Parte Segunda, Capítulo Octavo.
El clic de la correa del bolso resonó en la habitación, marcando el inicio de su partida. El espacio, casi desprovisto de vida y con apenas un eco de sus pensamientos, parecía haber absorbido la inquietud y las preocupaciones que Shikamaru llevaba consigo. Con gesto fatigado, sus ojos se posaron en la cama desordenada, donde aún quedaban algunas pertenencias por recoger.La madrugada había llegado antes de que el sol asomara en el horizonte, y Shikamaru ya se encontraba inmerso en una maraña de pensamientos y dilemas. El peso de las responsabilidades parecía acumularse sobre sus hombros, y la certeza de que los problemas no se desvanecerían al regresar a casa solo acentuaba su desánimo.Siendo un Chunin con habilidades estratégicas encomiables, Shikamaru había recibido el reconocimiento de la Hokage y se le asignaba con frecuencia el liderazgo de su propio escuadrón. A pesar de que muchos de sus compañeros tenían la misma edad que Asuma, su difunto maestro, e incluso la misma edad que su padre, Shikamaru se destacaba por encima de ellos, llevando consigo una carga de expectativas y responsabilidades.En la habitación de invitados, Shikamaru mostraba claramente su desánimo. Su semblante reflejaba el peso de los acontecimientos recientes: la trágica muerte de su maestro, el devastador ataque a Konoha y los sucesos desconcertantes en la aldea de la arena. Sin embargo, era consciente de que debía mantener su determinación, evitando que su desaliento se convirtiera en un lastre para su equipo.Con movimientos lentos pero decididos, Shikamaru terminó de recoger sus pertenencias, asegurándose de no olvidar nada. El desorden en la habitación era un reflejo de su estado mental, pero antes de salir, se detuvo un instante para recomponerse. Ajustó su chaleco ninja y enderezó los hombros, tratando de mantener una postura firme y serena a pesar de su cansancio.Los primeros rayos del sol dorado se filtraban tímidamente a través del horizonte, iluminando el paisaje que se extendía más allá de la ventana. La aldea oculta de la arena comenzaba a despertar lentamente, mientras el aire fresco del amanecer acariciaba la habitación, trayendo consigo un destello de esperanza.Con un suspiro resignado, Shikamaru giró la llave y cerró la puerta detrás de él, el sonido de la madera encajando en el marco resonando en el silencio del pasillo. Sus pasos eran lentos y pesados mientras atravesaba los corredores del edificio, el desánimo aferrándose a su espíritu como una sombra implacable.A medida que avanzaba, su mente se llenaba de pensamientos abrumadores. La muerte de su maestro, el devastador ataque a Konoha y los sucesos inquietantes en la aldea de la arena se entrelazaban en su cabeza, creando un torbellino de preocupación y angustia. Sin embargo, Shikamaru sabía que no podía permitirse dejarse vencer por la desesperanza. Como ninja y protector de su aldea, estaba decidido a enfrentar los desafíos que se avecinaban con valentía y determinación.Entre la densa niebla de sus pensamientos sombríos, una voz conocida rompió el silencio del pasillo.— ¡Ey, Shikamaru!El sonido de esa voz sacudió su corazón, una ráfaga de familiaridad y amistad que momentáneamente disipó sus preocupaciones. Volteó la cabeza y vio a Ino, su compañera de equipo, acercándose a él con una sonrisa en el rostro.— Buenos días. — Saludó Ino, con una mezcla de alegría y preocupación en sus ojos. — ¿No has dormido nada? Te ves agotado.Shikamaru esbozó una media sonrisa, más una mueca, y se rascó la cabeza.— Dormir... ¿Cómo se supone que pueda dormir con tantas cosas en mi mente?, Parece que mi cabeza está a punto de estallar.Ino inclinó la cabeza ligeramente, comprensiva. Sabía que la carga que Shikamaru llevaba sobre sus hombros era abrumadora, pero también sabía que podían apoyarse mutuamente en momentos como este.Chōji, con su apetito voraz y su aura tranquilizadora, se unió al grupo, devorando las bolas de arroz que sostenía en sus brazos como si fueran su tesoro más preciado.— Shikamaru, no estás solo en esto. — Dijo con voz suave pero firme. — Estamos aquí contigo, listos para enfrentar cualquier desafío que se presente.Las palabras reconfortantes de sus compañeros de equipo llegaron al corazón de Shikamaru, desvaneciendo un poco el peso de sus preocupaciones.En ese momento, Ino captó el movimiento de dos figuras acercándose. Era el capitán Yamato, caminando con paso decidido, y Temari de la Arena, quien los acompañaba. La presencia de ambos no pasó desapercibida para Ino.— ¡Ah, buenos días, capitán Yamato! — Exclamó Chōji, adelantándose para saludar al recién llegado. —Yamato, con su tono comprensivo y sereno, correspondió al saludo de Chōji al detenerse justo detrás de Shikamaru. La curiosidad se apoderó del Nara al percatarse de la presencia de la rubia Kunoichi.— ¿Pasa algo? — Preguntó Shikamaru de inmediato, consciente de que la aparición de Temari no era casualidad. —La mirada de Temari se encontró con la de Shikamaru, y en su rostro se dibujó una mezcla de determinación y preocupación.— Hay información importante que debemos compartir antes de que partan. — Habló Temari con su tono serio característico. —— ¿Información? — Shikamaru frunció el ceño, anticipando que la noticia podía ser crucial. —— Es sobre... la Arena Negra.— ¡Ah! — Ino jadeó al lado del pelinegro. — ¡Estaba a punto de preguntar! ¿Han descubierto qué es eso?— Hum... Más o menos. — Las palabras de Temari impactaron en el grupo de ninjas. —La seriedad en su tono indicaba que lo que iba a compartir era de suma importancia. El misterio de la arena negra se había profundizado, y ahora estaban a punto de descubrir su verdadera naturaleza.— No lo dijimos frente a ustedes porque era un problema nuestro. — Comenzó Temari con seriedad. — Sin embargo, Gaara aceptó ayudar a la Hokage, y ahora, con este problema, Gaara espera que la Hokage haga lo mismo.— ¿De qué se trata? — Preguntó Shikamaru con interés. —Temari frunció ligeramente el ceño, mostrando preocupación en su expresión.— Esa "Arena Negra" no era simplemente arena. — Les dijo en voz más baja, consciente de su entorno público. — ¿Conocen los relatos sobre uno de los Kazekage?— Uno de los Kazekage... — Repitió Shikamaru, mientras su mente trabajaba a toda velocidad. —Las implicaciones de lo que Temari insinuaba comenzaron a tomar forma en la mente de Shikamaru. Miró a Yamato, quien ya parecía estar al tanto de la situación, lo que confirmó sus sospechas.En pocos segundos, Shikamaru llegó a una conclusión. Sus ojos se ampliaron ligeramente mientras procesaba la información sobre los Kazekage que tenía en su cabeza.— Arena de Hierro... — Murmuró Shikamaru, dejando que el peso de esas palabras se asentara en su mente. —Temari asintió solemnemente.— ¿Eso que vimos... era Arena de Hierro? — Preguntó Shikamaru, compartiendo su sorpresa con sus compañeros. —El Tercer Kazekage de la aldea de la Arena. Aquel nombre resonaba con una reverencia mística cuando se pronunciaba su título.Era conocido en todo el mundo ninja por su dominio de la temible y magnífica técnica de la manipulación de la Arena de Hierro. Esta arena única tenía la capacidad única de ser atraída por el usuario que la manejaba, una habilidad envidiada y temida en igual medida.Pero tanto la desaparición del Kazekage como los detalles de su técnica habían sido siempre un misterio. Nunca antes se había conocido a alguien capaz de manejar las mismas técnicas que él. Por lo tanto, los ninjas de Konoha que se encontraban ante la descendiente de este legendario Kazekage comprendían plenamente la gravedad del asunto.— ¿Y cómo están tan seguros de que puede tratarse... de eso? — Preguntó la del cabello ceniza, mostrando precaución al mencionar la susodicha técnica. — Podría haber sido simplemente un error... ¿No es así?El silencio de Temari fue respuesta suficiente para ella. La joven suspiró, sintiendo el peso de la situación sobre sus hombros.Sin embargo, la expresión de Temari dejaba entrever que ella también esperaba que las dudas de Ino fueran ciertas. Su semblante se tornó sombrío, como si estuviera contemplando su propia situación con pesar.— Estábamos presentes cuando ocurrió, pero cuando la noticia llegó a los asesores... — Comenzó Temari. —— Llegaron a esa conclusión. — Completó Shikamaru, sacando sus manos de los bolsillos y adoptando un tono analítico. — Si los ancianos están seguros de que se trata de eso, no podemos ignorar esa posibilidad.— Gaara ha aumentado la vigilancia en toda la aldea, tanto dentro como fuera del hospital. — Agregó la rubia de ojos verdes. — El niño es un testigo crucial. Si lo que le sucedió está relacionado con lo que ocurrió en nuestra aldea, entonces es un problema que nos concierne a todos.— Siendo de la Arena o no. — Añadió Shikamaru, anticipándose a aclarar a sus compañeros sin necesidad de mirarlos. — Este incidente ocurrió en la Arena, y como aliados, enfrentaremos este problema juntos.— Así es. — Asintió Temari, confirmando las palabras del Nara. —El intercambio de palabras entre los dos ninjas era digno de ser observado por ojos curiosos. Con solo una mirada, Shikamaru de Konoha y Temari del Desierto aprovechaban la peculiar relación laboral que compartían.Había una madurez en sus conversaciones, con un toque de cotilleo y una pizca de camaradería. Aunque el intercambio de palabras de aliento entre ellos era algo ajeno a su relación, ya no era extraño.En el silencio reflexivo, el capitán Yamato decidió intervenir.— Será mejor que regresemos a Konoha cuanto antes. Dejemos este asunto en sus manos hasta que necesitemos su ayuda. — Informó, dirigiendo una mirada a Temari. — Konoha está pasando por un mal momento...— Entiendo. En ese caso, es mejor que se vayan cuanto antes. — Asintió la joven. — Nosotros nos encargaremos del papeleo. Se supone que Konoha lo recibió antes de que saliera el sol.— Agradezco su cooperación.— No hay de qué. — Declinó el agradecimiento Temari. — Vayan con cuidado.— Hm. — Asintió Ino en agradecimiento. — Muchas gracias, Temari.Shikamaru también asintió, expresando su gratitud con un gesto de cabeza.Sumire recorría el pequeño apartamento de Konoha de un lado a otro con pasos nerviosos y una mirada preocupada. Sus manos se retorcían ansiosamente mientras la tensión en la habitación iba en aumento. Himawari y sus amigos observaban con atención, percibiendo claramente el creciente nerviosismo de Sumire.El ambiente dentro del departamento era opresivo, como si estuviera impregnado de una energía inquietante. El aire se volvía denso, como presagiando una tormenta a punto de estallar entre las cuatro paredes. El silencio solo era roto por el suave tic-tac de los relojes de pared, que marcaban el inexorable paso del tiempo con un eco ominoso.Las cortinas permanecían cerradas, sumiendo la habitación en una penumbra misteriosa. La luz tenue de la lámpara apenas iluminaba el espacio, dando lugar a sombras que se movían de manera siniestra, como si escondieran secretos oscuros entre ellas.Sumire continuaba su andar frenético, su mente abrumada por pensamientos inquietantes. Cada paso resonaba en el suelo, añadiendo a la tensión del ambiente. El tic-tac del reloj parecía acompasar los latidos acelerados de su corazón, intensificando la sensación de peligro que colmaba la habitación.Eho lanzó una mirada hacia el exterior desde la ventana. El viento soplaba con una fuerza inusual, susurrando secretos indescifrables a través de las rendijas. Las hojas de los árboles temblaban como si supieran algo que el resto desconocía, aumentando la intriga en el aire.Los ojos inquietos de Sumire se encontraron con los de Himawari y sus amigos. Era evidente que algo no estaba bien, y el ambiente opresivo en el departamento parecía afectar a todos por igual. La tensión se volvía casi palpable, envolviéndolos en una red de sospechas y temores.Con cautela, Sumire se acercó a la ventana, escudriñando el exterior con ansiedad y precaución. Una ligera brisa rozaba su rostro, pero lejos de traer alivio, parecía transmitir un mensaje de advertencia. A lo lejos, los pájaros cantaban en los árboles, pero su melodía se veía eclipsada por un aura de inseguridad y desconcierto.Con manos temblorosas, Sumire cerró las cortinas lentamente, creando un muro protector contra el mundo exterior. Sin embargo, la sensación de seguridad que proporcionaba era efímera. Imaginaba sombras acechando entre los edificios, figuras ocultas que podrían descubrir su presencia junto con los niños. El temor de ser descubierta y las posibles consecuencias para ella y su misión la consumían.El tic-tac constante del reloj de pared resonaba en el silencio, recordándole que el tiempo era un enemigo implacable. En ese momento, estaba sola con los niños, ya que Hinoko y Ro, sus compañeros Anbu, habían salido en busca de respuestas en medio de la agitación que envolvía a Konoha. La responsabilidad pesaba sobre sus hombros, aplastándola con su carga.Cada paso que daba Sumire, cada movimiento que realizaba, estaba cargado de una atención excesiva. Cualquier sonido inusual o cambio en el ambiente podía desencadenar un torbellino de emociones y poner en peligro su misión encubierta. La incertidumbre y el miedo se reflejaban en sus ojos, mientras sus sentidos permanecían en alerta máxima.A medida que la mañana avanzaba, el bullicio de la ciudad cobraba vida, pero en el interior del departamento reinaba un silencio denso y opresivo. Sumire luchaba por mantener la calma, pero su corazón latía desbocado, como un tambor desenfrenado en su pecho. Cada latido resonaba en sus oídos, recordándole la fragilidad de su situación.Sumire se dio cuenta de que debía actuar con cautela y encontrar una manera de proteger a los niños mientras mantenía su identidad en secreto. La tensión en el aire se intensificaba, como si estuvieran en el centro de una tormenta.No solo tenía la responsabilidad de proteger a los niños, sino que también se preocupaba por las personas del pasado que eran víctimas del Cataclismo que ellos vivieron. Era como si desconocidos se hubieran instalado en sus vidas, personas del futuro ansiosas por sobrevivir que ocupaban sus lugares en el tiempo.— No puedo permitir que esas personas estén en peligro. No puedo... No puedo.Cerró los ojos con fuerza ante la idea.Miles de familias inocentes. Niños, ancianos, animales...Cada vida era igualmente valiosa. Eso lo habían aprendido ella y sus amigos de la peor manera posible.Aunque el sol brillaba afuera, dentro de ella reinaba un torbellino de emociones, donde el temor y la ansiedad tejían un intrincado laberinto del que debía encontrar una salida segura.En ese pequeño departamento, Sumire se encontraba en una encrucijada entre la necesidad de cumplir su misión y la constante amenaza de ser descubierta. Era una danza peligrosa en la que cada movimiento, cada palabra, podía cambiar el curso de los acontecimientos. Con cada suspiro, se aferraba a la esperanza de que sus acciones y su determinación fueran suficientes para mantener a salvo a aquellos a quienes había jurado proteger.— Shikamaru-san me ha encomendado esta tarea... ¡No puedo defraudarlo!— Esto... Sumire-san.— ¿Eh?Sumire, perdida en sus preocupaciones, se hallaba en una encrucijada entre proteger a los niños y el constante temor de revelar su verdadera identidad. Himawari, con sus ojos llenos de curiosidad e inocencia, se acercó a ella con determinación.— Sumire-san, algo no está bien, ¿verdad?Sumire intentaba mantenerlos a salvo y alejados de los peligros que se avecinaban, pero era consciente de que Himawari no se rendiría fácilmente.Después de todo, era más peligroso no compartir con ellos lo esencial. Siendo de un tiempo ajeno, tendrían que aprender nuevas reglas y rutinas para sobrevivir en el pasado.Sus miradas se encontraron, y en ese instante, Sumire supo que debía compartir algo de la verdad con ella.— Himawari-chan, comprende que lo que estoy a punto de revelarte es de suma importancia y peligro. Debes prometerme que lo guardarás en secreto y no se lo dirás a nadie más.Himawari asintió solemnemente, sus ojos azules fijos en los de Sumire. La niña era consciente de que algo grave estaba sucediendo y estaba lista para escuchar con atención.El rostro serio de Sumire, la estratega de la última generación sobreviviente de su tiempo, temblaba ligeramente al enfrentarse a la estudiante de la Academia Ninja. No quería tratarlos como soldados.— Durante la madrugada, Ro-san y Hinoko-san descubrieron algo alarmante. Los ninjas de alto rango, incluidos médicos experimentados, están visitando con frecuencia la morgue de la aldea. Parece que están buscando algo, algo que podría estar relacionado con nosotros, con el Cataclismo y con el hecho de que venimos del futuro.Himawari quedó atónita ante las palabras de Sumire. Su rostro reflejaba una mezcla de incredulidad y preocupación. Los otros niños, que habían estado escuchando la conversación en silencio, también mostraron signos de intriga y confusión.Solo ellos sabían hasta ahora por qué aparecieron los portales con cadáveres saliendo de ellos. Una lluvia de sangre había caído encima de sus cabecitas, mientras que los gritos de todas esas personas se desvanecían como si fuesen absorbidos y vaporizados por el mismo sol. Sus existencias se incineraban hasta las cenizas, a la par que sus cuerpos únicamente sufrían los golpes de los impactos al salir de los portales.— ¿Significa esto que los de Konoha saben sobre nosotros? ¿Saben lo que ha pasado? — Preguntó Himawari, su voz temblorosa. —Sumire asintió con solemnidad, consciente de la gravedad de la situación.— Aún no sabemos exactamente cuánto saben, pero es evidente que han descubierto algo. La situación se está volviendo cada vez más peligrosa, y debemos tener cuidado con quién confiamos y cómo nos movemos dentro de la aldea.Las caras de los niños reflejaban una mezcla de temor, incertidumbre y determinación. Himawari, con su espíritu valiente y su deseo de proteger a su familia y amigos, levantó la mirada hacia Sumire. Pero la regresó al suelo al comenzar a pensar por sí misma, justo cuando Sumire se preparaba para otra incógnita.— ¿Cómo es posible que nos hayan descubierto? — Susurró Himawari, sus ojos azules llenos de preocupación. —Sumire, consciente de la gravedad de la situación, compartió sus pensamientos y conclusiones con los niños. Les explicó cómo Ro y Hinoko habían descubierto las sospechosas visitas a la morgue durante la madrugada, y cómo esto apuntaba a que los de Konoha estaban empezando a atar cabos.— Yo... ¡Prometo que nada saldrá de mi boca! — Dijo la menor de los Uzumaki, ambas manos empuñadas a los lados de sus caderas. — No puedo mentirte, también tengo miedo... ¡Sin embargo, no puedo pasar por alto tus reacciones, Sumire-san! ¿Hay algo... en lo que pueda serte útil?Himawari, la más joven de los Uzumaki, se adelantó con determinación, sus manos apretadas a los lados de sus caderas. Su voz temblorosa pero valiente resonó en el pequeño departamento, llenándolo de una mezcla de confusión y valentía.Mientras Himawari esperaba su respuesta, Sumire los miraba uno a uno, percibiendo en sus ojos la misma sorpresa que la llenaba. La niña de cabello lavanda, con su determinación burbujeante, le recordaba a alguien muy especial. No tan llameante como el rostro que llegaba a su mente cuando veía a Himawari a los ojos, pero con una valentía similar a la de él, alguien que nunca dudaba en proteger a los suyos.La brisa matutina, cargada de nostalgia, hacía que las cortinas desgastadas se movieran con suavidad. En medio de la semioscuridad, Sumire encontró un breve momento de calma. La luz brillante del sol naciente trajo consigo un torrente de recuerdos y visiones.Recordó un rostro infantil, siempre radiante, cuya luz rivalizaba con la de las estrellas más brillantes en el cielo. Visualizó la figura de un líder adulto, con su capa ondeando al viento, lleno de orgullo por las batallas ganadas y los compañeros honrados. Sobre sus hombros, se destacaba la insignia del "Séptimo Hokage", con un aire de autoridad y determinación.Los recuerdos se agolparon en la mente de Sumire mientras su mano derecha se elevaba con solemnidad. El aroma a polvo, persistente por la reciente mudanza, impregnaba el aire. Finalmente, su mano encontró una superficie suave pero áspera, como si estuviera desgastada o manchada. Con cada caricia delicada, permitió que la calidez del cráneo desconocido fluyera por su brazo hasta llegar a su corazón.Himawari, en silencio, observaba con respeto, sin interrumpir a Sumire durante esos momentos. Se dejó llevar por la tranquilidad que la invadió cuando Sumire acarició su cabeza.— Tal vez en otro momento... — Susurró Sumire, con un deje de duda en su voz, mientras sus ojos violetas reflejaban una combinación de ternura y preocupación. —Himawari, con sus ojos azules brillantes y su mente curiosa, se sintió intrigada por las emociones que se reflejaban en el rostro de Sumire.Un destello de determinación cruzó la mirada de Sumire, como si estuviera a punto de compartir algo más, una idea que se deslizaba furtivamente entre sus pensamientos. El polvo flotante en el aire parecía capturar la tensión y el anhelo que llenaban la habitación, revelando la lucha interna de Sumire.— Cuando Ro-san y Hinoko-san regresen, me gustaría que te encargues de tus amigos, ¿Está bien? — Susurró Sumire, sus palabras cargadas de una sugerencia apenas perceptible. —Himawari captó el matiz en su voz y la miró con asombro, mientras sus amigos permanecían en silencio, captando la intensidad de la conversación.En lo más profundo de su ser, Sumire lamentó la idea que estuvo a punto de expresar, una idea de escapar de Konoha y buscar un refugio seguro. Sin embargo, guardó ese pensamiento en lo más profundo de su corazón, dejando que las palabras flotaran en el aire como una pista no revelada, una posibilidad que esperaba no ser descubierta.Esa tarea ya había sido asumida por otros, y era la más peligrosa de todas.Bañada por los primeros rayos del sol matutino, Konoha, la gloriosa tierra de los Hokage y las artes ninja prohibidas, despertaba en todo su esplendor. El bullicio de la aldea se intensificaba a medida que los ciudadanos se congregaban en pequeños grupos, cautivados por los sucesos que tenían lugar. Los murmullos se extendían como fuego en un campo seco, alimentados por el constante ir y venir de los habitantes de Konoha.Aunque algunos se dirigían hacia la zona comercial en busca de ofertas y mercancías tentadoras, la mayoría desviaba sus miradas hacia las altas torres de vigilancia. Allí, los ninjas, con su presencia imponente y sus uniformes distintivos, se erigían como guardianes de un orden inquebrantable.Cada ninja, sin importar su rango o misión, era objeto de escrutinio minucioso. Los susurros, como melodías secretas, se entrelazaban en cada rincón de la aldea, llevando consigo rumores e intrigas. Incluso aquellos que patrullaban a pie, dedicados a proteger y velar por el bienestar de los civiles, no escapaban al escrutinio público. Cada paso que daban, cada gesto que realizaban, era analizado con una mezcla de respeto, admiración y temor.Los rostros de los civiles, enmascarados por una mezcla de curiosidad y cautela, reflejaban el conocimiento de que la tranquilidad de su querida aldea se veía amenazada. El ambiente vibraba con una energía palpable, alimentada por las teorías conspirativas que circulaban entre la multitud. En cada esquina, en cada plaza, se tejían historias y especulaciones sobre los sucesos que se estaban desarrollando.Mientras tanto, como si una barrera transparente y a prueba de sonido rodeara la residencia Hokage, ninjas adolescentes yacían frente a las puertas que daban a las escaleras para adentrarse en el edificio. Protegidos por las puertas principales de la torre para evitar ser vistos por ojos chismosos, la generación que alguna vez sería conocida por haber hecho historia se aglomeraba a un lado de la puerta de la escalera, apartándose cuando ninjas con uniforme urgían en su paso por las escaleras.Entre ellos, destacaba Uzumaki Naruto. Con su cabello rubio en punta y su voz un tanto estridente, resonaba incluso cuando el objetivo principal de la pequeña reunión era no ser escuchados.Eran las primeras horas de la mañana, entre las nueve y cuarto y las diez. Desde antes de que saliera el sol, los ninjas de Konohagakure no habían descansado. Entre ellos se encontraba Naruto.Aunque su situación era diferente, al haber sido parte de los responsables de transmitir el mensaje, lo que implicaba que tareas como el papeleo y la difusión de la información ya no eran su responsabilidad directa, no significaba que simplemente se retiraría a casa. No sin antes tener un panorama más claro de lo que estaba sucediendo.— ¿Un pergamino es capaz de hacer algo así? — La voz de Tenten se hizo presente, sonando poco convencida. —Todos habían sido convocados e informados, y solo ellos, a excepción de otros tantos en el círculo shinobi de la aldea, estaban al tanto gracias a la Hokage en persona. Quien, en su afán por proteger a los suyos y evitar más pérdidas tras la muerte de Asuma, les había brindado la información como un hecho ya confirmado.La noticia de que el equipo Kakashi se había adentrado en una aldea desconocida se extendió por los pasillos de la torre como un rumor en cuestión de horas. En un principio, solo unos pocos ninjas fueron informados, pero para la tercera hora, todos conocían la historia, dejando perplejos incluso a aquellos que solían cuestionarlo todo.Trozani, una ciudad oculta en el interior de una barrera protectora y camuflada, estaba de alguna manera relacionada con el Tercer Hokage. La ciudad, congelada en el tiempo por decisión de su primer rey, prohibía técnicas poderosas que representaban una amenaza para todas las naciones. Entre ellas, una técnica capaz de rebobinar toda la existencia, con un costo aún desconocido.— ¿Kakashi-sensei estuvo involucrado en todo esto? — Preguntó Neji, con su característico semblante imperturbable, aunque mostraba cierta perturbación. — Porque no puedo creer que se haya tomado esa historia tan a la ligera. Es algo imposible, si me lo preguntas.Rodeado por sus compañeros, se dirigió a Naruto, cuyo rostro reflejaba seriedad.— ¡Yo tampoco puedo evitar sentirme escéptico! — Agregó Rock Lee con entusiasmo controlado, consciente de que podían estar siendo escuchados. — Sin embargo, las órdenes—no, todas las palabras de la Hokage - son ley y verdad. No puedo creer que Tsunade-sama haya aceptado todo ese relato, así como así.— Tiene razón. — Una voz baja y grave interrumpió la conversación, enviando un escalofrío por la espalda de quienes la escuchaban. — ¿Por qué? Porque no solo trajeron consigo mucha información siendo ninjas de confianza, sino que también trajeron el propio pergamino.Como si hubiera sonado una campana en el lugar, los ojos de los tres miembros del Equipo Kakashi se dirigieron hacia él. Shino, detrás de sus lentes oscuros, emitió un sonido de duda desde el cuello alto de su chaqueta. Aunque estaba seguro de su afirmación, no pudo evitar soltar ese sonido.— ¿Me equivoco?— Hm, hm, para nada. — Respondió Sakura. Pero con discreción, se acercó a Shino con un dedo en sus propios labios, visiblemente afectada por la gravedad de la situación. — Pero procuren no decir eso en voz alta. Los demás... desconocen la mayoría de los detalles.Los que se encontraban al margen del círculo de reunión se encogieron al recordar el hecho. La intimación sobre por qué los portales aparecieron de la manera en que lo hicieron había sido recibida solo por aquellos que tenían el honor de ser Chunin. Sin embargo, la existencia del pergamino era conocida solo por unos pocos Jōnin.Excepto por los doce de Konoha, que también incluían al Ino-Shika-Chou. Después de todo, su regreso estaba siendo esperado.A pesar de su corta edad, que no superaba los dieciocho años, eran respetados en su labor. Cada uno contaba con habilidades excepcionales, y nadie cuestionaba cuando alguno de ellos era nombrado líder de escuadrón.— Es terrible... es como una pesadilla. — La voz susurrante de la heredera Hyuga se alzó en un tono apenas audible en las afueras del círculo que todos formaban. —No muy lejos de ella, con Akamaru, el perro ninja de su equipo, como una separación entre ellos, Kiba se cruzó de brazos mientras se sumergía en sus pensamientos.— Así... — Apenas articuló. Le costaba asimilar todo lo que había sucedido, y el hecho de no negar ni refutar lo que se estaba discutiendo era algo inusual en Kiba. — Todo esto es tan repentino...— ¿Y el equipo diez sabe de todo esto? — Fue Neji quien preguntó, con su tono de voz calmado. —El equipo Kakashi simplemente negó con la cabeza en respuesta, siendo Sakura la encargada de explicar:— Al parecer, algo los retuvo en la Aldea de la Arena. Tsunade-sama me dijo que el capitán Yamato temía que tuviera algo que ver con todo esto.— ¿"Algo"? — Interpeló el Hyuga castaño, frunciendo ligeramente el ceño. — ¿Qué fue tan importante como para hacerlos quedarse?Mientras Sakura se preparaba para responder y calmar la curiosidad del Hyuga, TenTen añadió con un toque de disgusto al dejar escapar un suspiro que más parecía una disculpa por lo que estaba a punto de decir.— Manchar la Arena con nuestros problemas... Lo mínimo que pueden hacer ellos como representantes de Konoha es quedarse si algo sucedió allí.— Es franco, pero razonable. ¿Por qué? Porque no hay mentiras en el trasfondo de tu flojo argumento. — Comentó Shino desde detrás del cuello de su chaqueta, su voz un enigma para sus amigos debido a la dificultad para comprenderlo. —TenTen frunció ligeramente el ceño, como si intentara descifrar el significado detrás de esas palabras. La forma en que se expresaba le hizo sentir que había sido insultada de alguna manera, aunque las palabras "No hay mentiras" contradecían esa impresión.Mientras tanto, Shino ajustaba sus lentes oscuros y Kiba lo observaba con desinterés, más enfocado en sus propios pensamientos, que aún no había compartido.— Incluso si una aldea nos atacara, sería nuestro problema. Si llegamos a pedir ayuda, como aliada, La Arena tendría la obligación de apoyarnos. Pero eso también significaría ensuciarse. Así que si el Kazekage ofreció su ayuda a nuestro pedido, él y su aldea estarían en peligro si el responsable de todo esto tiene otras intenciones.— ¿Cuándo dejarás de decir estas cosas? — Gruñó Kiba a su lado, entrecerrando los ojos y frunciendo la boca con fastidio. — Ya tenemos suficiente con preocuparnos por este problema como para también considerar lo que dices.— Kiba-kun... — Hinata intentó calmar la situación con un suave llamado, pero Shino se sumió en el silencio de la incomprensión, quedando en silencio mientras su compañero terminaba su queja habitual. —Al menos esta vez no fue interrumpido a mitad de camino.— ¿Y ahora qué hacemos? — Preguntó Lee cuando el silencio volvió a caer sobre ellos. — Si la Hokage ordenó proteger el pergamino, entonces ya no hay discusión sobre si el futuro es real o no. Sin embargo, me resulta imposible aceptar algo tan confuso sin más.Sakura le dirigió una mirada cansada, quizás un indicio de su falta de descanso.— Kakashi-sensei nos explicó todo en el camino aquí...— ¿Explicó? — Preguntó TenTen. — ¿Ese rey... Saturo-sama, ¿verdad?Haruno asintió.— Saturo-sama es una persona elocuente y, sinceramente, me pareció sincero. — Dijo, con sus ojos fijos en los de TenTen, como si de alguna manera también le estuviera advirtiendo que no confiara ciegamente. — Pero aun así... Kakashi-sensei parecía muy inquieto. No parecía satisfecho con dejar a Saturo-sama en Trozani.Sus amigos contuvieron la respiración ante esa revelación.— Es el líder de una ciudad donde la trampa reina, ¿verdad? Sería normal que, al ser el único dispuesto a proteger la verdad, sea el principal objetivo de todo esto. — Dijo Kiba, justo detrás de un Shino que permanecía inmóvil. —— Pero incluso si fuera fácil sacarlo de allí, dudo que alguien que nunca ha salido de una barrera pueda adaptarse al exterior tan fácilmente. — Agregó, su voz mostrando una pizca de preocupación. —— Estoy de acuerdo. — Apoyó Lee. — Tanto él como los ciudadanos viven ajenos a esta parte del mundo. Habrá muchas cosas que no conocen, y podría ser arriesgado si no se toman las precauciones necesarias. Las palabras del alumno favorito de Guy-sensei resonaban con una verdad innegable.De cierta manera, la extraña barrera que protegía a Trozani y a sus habitantes los dejaba extremadamente protegidos. Sin embargo, así como todo el entorno interior estaba congelado en el tiempo, las enfermedades también lo estaban.¿Qué pasaría si al salir, el segundo rey se contagia de una gripe común? Existe la posibilidad de que algo tan insignificante acabe con su vida simplemente por no estar preparado. En otras palabras, podría verse gravemente afectado por no haber interactuado previamente con el mundo exterior.Aunque eso era lo que menos les preocupaba (dado que Konoha contaba con médicos excepcionales, con Tsunade como un buen ejemplo), la razón del desconcierto de Kakashi era simplemente dejar a Saturo a su suerte.— Aunque...Sai tomó la iniciativa de continuar con el tema. Con su habitual tono de inocencia madura, se aventuró a explorar las posibilidades remotas con cada palabra que salía de su boca, como si fueran doradas. Sus amigos más cercanos tomaron sus palabras como posibles, siendo cautivados por cada letra que formaban sus frases.— Saturo-sama mostró un gran interés en nuestra situación. — Comenzó, una vez que tuvo la total atención de sus amigos. — Después de todo, el cuidado del Pergamino era su responsabilidad. Por su forma de expresarse y su filosofía, no parece el tipo de persona que delega problemas a otros. Pude ver que estaba dispuesto a ayudarnos con todo esto. No es casualidad que le haya encargado a Kakashi-sensei entregar el pergamino a Tsunade-sama.Todos los ojos estaban fijos en él, pero de una manera más tranquila que antes. Sai había revelado una verdad que la mayoría, al conocer sobre el pergamino y el rey, solo habían intuido vagamente.Por supuesto, Sai había permanecido en silencio todo el tiempo que fue testigo del desastre que se desarrollaba hasta ahora. La oratoria y personalidad del segundo rey de Trozani lo habían cautivado de una manera que no podía explicar.Cada vez que Sai abría la boca para argumentar u opinar, parecía encontrarse hundido en sus propias palabras debido a las expresiones de desconcierto de los demás. Sin embargo, con Saturo fue diferente. El rey nunca se mostró distante con Sai, lo que él percibió como algo bastante inusual, considerando que no era la primera vez que era tratado con respeto por parte de un cliente que pagaba por servicios ninja. Aunque Saturo no era un cliente en el sentido convencional, su actitud no parecía una obligación.Esto lo llevó a pensar que posiblemente Saturo estaba consumido por la culpa de no haber protegido el pergamino.— ¿Culpa? — Preguntó Hinata tímidamente. — ¿Por qué...?— Es lo más normal. ¡Y así debería ser!Naruto intervino, y con su intervención, Hinata cesó su incógnita. La incorporación del Uzumaki al diálogo parecía haberla devuelto al cajón en el que se escondía.Mientras ella se acurrucaba a un lado del grupo, Hinata tomaba aire en silencio, llevando las manos a su pecho. Casi parecía que solo la simple intervención del rubio que aspiraba a ser Hokage le hubiera arrebatado todo el aliento con una sola muestra de su descontento.— ¡Naruto! ¡Creí que ya estaba todo claro! — Intervino Sakura rápidamente, mostrando evidente enojo pero manteniendo la compostura frente a la Torre Hokage. Sus ojos se agrandaron, fijándose intensamente en Naruto con su mirada verde manzana. — ¡Tenemos pruebas suficientes para descartar eso, así que no malinformes a los demás!— Pero no estoy tan equivocado, ¿verdad? — Murmuró él como única defensa ante la dura presencia de Haruno. Irritado, continuó con su punto. — No me importan las tonterías del futuro o la supuesta sabiduría de los antiguos reyes de ese lugar fantasma. Vigilar el pergamino era su trabajo, ¿no es así? Es su culpa que todo esto haya pasado.— ¡Él se disculpó!— ¡Pero-— ¡¡SE DISCULPÓ!!Un fuerte grito se contuvo justo antes de salir. Con un golpe seco que sonó como una victoria después del último aviso de Sakura, la discusión se dio por terminada sin agregar ninguna otra palabra. A la vista de todos, Naruto se sobaba la cabeza, casi doblado por el fuerte impacto. Mientras tanto, Sakura dejaba atrás su furia, apretando con fuerza su puño. Cerró los ojos después de ensancharlos y pudo reajustar su postura, cruzando los brazos con determinación. Ignoró las quejas de Naruto, dejándole claro quién tenía la razón entre los dos.Los siete espectadores los observaban en silencio, cada uno con su propia mezcla de pesar por la situación. Con excepción de Rock Lee, quien adoptaba una postura similar a la de la chica de cabello rosa. Era una rareza, casi una bendición, que Lee respaldara ciertas opiniones. Pero vale la pena mencionar que esto se debía a la chica que había capturado su corazón hace algunos años.Estas opiniones podían ser ignoradas si no eran demasiado graves. Además, Naruto era conocido por ser terco.— Eso duele... Duele, Sakura-chan...La mencionada levantó un dedo en señal de advertencia, mostrando a todos la importancia de lo que estaba por decir. El gesto fue tan brusco que bastó para indicar que Sakura, quien no perdía el tiempo y estaba abierta a muchas ideas siempre y cuando hubiera evidencia, tenía buenas razones para estar en desacuerdo con Naruto.— Él mismo lo dijo: incluso siendo el Rey, tiene prohibido salir. ¿Te das cuenta del significado de esas palabras? — Sakura colocó las manos en las caderas. — Tienen al Rey bajo vigilancia constante, y no porque quieran mantenerlo protegido, Genio.— Uh...Naruto seguía frotándose la cabeza, y era un espectáculo que capturaba la atención de los demás, quienes no apartaban la mirada de él. Entonces, Sai, dispuesto a disipar la confusión en cuanto se dio cuenta, agregó:— Sospechábamos que el responsable era alguien que quería culpar al Rey. Pero...— Él mismo les dijo por qué aparecieron los Portales. — Completó Neji. Al no encontrar indicios de contradicción, se llevó una mano al mentón mientras cerraba los ojos por un instante. —¿Gente del futuro activando el pergamino...? Es lo más parecido a una historia que se les cuenta a los niños. Pero, aún así, se puede entender la preocupación del Rey del que hablan.— ¿A qué te refieres? — Preguntó TenTen, acercándose a su lado. —El Hyuga de la rama secundaria de la familia miró a su compañera para respaldar sus argumentos. Manteniendo su serenidad en la superficie y gesticulando con calma, aunque algo dentro de él aún se resistía a creer la historia. Sin embargo, por su deber y otras razones obvias fuera de su control, no tenía más opción que hacerlo.— Él dijo... que quien activara ese pergamino, llevaría a la Humanidad a la destrucción. Por lo tanto, él como Rey tiene el deber de esconderlo del mundo. — Recordó Neji. — Pero, si realmente todo esto fue causado por un futuro que desconocemos... implica que él fracasó.Aquella conclusión captó la atención de todos, incluso logró que Shino se interesara por la suposición. Dado su acercamiento en silencio, no se podía saber si compartía las mismas teorías o no, pero si alguien lo conocía bien, sabría que él, como pocos de los que sabían del pergamino, había pensado lo mismo.— Bueno, para empezar... — Corrigió el Hyuga, dándose cuenta de que ahora era el centro de atención. — No sabemos si lo del futuro es realmente cierto o no, pero en caso de que lo sea... no habrá pruebas que respalden si en el futuro él continúa siendo Rey.Las cejas de Sakura se alzaron con sorpresa, y aunque Sai no demostró explícitamente su estupor con una expresión facial, sus ojos se abrieron ligeramente, mostrando su sorpresa.Inmediatamente, Sakura llevó los nudillos a sus labios, mostrando preocupación en su rostro.— No había pensado en eso...— Eso abre la posibilidad de que el Pergamino haya sido robado. — Opinó Sai. — Quiero decir, si la historia del futuro y el Pergamino es cierta.Una vez llegados a este punto, todos comenzaron a comentar la idea.— Viajar al pasado es imposible de por sí. No puedo creer fácilmente la historia de ese Pergamino. — Argumentó TenTen, igual de escéptica que el Hyuga a su lado. — Pero si Tsunade-sama quiere tener en cuenta esa posibilidad...— Todo sea por la aldea. — Expresó Lee con orgullo, apretando su puño y enderezándose, sacando pecho. — Si por su bien debo creer en leyendas y aferrarme a ellas, estaré encantado de hacerlo sin dudas.— Yo sigo estando en el vagón de "No me lo creo". — Dijo Kiba con desgana. —Finalmente, Shino salió de su trance y se giró para mirarlo por debajo de sus lentes oscuros. Con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta, habló con claridad, siendo escuchado atentamente por la única persona que se tomaba la molestia de hacerlo: Hinata Hyuga.— Tendrás que hacerlo, ¿por qué? Porque son órdenes directas de la Hokage. — Le contradijo el Aburame con una dureza apaciguada, tan característica en él. — Si nos dice que creamos en el loco de la villa por el bien de la misma, no tenemos opción. Nos dijo lo que nos dijo, y hay que creerle.Hinata asintió en respuesta, aunque no fue notada por los más cercanos.— "Ya veremos", ¿no me escuchas? — La negativa de Kiba estremeció a Hinata. — Me niego a creérmelo. Parece puro relato fantasioso de un pueblo lleno de locos.— No tienes por qué contradecirla, ¿por qué?— ¡Cállate! ¡No soy idiota, te escuché la primera vez!Con el paso del tiempo, las voces parecían entremezclarse unas con otras. El bullicio natural del exterior y el constante trasiego de chunin que pasaban cerca de ellos contribuían al caos auditivo. A pesar de su estado de "protección contra los ataques de Sakura", Naruto no lograba darles orden a sus pensamientos.Fruncía el ceño cada vez más, sintiendo cómo todo se desvanecía en sus oídos. Experimentaba una irritación creciente, como si una mezcla de amargura se derramara en su mente. De repente, sentía una aversión abrumadora hacia una sola persona: ese anciano llamado Saturo.No importaba cuál fuera la dirección de la conversación o qué teorías se estuvieran desarrollando; la mención de ese hombre dominaba la discusión. Aunque Naruto había sido testigo de cómo los ninjas de Trozani desaparecían en los portales, no podía evitar sentir una creciente frustración al no tener a un culpable claro frente a él.Cuando el tema del futuro volvió a surgir, Naruto estalló. No lo hizo de forma estridente, pues no quería atraer la atención de Sakura una vez más.— ¡Dejen de hablar de eso! ¡Nada puede suceder ahora que la abuela Tsunade tiene el pergamino en sus manos! — Declaró, cruzando los brazos detrás de su cabeza y tratando de restarle seriedad a sus palabras con un tono más ligero. —"El pergamino solo se abre con mi sangre y la del Tercero", así que no hay de qué preocuparse. Con el abuelo fallecido y ese anciano en su palacio, nadie más puede abrir el pergamino. Está seguro aquí en Konoha. Así que todo está resuelto.— ¡Naruto! ¿Qué estás diciendo? — Exclamó Sakura. —A pesar de ello, Naruto se dirigió hacia la salida, dándoles a todos una última excusa.— ¡Nada malo puede pasar ahora que tenemos el pergamino! — Proclamó Naruto como si fuera algo obvio. — Ya no está en manos del Rey, así que hemos corregido todo. ¡Listo! ¡Hemos ganado!— ¡Oye, idiota Naruto! ¡Tú fuiste con nosotros, sabes que no puede ser tan sencillo! — Sakura gritó con más fuerza al ver cómo el rubio se alejaba con las manos detrás de la cabeza. — ¡Oye, idiota Naruto! ¿A dónde crees que vas? ¡Tsunade-sama podría necesitarnos de nuevo!— ¡No he comido nada desde las galletas de ese anciano! ¡Necesito ir por algo más sustancioso! ¡Nos vemos más tarde!— Este chico... — Sakura se detuvo un momento, como si una parte de ella le ordenara guardar silencio absoluto. Mordiéndose la lengua, la Haruno fulminó con la mirada la espalda de Naruto, que se perdía en la multitud matutina. — ¿Qué le pasa a este chico? ¿Qué es? ¿Un niño pequeño?Cada paso que daba lo alejaba más del alcance auditivo de los demás. Naruto apenas podía escuchar las protestas de Sakura, aunque su voz resonaba por la calle fuera del edificio. La voz de su compañera era tan reconocible como audible, por lo que saber si Sakura seguía liderando la conversación o no, no era un desafío para Naruto.Se alejaba cada vez más, hasta que la voz de su compañera se perdió entre el bullicio de la aldea en plena actividad.Ahora que nadie lo observaba, Naruto dejó que su expresión se relajara, prestando atención a los pensamientos que bullían en su mente. De manera inusualmente serena, contrastando con su habitual forma de ser, el rubio continuaba rumiando aquel pensamiento.— Incluso después de muerto, sigues causándome problemas, ¿Verdad, viejo?No sintió la necesidad de explicarse a sí mismo el significado detrás de esas palabras.Le bastaba con el rostro tallado en piedra, mirándolo desde su lugar en la línea histórica de los Hokage de la aldea.