Leonard ya había comido suficiente y esperaba que Vivian hubiera almorzado en el consejo, pero no lo hizo. Pasada ya la hora del almuerzo, caminaron por los pasillos exteriores del edificio del ayuntamiento, donde sólo unos pocos caminaban y la mayoría eran visitantes.
Al llegar a una posada cercana que servía comida en la ciudad, Vivian se sentó en frente de Leonard con la espalda hacia la pared. Era la primera vez para ella estando sentada con él en una posada local. La posada local no era lujosa y nunca hubiera imaginado que un hombre como Leonard entraría en ese pequeño lugar. Ella lo había extrañado desde el momento en que salió del edificio para ir a ver el asunto por el cual lo llamaron a él y a los demás.
—¿Qué pasó? —le preguntó, viendo que ella lo miraba fijo, y ella agitó la cabeza con una sonrisa—. Yo también te extrañé —dijo mostrando una sonrisa más amplia en su rostro.
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