En el año 299 del Sistema Lunar, una misteriosa estela roja cayó a la Tierra, aterrizando en un territorio sin reclamar entre los reinos de Eldoria y Selvarys. El descubrimiento de unas piedras rojas mágicas desató una guerra de una década entre las dos naciones. Para poner fin a la masacre, los reyes de Eldoria y Selvarys acordaron el matrimonio entre la princesa Cynthia, cuya reputación en la alta sociedad estaba empañada por el escándalo, y el príncipe Lucian, el hijo ilegítimo del rey de Selvarys. La princesa Cynthia, conocida como una villana y creadora de problemas, había enfrentado recientemente un compromiso roto. A pesar de su notoriedad, aceptó el matrimonio para detener la guerra y salvar a su pueblo. El príncipe Lucian, recién regresado del campo de batalla, despreciaba la idea de casarse con una princesa enemiga. Sin embargo, como un príncipe ilegítimo, obedecer la orden del rey era su única forma de sobrevivir las conspiraciones palaciegas. En un matrimonio marcado por el desprecio y la desconfianza mutuos, ¿lograrán dejar de lado su odio y aprender a vivir juntos? ¿O la hostilidad que les rodea en el reino enemigo será demasiado grande para superarla?
Sintiendo el calor de los suaves labios de Cynthia contra su piel, Lucian se quedó congelado, demasiado atónito para reaccionar. Luego, con un repentino arranque de ira, la empujó lejos, sin importarle si le hacía daño.
—¿C-Cómo has podido? —tartamudeó, aún tambaleándose por la sorpresa del beso.
—¿Qué? ¿Nunca te han besado antes? —El tono de Cynthia era calmado, casi indiferente—. Esta no es tu primera vez. Ni siquiera es nuestra primera —añadió, limpiándose los labios suavemente, su mirada inquebrantable mientras sostenía su furiosa mirada.
Sin decir otra palabra, Lucian salió de la habitación, la puerta se cerró con violencia detrás de él.
Mientras caminaba por el pasillo, sus pensamientos giraban, luchando por dar sentido a lo que acababa de suceder.
—¿Por qué hizo eso? No hay amor entre nosotros... ¿entonces por qué? —murmuró para sí mismo, apoyándose en la pared, pasando una mano frustrada por su cabello.
Una risa amarga escapó de sus labios.
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