Miró fijamente a los cuadros en blanco y negro del tablero, Leo había movido a su alfil. Mordiendo su mejilla, ella lo miró antes de quejarse: —¡Lord Nicholas mintió!
—Ya está, Vivi. Lord Nicholas no mintió. No soy duro con él cuando jugamos al ajedrez. No quiero que piense que soy un experto para que me invite a la velada en la que los hombres suelen jugar con dinero y objetos de valor guardados en el frente para comerciar. —le sonrió descaradamente.
Cuando Lord Nicholas le había dicho la forma en que Leo perdía a menudo con él en el juego, ella se había sentido feliz y con la misma esperanza de poder ganar, se había sentado frente al tablero sólo para perder contra él a lo grande.
—Y yo que pensaba que habías mejorado —bromeó, para ver su boca retorcerse curiosamente.
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