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Capítulo 28: La Compañía de Galletas de la Abuela Millie

Era una noche tranquila cuando el baticoptero atravesó la región conocida como Las Montañas Rocosas a una gran velocidad. El aparato sobrevolaba las cimas y los bosques, emitiendo un suave zumbido, por lo cual nadie en tierra notaría que un vehículo surcaba los cielos por encima de sus cabezas.

Minutos después Batman se balanceaba en un arnés observando con binoculares el escenario que tenía por delante. Una labor de espía sigilosa que desplegaba con habilidad merced a su entrenamiento que lo había convertido en un maestro ninja. Cerca de donde estaba se hallaba el Baticoptero, camuflado e indetectable para los radares.

Lo que espiaba Batman era una gran fábrica con dos chimeneas. Un complejo industrial en medio del bosque. En la lejanía brillaban las luces de Washington DC.

Puso su atención en un cartel gigante que se hallaba en el edificio principal anunciando: "La Compañía de Galletas de la Abuela Millie" y se apreciaba un dibujo de la tierna abuelita ofreciendo sus deliciosas galletas en una fuente.

Batman se movió sigilosamente por el bosque, avanzando con extremo cuidado. Era solo una sombra en el bosque. Sus lentes de visión nocturna le permitían advertir cualquier trampa u obstáculo que hubiera en el camino. De pronto una rama se quebró bastante cerca de él. Contuvo la respiración, esperando. Unos pasos se escucharon próximos.

Su mano presionó el emblema en su pecho. Todo el traje adoptó el aspecto del follaje que lo rodeaba, como un camaleón. Era la misma tecnología utilizada por el baticoptero para cubrirse de los ojos curiosos. Marrón, oscuro, verde, según correspondía al ángulo. Se volvió casi invisible confundido con el ambiente. Cerró los ojos y fue como si desapareciera.

Dos guardias vestidos de negro y armados con fusiles pasaron por el lugar. Su porte, sus movimientos, el paso marcial; era inconfundible, militares.

Batman abrió los ojos y los vio alejarse.

En el techo de uno de los edificios se abrió un respiradero. Se asomaron los ojos atentos del Caballero de la Noche, rápidamente analizó cada aspecto del lugar. Se combinaban su pericia como maestro del sigilo y el escape, así como la avanzada tecnología con la que contaba en su traje y en sus accesorios.

Abajo de él había un gigantesco tanque circular lleno de agua. El aire crepitaba con electricidad, porque cuatro enormes varillas de transformador se extendían desde los brazos articulados hasta el agua, cargándola con 70 000 voltios, según estimaciones del trabajo de espionaje previo realizado por Batman sobre el lugar.

No cabía duda, aquél lugar no era una inocente fábrica de galletas. Dos guardias recorrían las pasarelas circundantes. Sus movimientos eran sincronizados y denotaban un alto entrenamiento en operaciones tácticas y de combate.

Una cuerda se deslizó hacia abajo. Batman apareció en ella siguiendo un vertiginoso descenso, mientras sacaba una pistola de boca ancha. Presionó el gatillo.

Una explosión surgió del cañón de la pistola junto con un proyectil de forma tubular que rebotó entre los pies de uno de los guardias, liberando una nube de gas. El guardia se derrumbó casi al mismo instante al aspirar el compuesto.

El segundo guardia reaccionó al momento apuntando su rifle, pero Batman, que continuaba deslizándose, ya le había tomado la ventaja y había descargado nuevamente la pistola.

El proyectil fue a darle directo en el casco lanzándolo hacia atrás. Trató de reincorporarse velozmente, pero el somnífero ya se había esparcido alrededor de él y cayó pesadamente en el piso.

El justiciero aterrizó en la pasarela y avanzó frente a una pared de vidrio detrás de la cual había una fila de trajes de combate de la más avanzada tecnología. Exoesqueletos de metal reluciente que observaban a Batman desde sus cuencas vacías como una suerte de ejercito de terracota fantasmal (aunque en este caso de metal).

Se movió hasta un panel de control. Era el panel de control principal, desde donde se dirigía la operación. Batman sacó una minicomputadora y actuando con la mayor presteza ejecutó una interfaz a la consola insertando una tarjeta de seguridad con cables en una ranura de la consola. Después comenzó a pulsar botones en el panel.

Los brazos articulados que atenazaban el tanque gigante cobraron vida y comenzaron a moverse, retrayéndose, dejando de asir el gran tanque y con ello alejando las varillas de electricidad que los convertían en una trampa mortal. El movimiento hizo que saltaran chispas de electricidad, como para que no quedaran dudas de que el peligro se estaba retirando momentáneamente.

Batman tomó la minicomputadora y leyó rapidamente el mensaje que había en la pantalla: "ADVERTENCIA LA SEGURIDAD MAESTRA SE REINICIARÁ EN: 3:00, 2:59, 2:58..."

Luego lo sincronizó el conteo en curso con otra minicomputadora que tenía en el antebrazo.

Subió a una plataforma que lo ponía por encima del tanque. Los brazos se hallaban apartados, una tregua que tenía fecha de caducidad. Y él lo sabía muy bien. Batman sacó un aparato respiratorio y se lo puso en la boca.

Luego saltó al vacío en dirección al tanque de agua.