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Capítulo 14: La Sombra de la Guerra

La Secta Dragón Celestial, una vez un pilar de serenidad y conocimiento, ahora se encontraba inmersa en una vorágine de preparativos y estrategias, su tranquilidad rota por el estruendo inminente de la guerra. Li Tian, con su mirada fija en los horizontes oscurecidos, movilizó a sus discípulos y maestros, cada uno de ellos ahora un eslabón vital en la cadena que buscaba resistir la oscuridad que se avecinaba.

Los campos de entrenamiento, una vez llenos de risas y camaradería, ahora resonaban con el clamor del acero y los gritos de determinación, cada golpe y movimiento imbuido con la urgencia de la supervivencia. Li Tian, caminando entre los discípulos, podía sentir su miedo y su resolución, cada mirada y saludo un recordatorio del peso que sus hombros ahora llevaban.

En las profundidades de la Secta Loto Oscuro, Lian Hua, con su mirada como un abismo insondable, también movilizaba a sus fuerzas, sus acciones y decisiones un espejo oscuro de las de Li Tian. La alianza, aunque frágil y tensa, se mantenía, su necesidad mutua un débil hilo que los unía en medio de la tormenta que se avecinaba.

Mientras tanto, en las tierras que yacían entre las dos Sectas, aldeas y ciudades eran consumidas por la marea de la guerra y la destrucción. Inocentes, atrapados en el vórtice de la violencia y la ambición, eran desarraigados y destruidos, sus vidas y sueños despedazados en el altar del poder y la conquista.

Li Tian, recibiendo informes de las atrocidades y la desolación que se extendía como una plaga a través de los reinos, apretó sus puños, la ira y la determinación ardiendo en sus ojos. La Secta Dragón Celestial, aunque poderosa, no podía detener la marea por sí sola, y cada informe de muerte y destrucción era una daga en su corazón.

En los salones de estrategia de la Secta, Li Tian, junto con los ancianos y maestros, trazaba rutas y planes, sus mentes trabajando incansablemente para forjar un camino a través de la oscuridad. Espías, enviados a las sombras para recoger información y sembrar discordia, eran sus ojos y oídos, su información vital para la guerra que se avecinaba.

En el campo de batalla, las fuerzas de la Secta Dragón Celestial y la Secta Loto Oscuro, una vez enemigos, ahora luchaban lado a lado, su alianza una llama titilante de cooperación en la oscuridad de la guerra. Cada victoria, aunque celebrada, era también una recordatorio de las pérdidas y sacrificios que habían soportado, y cada derrota, un eco de la desesperación que se cernía sobre ellos.

Li Tian, liderando desde el frente, se convirtió en una figura de esperanza y resistencia para sus discípulos y aliados, su presencia en el campo de batalla un faro de luz en la oscuridad. Pero con cada enfrentamiento y cada vida perdida, una parte de él se desmoronaba, su alma desgarrada por el peso de la muerte y la destrucción que lo rodeaba.

Y en las sombras, la oscuridad se movía, sus hilos de manipulación y conquista tejiéndose a través de los reinos, su apetito por el caos y la desolación insaciable. Li Tian, aunque inconsciente de la profundidad de la maldad que se cernía, sabía que la verdadera batalla, la lucha por las almas y la esencia de los reinos, aún estaba por venir.