero me temo que ya no puede ser así. Tengo una misión que cumplir y te pido encarecidamente que si llegas a toparte con algún rastro que pueda llevarte a mi lo ignores. Nunca fui del todo sincera contigo, la razón por la cual temía que te hicieras daño fue porque tuve un hijo muy parecido a ti y por desgracia lo perdí en vida. Debes saber que haría lo que fuera para tenerlo de vuelta, incluso si me mentía a mi misma conque eras tú. Fue un largo mes donde compartimos como madre e hijo y estoy segura de que tú también lo sentías así, asi que, si sientes algún remordimiento por no externar ese bello sentimiento familiar por favor abandónalo. Yo tampoco tuve el suficiente valor para afrontarlo. Dejaré la espada y algo más contigo. Desde el primer día que te conocí dije que no iba a dejar que perdieras el control y cedieras tu voluntad de oro de salvar al mundo por la de destruirlo. El collar te ayudará a mantener tu oscuro poder bajo control, así que úsalo en todo momento. Está hecho con todo el amor de madre que puedo darte. Quédate con la casa, yo tengo muchas. Por favor, cuídate mucho. Yo te estaré cuidando de lejos pero no cometas imprudencias. Procura cuidar tu alimentación. Tal vez en algún momento nuestros caminos puedan unirse una vez más, pero hasta entonces adiós, hijo mío. Con amor, tu madre."

Esa es la carta con la que desperté esta mañana. A pesar de haber decidido marcharme de alguna manera existía dentro de mi una sensación dolorosa por su despedida. Fue tan drástica que nunca me esperé que ella pudiese ser quien se marchara al final. Ella pidió con tanto descaro y egoísmo que no me atreva nunca a buscarla o a seguir los rastros que pueda encontrar por casualidad, pero es una idea que no pensaba obedecer. Uno de los hechizos que practiqué durante mi instancia me ayudaba precisamente a rastrear a la gente y eso mismo iba a hacer. Con mi oscura gabardina, armado con la misma y fragmentada espada vieja. Sé el regalo que ella me hizo al entregarme "La Sinfonía de Plata" Pero no quería que se dañara tan pronto, así que fue guardada dentro del anillo mágico. En mi cuello, llevaba el collar que me entregó. Era tiempo de partir. Mis ojos oscuros cambiaron de un color de forma repentina en un color verde brillante. En automático mi campo de visión reflejó en el suelo pisadas brillantes que fui siguiendo a través del bosque. Este lugar era nuevo. No reconocía el bosque en el que estaba, sobre todo por la presencia cercana de un enorme lago a la lejanía, asi que, Eir transportó la cabaña a otro lugar, tal vez a la ubicación de otro de sus hogares para así poder irse. Aun así, había huellas que seguir. Por muy hermoso que fuese el lugar no tenía tiempo de admirarlo o quedarme viendo. Tal vez algún día… Pero por ahora no.

Pasaron por lo menos unas dos horas cuando el rastro de Eir me guiaba hacia un pueblo cercano, pero había algo extraño; había gritos y escuchaba claramente el sonido de esas abismales bestias rugir y combatir, el olor a sangre estaba presente en el ambiente y cuando comencé a correr entre la maleza y los árboles mis ojos verdosos volvieron a opacarse al tomar su color natural. Finalmente sentí la brisa del aire en mi rostro y pude contemplar a pocos metros de distancia una lucha feroz entre un grupo de demonios considerablemente alto y cuatro guerreros que demostraban una habilidad impresionante en combate, empezando por un gran guerrero corpulento luciendo sus músculos poderosos en combate. Su ancha complexión resaltaba del resto y lucía más grande que los demonios superándolos quizá por algunos pares de centímetros. Una figura imponente de dos metros y medio tal vez. Ese hombre corpulento poseía una melena alborotada por el combate de considerable extensión que caía alrededor de sus hombros como un león, Su combate agresivo contra los seres bastaba con usar su cuerpo para derribarlos y rematarlos con una imponente maza que portaba en una de sus manos, en la otra un hacha robusta de doble filo con la que decapitaba cabezas. Cortar y aplastar. Quién lo acompañaba en el frente era una figura femenina mucho más diminuta que él en comparación, quizás tenga mi atura de un metro y setenta o tal vez un poco menos. Usaba dos alargados cuchillos como arma siendo muy letal en combate. Todos sus movimientos acrobáticos eran impresionantes, no desperdiciaba ni un solo segundo. Ella es excepcionalmente letal. Un cabello negro abundante, largo y recogido con una coleta dejando un par de mechones que caían alrededor de su frente, su bronceada piel relucía ante el sol del atardecer y parte de su figura expuesta por su peculiar atuendo que le permitía ser tan flexible. En primera instancia era corto descubriendo sus muslos, portando unas botas oscuras de cuero. La vestimenta predominante de la mujer era el color negro portando además una túnica oscura de cuello alto que se balanceaba con la gracia de su danza mientras la sangre salpicaba en el aire a través de sus ejecuciones. Podía luchar con tanta libertad porque alguien cubría sus puntos ciegos. Cuando parecía que iban a atravesarla pude alcanzar a apreciar como el impacto de una flecha impidió ese suceso. No fue tan difícil seguir la trayectoria inversa de la flecha, pero, espera, algo extraño sucedía. La flecha fue clavada justo como si yo la hubiese disparado desde mi posición, unos ángulos más arriba y fue entonces cuando alcé la vista que observé a un arquero montado en un árbol.

— ¿Oh? Finalmente te diste cuenta. Ten cuidado o te lastimarás niño. —pronunció con un tono soberbio aquel mientras disparaba tres flechas al mismo tiempo.

Pude observar como las tres acertaron, estaba impresionado ya que la distancia a la que estábamos quizás era un poco menos de 50 metros.

— 43.6.

Escuché la voz soberbia del arquero, poseía demasiada confianza en si mismo, alcé la vista nuevamente para verlo.

— ¿Qué?

— Debes de estarte preguntando la distancia, ¿no? —recargaba otro par de flechas más en su arco. — 43.6 metros… 46.4 metros. —tras la última pronunciación, fue mucho más baja que casi apenas pude escucharlo, un murmuro hacia él mismo. Podía medir con sus ojos el terreno, el campo e identificar exactamente cuánto había entre sus flechas y su objetivo. Es impresionante.

Él era castaño, su cabello era corto poseyendo una barba puntiaguda haciendo énfasis en su remarcado bigote y su barbilla afilada, era bastante guapo, a decir verdad. Un cuerpo atlético ocultado por su atuendo oscuro que consistía en una armadura de cuero protegiendo sus hombros, codos y rodillas, por lo demás, pantalones y un abrigo negro. Adoptó una pose de descanso entre su lugar y me señaló con la mirada.

— Si harás algo, protege al anciano ese que está allá. Sé que verme es un deleite, pero no te emociones mucho.

A pesar de su comentario no me enfadé. Pero si me resultó irritante su exceso de confianza, mis oscuros ojos viajaron por el campo de batalla y pude ver al anciano al que se refería. Era un hombre que imponía con su presencia. Cabello corto y densa barba con una mirada profunda, Él conjuraba hechizos a través de un bastón de madera aparentemente nada especial. Un demonio iba a impactarlo con sus filosas garras en pleno vuelo, pero fue detenido por una fuerza invisible alrededor del anciano, como una burbuja que se manifestó solo al momento del impacto. Diversas flechas de luz o energía salieron disparadas a un grupo considerablemente alto de demonios acabando con ellos al instante, pero algo extraño les sucedía al ser impactados por esa magia, los cadáveres parecían evaporarse. Una horda venía más en camino y detrás de los cuatro guerreros un pueblo la que estaban protegiendo, si iba a unirme era el momento. Tomé con firmeza el mango de mi desaliñada espada y tan pronto como me eché a correr al frente ya estaba fuera.

— Oye, ¡esa espada puede romperse en cualquier momento!

Escuché el grito del arquero, pero seguí adelante sin importarme el resultado. A medida que me acercaba los gritos de guerra de aquel imponente guerrero de maza y hacha eran más estruendosos En ese momento estaban dos demonios encima suyo rasgando su piel pero dos flechas no tardaron en llegar.

— Por eso insisto con la armadura, Kael.

Habló la mujer mientras realizaba unos saltos acrobáticos entre los demonios al mismo tiempo que les hacía tremendos agujeros en la garganta cuando pasé a su lado, intercambiamos miradas por un segundo que pareció eterno, ella me vió con una expresión confusa y yo con una sonrisa retadora. Dentro de mí, estaba emocionado y no quería perderme de la posibilidad de luchar junto a estos valientes héroes.

— ¡Grandote, impúlsame!

Grité mientras mi sombra se movía a toda velocidad entre los demonios, era tan veloz que la confusión fue aprovechada por la asesina que no dudó ni por un segundo en tomar la oportunidad. Kael clavó su maza en la tierra y preparó su cuerpo para mi lanzamiento apuntando hacia ese grupo de demonios que viajaba por aire hacia nosotros. Una idea loca tenía en mente. Di un salto posicionándome sobre el brazo musculoso del imponente hombre… ¡Se sentía como una roca! Y entonces, con un fuerte rugido el hombre accionó su brazo y me lanzó por los aires hacia el grupo de demonios que se aproximaba, preparé mi arma sintiendo la fricción del aire chocar en mi cuerpo y con un grito de guerra partí por la mitad al primero que se cruzó en mi camino, el peso de la espada me guio hacia el siguiente y entre mis giros aéreos conecté una patada sobre el mentón de aquel demonio para desorientarlo, clavé mi espada en el pecho de aquel que venía justo por detrás y lo usé de impulso para saltar en aquel que recibió mi patada, sobre su espalda di un salto esquivando el ataque simultaneo entre dos demonios que buscaban clavarme en medio de ambos y entre mis giros pude clavar mi espada en los tres. Una vez muertos, me aferré a ellos a través de mi arma como si fuesen un barco a mis pies. El vuelo suspendido estaba por terminar cuando la altura comenzó a disminuir de forma drástica. Tres pares de alas planeaban por mi y al momento del aterrizaje ellos fueron el colchón que esperaba. La caída fue brusca y tuve que rodar un par de metros más antes de levantarme frente a la horda de demonios que había delante sacudiendo mi arma de la sangre de mis anteriores víctimas.

— Nada mal, niño loco. —pronunció una voz grave que venía de mi lado izquierdo, ese guerrero portaba su hacha y maza a mi lado.

— No sé si eres un idiota o eres muy inteligente. —habló la asesina posicionándose a mi lado derecho, alzando sus finas dagas.— De cualquier manera… funcionó.

— Ganó terreno. Sabe que no somos muchos, asi que el pueblo podría quedar desprotegido ente la gran cantidad de demonios. Si alguno atraviesa nuestro muro, Darian o yo podemos encargarnos minimizando las bajas. —La tercera voz fue del mayor del grupo quien se posicionaba detrás de nosotros. — Fue imprudente y arriesgado, pero tal vez alguien intrépido nos haga falta en el equipo.

— Ese mocoso se sabe mover, ¿eh? Ya se ganó al líder.

La voz soberbia provenía no de él mismo, sino que el trío de guerreros junto a mi portaba una especie de orbe anclado a sus cinturas emitiendo cierto brillo ante la pronunciación de las palabras del arquero, Darian.

— Te estabas burlando de él desde que lo viste, al menos puedes admitir que tiene valor. —comentó la asesina con un claro tono burlesco en su voz.

— No seas así Lirien. —se quejó Darian.

Kael, el corpulento a mi lado comenzó a reírse a carcajadas al respecto.

— ¡Sigue resentida! —pronunció entre carcajadas.

— Concéntrese… Ahí vienen. —habló el mayor a nuestras espaldas mientras que por encima de nuestras cabezas se habían acumulado un par de docenas de esas flechas de energía azulada.

— ¡Si! —anuncié emocionado con una sonrisa en mi rostro lanzándome al ataque, seguido del grandote Kael y la asesina Lirien. Las flechas de luz bombardearon a los demonios entre destellos potentes preparando así, el terreno para nuestra colisión frontal.

Me abalancé contra aquellas bestias deformes, una a una sucumbía ante mi espada. Realizaba acrobacias, pero no eran tan finas o exquisitas como la experta en ellas; la asesina Lirien parecía que danzaba con cada movimiento que su atlético cuerpo realizaba. Su agilidad era envidiable al igual que la rapidez con la que ejecutaba sus ataques con precisión. La fuerza bruta de Kael nos abría continuamente el paso hacia el centro de la horda. Todo el enjambre demoniaco se abalanzaba contra nosotros, pero éramos protegidos por el hechicero que yacía en la retaguardia de nuestra improvisada formación, en el segundo siguiente una ola de fuego emergió arrasando con los demonios de nuestros alrededores. El campo de protección similar a una burbuja estaba rodeándonos a Kael, a Lirien y a mí. Dentro del campo no sentíamos el inconmensurable calor de las llamas, éstas no eran del color rojizo o amarillo peculiar. Eran llamas azules, puras y perfectas para erradicar a estos entes sobrenaturales. Una vez las llamas se extinguieron, gracias a ellas logramos reducir en mayor medida el número de los demonios que atacaban ese lugar.

El combate era dinámico. La sensación de pertenencia se apoderó rápidamente de mi ser mientras luchaba junto a estos formidables guerreros. Notablemente tenían mucha más experiencia que yo en el combate, pero yo era tan hábil e intrépido que no me quedé atrás. No sé cuánto tiempo más duremos combatiendo contra esta oleada de demonios, pero en estos momentos estaba feliz. Había más personas como yo y a diferencia de mí, unidas buscando ponerle fin a esto y ahora yo podría pertenecer a ellos. Juntos estábamos salvando un pueblo de ser azotados por la encarnación del mal. A pesar de la situación no podía contener mi emoción en el combate y una sonrisa se reflejaba en mi rostro con descaro, pero esa misma sonrisa se contagió con el resto del grupo, Lirien, Kael, aquel brujo e incluso a pesar de no verlo, sabía que Darian también sonreía tras disparar contra los demonios en mis puntos ciegos. Combatir a Hades es difícil estando solo… Pero con ellos podría lograrlo, con ellos podría lograr cambiar algo en el mundo. Con ellos, podré salvarlo.