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LA PRIMERA SELECCION PARTE 1

Los dos hombres, con pasos firmes y la mirada vigilante, escoltaron a Hana y a Killer a través de las callejuelas del pueblo, donde el bullicio de la mañana aún se entremezclaba con la quietud del pueblo en sus primeras horas. La luz de la mañana, filtrándose entre los edificios modestos, arrojaba sombras alargadas sobre las piedras empedradas del suelo. La tensión en el aire era palpable, aunque ninguno de los dos, Hana ni Killer, parecía mostrar signos de incomodidad. Habían aprendido a cargar con la carga de la incertidumbre como una segunda piel.

El grupo llegó a un salón de apariencia austera, situado en el corazón del pueblo, un edificio que parecía haber visto más historias de las que cualquier ojo podría haber presenciado. Sus paredes de adobe, gastadas por el tiempo y las inclemencias del clima, escondían secretos que solo los más viejos del lugar conocían. A su alrededor, la vida del pueblo continuaba con su ritmo incansable, pero este lugar parecía haber sido detenido en el tiempo, como una isla en medio del mar de la cotidianidad.

Antes de entrar al salón, se encontraron con un par de figuras que destacaban entre la multitud. Suarez y Ordoñez, dos nombres que resonaban con fuerza en el ámbito de la competencia. Suarez, la atacante que había vencido al equipo de Killer en el último encuentro, lucía tan segura de sí misma como siempre, su mirada calculadora y su postura erguida. A su lado, Ordoñez, el capitán de la UNAD, quien se mantenía estoico, con su presencia imponente que no dejaba espacio para la duda. Ambos esperaban a las puertas del salón, como si supieran que el encuentro era inevitable.

El aire parecía volverse denso al cruzarse las miradas entre los nuevos arrivantes y los veteranos. Hana no pudo evitar tensarse ligeramente, su actitud siempre fue precavida, pero Killer, con su habitual desdén, no mostró signos de sorpresa ni admiración. A pesar de la derrota reciente, su rostro permanecía impasible, como si nada pudiese perturbare su equilibrio interior.

La reunión que estaba por comenzar no era simplemente un encuentro de personas. Era el inicio de una nueva fase, una que podría definir el rumbo de todos aquellos involucrados. Nadie decía una palabra; los hombres escoltas se mantuvieron al margen, expectantes, mientras Suarez y Ordoñez observaban con una mirada que parecía evaluar cada uno de los movimientos de Hana y Killer. Era una batalla silenciosa, una prueba no solo de habilidades, sino también de carácter.

El sonido de los pasos resonó en el umbral del salón mientras todos se preparaban para lo que se avecinaba. Las puertas de madera vieja se abrieron lentamente, como si el propio edificio estuviera permitiendo el paso a una historia nueva, y todos, sin decir una palabra, cruzaron el umbral, dejando atrás las tensiones del mundo exterior.

-Vaya, tu eres Killer, te recuerdo de nuestro encuentro, oye eres un gran jugador, tienes un desempeño increíble, y una excelente condición física para lo que aparentas, sabes, algún día deberíamos jugar juntos, seriamos un gran dúo de compañeros- Ordoñez.

-Si lo que digas, igual perdí mi encuentro contra ti, así que todo se fue a la basura- Killer.

-Oye no seas grosero, además la vida a veces da segundas oportunidades- Suarez.

-Si lo que dices, entremos de una vez- Killer.

El trío cruzó el umbral del edificio, y al instante, el ambiente dentro los sorprendió. El aire estaba cargado de una tensión palpable, como si el lugar mismo respirara ansiedad y expectativas. Lo que habían imaginado como un espacio vacío y simple se reveló como un salón masivo, abarrotado de jóvenes. Todos estaban alineados, en pie, observando a su llegada. La mirada de cada uno de ellos estaba llena de juicio, desdén, como si el simple hecho de que Hana, Killer y los demás hubieran entrado al lugar mereciera algún tipo de castigo tácito. Los murmullos cesaron en cuanto el trío hizo su entrada, pero no hubo cordialidad, ni una sonrisa de bienvenida.

Cada uno de los jugadores, con sus miradas desafiantes y altivas, parecía medir a los recién llegados con la precisión de un cazador observando a su presa. Se notaba que muchos ya se consideraban a sí mismos parte del círculo privilegiado, como si el solo hecho de estar allí ya les hubiera otorgado una especie de autoridad sobre los demás. Hana caminó sin titubear, marcando el paso con firmeza. Se dirigió al centro del salón, donde una tarima elevada le ofreció el espacio que necesitaba para imponerse. A medida que ascendía, el murmullo de los jugadores disminuía hasta quedar en un silencio expectante.

Una vez en la tarima, Hana observó a todos aquellos que la miraban desde abajo. El peso de la sala recaía sobre sus hombros, pero no flaqueó. Tenía claro lo que había venido a hacer y no permitiría que la atmósfera opresiva la desbordara. Se adelantó, sus ojos recorriendo el salón lleno de jóvenes, esperando una reacción que ya conocía. No había lugar para la cortesía. Su voz, aunque tranquila, se alzó firme y clara, retumbando en las paredes del salón.

—Bien, esos son los últimos —dijo, haciendo un gesto hacia Killer y los otros dos chicos, que permanecían detrás de ella, ligeramente apartados. La mirada de Hana se posó en el grupo, calculando cada rostro. Sus palabras flotaron en el aire, llenas de determinación—. Mocosos, no saben ni por qué están aquí. Están aquí porque necesito crear al mejor equipo del mundo. Los he evaluado según mi propio criterio y los he seleccionado con el único fin de ponerlos a prueba y elegir a los ocho que me representarán en el torneo mundial.

Hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran hondo en el ambiente. Cada jugador presente sabía que esto no era solo una oportunidad, sino una lucha por la supervivencia en el mundo de Warzone.

—Todos los que se encuentran aquí tienen edades entre los 17 y los 21 años —añadió, sin ningún atisbo de compasión en su tono.

La revelación de las edades no era casual. Era un recordatorio de que, aunque algunos de ellos pudieran ser mayores o más experimentados, todos estaban en la misma categoría: jóvenes en busca de algo más grande, dispuestos a todo para obtenerlo. Y en ese momento, no quedaba espacio para los sueños ingenuos o la duda. Solo aquellos que pudieran soportar la presión, adaptarse a los retos y demostrar que eran dignos de estar allí, tendrían alguna esperanza de formar parte de la elite que competiría en el escenario mundial.

Killer, a su lado, observaba en silencio, absorbiendo cada palabra de Hana. En sus ojos brillaba una chispa de desafío, pero también la comprensión de que todo lo que sucedía a partir de ahora definiría su futuro, ya no solo en el juego, sino en la vida misma.

El grupo de jóvenes, ahora completamente en silencio, no podía dejar de sentirse como si el destino de cada uno de ellos estuviera suspendido en el aire. El futuro era incierto, pero la oportunidad, sin duda, era única.