Los guardias corren hacia los visitantes, todos ellos, jóvenes adolescentes, hombres y mujeres, un total de 15.
Todos antiguos escuderos como OKE, a quien reciben con alegría, entre lágrimas, pueden vislumbrar un futuro sin guerras.
SATORI se adentra al palacio, los jóvenes serviciales, atienden y acompañan a SATORI.
Sólo han quedado pocos adultos con vida, ningún sacerdote ha sobrevivido.
Mientras hablan SATORI Y WAPURO de solucionar el problema buscando sacerdotes por todo INFRAMUNDO.
La mirada de OKE se pierde entre las paredes del palacio.
Ella tiene recuerdos de su padre por los rincones, no puede evitar que un arranque de nostalgia sacuda su alma, las lágrimas salen profusas.
INKU, va a su lado, el la observa y la abraza con delicadeza.
OKE le habla de su padre.
Le cuenta lo feliz que fue de encontrarlo cuando ella ya no tenía esperanza en la vida.
La resguardó en su habitación, le alimentó, le enseñó que su vida era valiosa y le dio un propósito.
La obligó a vivir lo suficiente para que, pudiera encontrar a INKU.
INKU le mira conmovido, le abraza más fuerte y besa su frente.
Solo atina a decir que, agradece profundamente a su padre por mantenerla a salvo hasta conocerla.
INKU pide a OKE que, se quede a su lado.
OKE, pregunta a INKU.
¿aunque sea celosa?
¿loca, arrebatada y enojona?
INKU emboza una sonrisa, contesta que sí.
Mientras lo ame y luche a su lado.
OKE besa a INKU, quien, corresponde al beso.
Al pasar de los días, la relación de KIRO, NAIFU, NEMU Y KEKI ha mejorado, si bien, no es tan cercana debido a la naturaleza de KEKI, es cómodo hablar y estar a solas con ellos.
TOIRE disfruta ver a KEKI feliz, despreocupada y pensando en un futuro, como nunca hizo antes.
KEKI y TOIRE van de paseo por los jardines del palacio, mientras los dos están sentados sobre la hierba.
TOIRE pregunta a KEKI si ¿tiene planes? es decir,
¿Dónde vivirá?
¿se quedará en el palacio?
KEKI niega quedarse en el palacio mucho tiempo, ella hubiese deseado partir hace días, antes de que, sea más difícil hacerlo.
No está acostumbrada a encariñarse con la gente, si lo hace ahora, tal vez ya no quiera irse.
KIRO le dijo que esa también es su casa.
Es la nieta de NAINARI, con ello, su familia.
KEKI cree que tal vez sea cierto, pero, no será feliz en el palacio.
Ella desea la vida campirana al lado de TOIRE.
TOIRE se sonroja y le sorprende el comentario, KEKI nunca fue tan directa.
Ella dice que TOIRE le enseñó una forma de vida, libre, desahogada, interesante y divertida. Poder viajar, conocer y tener un lugar al cual volver luego de esa aventura.
TOIRE relata que, es algo que le gustaría volver a vivir... toda su vida.
Ambos se voltean a ver, sonrojados, casi conteniendo el aliento.
Acercan sus rostros poco a poco, desviando el rostro muy cerca, quedando sus bocas en el oído del otro.
KEKI pregunta a TOIRE.
¿no te arrepentirás?
TOIRE contesta. ¿tienes dudas?
KEKI duda si ella puede ser una buena esposa para él.
TOIRE con voz suave, desviando su rostro hasta casi tocar sus labios, ambos con los ojos entreabiertos.
TOIRE asegura aprender con ella a ser un buen esposo hasta que lo odie.
Posa sus labios en los de KEKI, ella lo toma de la nuca para que no escape al beso.
KIRO pasaba por uno de los corredores que da al jardín, los mira besándose.
El recuerda a NAINARI, KEKI tiene un parecido con su difunta esposa.
Cuando llega KIRO a una sala donde está NEMU con algunas mujeres doblando ropa, KIRO expresa que, es posible que KEKI pronto se marche del palacio.
NEMU preocupada pregunta ¿por qué?
KIRO, algo nostálgico, exclama que, KEKI es una mujer que ha encontrado a su hombre.
NEMU sabe que debe darse prisa en hablar con KEKI.
Esa noche, en la habitación que hubieran compartido en el pasado con los amigos.
Se encuentran KEKI Y TOIRE en camas contiguas.
Ellos platican de la última vez que vieron a sus amigos, después de instalarse en la casa de TOIRE, deben pensar lo que harán para ganarse la vida.
TOIRE es cazador, KEKI posee conocimientos de alquimia, esoterismo y posee el don de sanar.
Ella se dedicará a la sanación de las personas.
TOIRE recuerda lo encantada que notó a KEKI, cuando llegaron a visitar las cascadas o estaban cerca de un río.
Por esta razón, TOIRE pregunta a KEKI.
¿le gustaría vivir al lado del río donde la vió por primera vez?
Bueno, no exactamente, pero, podría ser por la parte del río que se encuentra cerca del poblado.
KEKI voltea de inmediato a verlo.
Le regala una sonrisa cohibida.
Tocan a la puerta.
Los dos se levantan con rapidez.
Se acercan algo preocupados, como si hubiesen estado haciendo algo indebido.
TOIRE abre la puerta, KEKI está detrás de él.
Se trata de NEMU, está sola.
Ella observa a KEKI, TOIRE se da cuenta de que ella, desea hablar con KEKI.
Pide que lo disculpen, le ha dado hambre, irá a ver si la señora de la cocina le puede dar algo de comer, bromea mientras sale de la habitación, el se ofrecerá a lavar los platos.
NEMU entra a la habitación y camina un poco dentro.
KEKI mira a NEMU.
TOIRE cierra la puerta en silencio.
Sabe que, aunque han estado juntos, hay cosas que no se han dicho.
KEKI invita a NEMU a sentarse junto a ella en la terraza.
El aire fresco las recibe con un manto de estrellas sobre el cielo.
Ambas miran maravilladas hacia el cielo.
El ambiente es un poco incómodo.
TOIRE se aleja de la puerta.
En verdad irá por alimentos, no es que tenga hambre, ya han cenado, sin embargo, no puede volver con las manos vacías.
NEMU es la primera en bajar la mirada hacia KEKI.
NEMU confiesa que, no recuerda muy bien el rostro de su madre.
KEKI mira a NEMU a ratos para no incomodarla.
NEMU no sabe si el rostro que vió en sus sueños en la caverna con TESUTO, es el rostro de su madre.
Luego de lo sucedido cuando NAINARI le concedió su estrella, es como si un manto de niebla invadiera su mente.
Algo de esta niebla se despejó cuando NEMU entregó su estrella a KEKI.
KEKI sintió una mente ajena a ella cuando recibió aquél poder, no era ella misma quien movía su cuerpo, era alguien más.
No obraba por odio, sin embargo, era algo que KEKI no podía controlar.
Un dolor que helaba la sangre.
No sabe si decir esto a NEMU o no.
FIN DE CAPITULO 65