Lucian había esperado este momento, el momento en que se reúne con Hazel y la lleva a la cama. Había imaginado hacerle el amor lenta y dulcemente, pero en este momento estaba delirante de lujuria. Todo lo que quería era sumergirse en ella, fundirse en la calidez y suavidad de su cuerpo y ahogarse en el sonido de sus gemidos.
—Hazel, no seré suave esta vez.
Diablos, no quería serlo. Ya estaba enumerando todas las cosas que quería hacerle en su cabeza. Quería tomarla de todas las formas posibles, consumirla, devorarla. Quería provocarla y hacer que suplicara por su liberación. Su cuerpo tembló ante sus salvajes imaginaciones.
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