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Lucrezia se sentó en la torre más alta del castillo y observó la interacción entre el destructor y Roxana. En este momento, realmente necesitaba que uno de los dos mantuviera la calma. Esperaba que surgieran las cualidades de compañera de Roxana y pusieran en orden al destructor o, mejor aún, que el destructor hubiera aprendido algo al pasar tiempo en la mente de Skender. Claro que, sin Skender, él nunca podría ser completamente racional, pero ella esperaba que lo suficiente hasta que Skender despertara.
Si es que alguna vez lo hacía.
Sólo era cuestión de tiempo antes de que el destructor se expusiera sin el control de Skender y los hiciera matar a ambos.
—¿Dónde está Skender? —preguntó Luciana, que también vino a observar.
—Ahogándose en algún lugar.
—¿En autocompasión?
—Dolor.
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