Robb 3
Después de un mes de marcha desde Invernalia, llegaron a
Foso Cailin donde se les unieron dos grupos más. Uno con las fuerzas y
suministros prometidos por Roose Bolton, y otro con el resto de las fuerzas
enviadas por los Manderly, liderados por el heredero de Lord Wyman Manderly, a
quien Roose llamaba Lord Demasiado Gordo Para Poder Montar a Caballo, y que no
podía unirse a ellos por esta razón. En su lugar, envió a su hijo mayor, Wilys
Manderly, quien era más gordo que su hermano Wendel y estaba calvo como él.
Ambos compartían bigotes de morsa.
Estos hombres no destacaban por su físico o apariencia, pero
su lealtad había sido probada con creces en la historia original y eran uno de
los principales apoyos en esta guerra, principalmente por Puerto Blanco, la
ciudad gobernada por su padre, que le daba acceso a Braavos, su única esperanza
de conseguir financiación y suministros para el final de la guerra en la que
estaban involucrados.
Con Lord Wilys venían Lady Catelyn Stark, Ser Rodrik y Brynden
Tully, el auto apodado Pez Negro, tío de Catelyn Tully y parte de la última
generación salvable de los Tully, ya que la actual generación era un desastre
con patas. Robb estaba interesado en Wilys y sus noticias, pero de momento, el
antiguo maestro de armas de Invernalia le era más útil. Robb recibió a Lady
Catelyn con un abrazo formal y la llevó a su tienda para informarle de todo y
responder a sus preguntas. Ella lo abrazó derramando lágrimas apenas entraron a
la tienda y la lona se cerró detrás de ellos.
Robb le dio palmaditas en la espalda, sintiéndose muy
incómodo. Desde que murió y renació, ya no se sentía para nada un niño y estos
gestos de cariño le hacían sentir estrés…
—Eso no tiene sentido —pensó Robb. Él se alegraba de ver a
su madre y sus sentimientos por ella no habían cambiado, si acaso, se habían
hecho más fuertes porque la culpa de ser la causa de su muerte lo agobiaba por
las noches. Él deseaba ver a su madre, pero este gesto de cariño le provocaba
rechazo, y ahora que pensaba en ello, este sentimiento no era del Robb que fue
una vez, era algo que trajo de su otra vida donde podría considerársele alguien
cínico y solitario. El cariño de las demás personas solo era hipocresía para
él, pues toda su vida estuvo solo y nunca hizo nada para evitarlo, ya que no
confiaba en la gente aunque sonrieran al mirarlo.
Aun así, él había pensado que cuando sus almas se
fusionaron, su vida dio un vuelco de 160 grados, ya que no era un cambio
completo y dejaba los 20 grados que sobraban como los sentimientos del antiguo
Robb. Ahora se daba cuenta de que no era así o no era completamente así, el
hombre solitario tenía sentimientos también. Sentimientos de desconfianza, amor
por la soledad y un estrés creciente por la cercanía cuando violaban su espacio
personal como en este momento.
Robb suspiró en su mente mientras su madre sollozaba,
causándole un sentimiento parecido a una leve molestia, pero sus sentimientos
de amor por ella le impedían expresarlo. Él tampoco podía evitar pensar que
esta mujer no hacía más que meter la pata hasta el fondo cada vez que actuaba.
Y parecía ser de familia, ya que recordaba que Edmure Tully fue la razón o una
de las razones por las que Desembarco del Rey no cayó a manos de Stannis al
desobedecer una orden de Robb. Por supuesto, él también había sido negligente
al no informarle como era debido de sus planes.
—Robb, ¿sucede algo? —preguntó su madre.
Robb supuso que notó su frialdad, pero no podía hacer nada
al respecto. Aunque no quería ser una persona cínica, tampoco quería ser
hipócrita, algo que detestaría más que ser cínico, por lo que se limitó a
comportarse como lo que era ahora, sin preocuparse por las extrañezas que
notarían los demás. Él se sentó en su sillón de Lord y se encogió de hombros.
—Dicen que he madurado y que soy un Lobo de Invierno. Se
respira hielo y crueldad a mi alrededor —dijo Robb poniendo los ojos en
blanco—. Madre, la verdad es que ahora poseo algunos conocimientos que han
cambiado mi forma de ver al mundo y a quienes me rodean. Eso es todo —explicó
Robb con sinceridad, y acarició la cabeza de Viento Gris, quien como su fiel
sombra, se agazapó a su lado. Robb ya había empezado a tener sueños de lobo con
él, pero no había tenido grandes progresos al tratar de sentir a otros animales
de forma consciente. Lady Catelyn lo miró con confusión.
—Madre, antes que nada, te pondré al corriente de tus
errores más recientes, y los de padre. Por favor, siéntate —ordenó Robb, y su
madre lo miró el doble de extrañada, pero sin parecer ser consciente, se sentó.
Lady Catelyn Stark no era una mujer de mediana edad como en
la serie. Ella aparentaba treinta años, con una figura decente a su vista,
espectacular para los estándares de este mundo, rasgos finos, una cabellera
pelirroja y ojos azules para hacer juego, con una altura adecuada. No era de
extrañar que aún hiciera perder el juicio a Baelish
—En primer lugar, la daga no pertenecía a Tyrion Lannister,
sino al rey, y fue Joffrey Mares, el hijo bastardo de la reina Cersei, quien
mandó asesinar a Bran. Así que estuviste a punto de matar a un hombre inocente
y adelantaste la guerra, causándonos grandes problemas.
»En segundo lugar, Petyr Baelish odia a todos los Stark
porque cree que te robaron de su lado, por lo que te engañó a ti y a padre, y
mintió sobre la daga para provocar esta guerra y que todos muriéramos en ella.
También fue él quien traicionó a padre y lo entregó a la reina —explicó Robb, y
levantó la mano cuando una conmocionada Lady Stark pretendió hablar—. No,
madre, no puedo decirte de dónde he obtenido esta información. Aunque le he
mentido a los señores, diciendo que padre me informó de ello antes de ser
arrestado. Y sí, mi forma de ser ha cambiado debido a todo esto que ahora sé,
que sí, es mucho, mucho más de lo que te he dicho, y que debes mantener en
secreto absoluto si no quieres que todos perezcamos en esta guerra.
»Por último, mi señor abuelo, Lord Hoster Tully, padece una
enfermedad grave, y me temo que no vivirá más de un año. Creo que deberías
acompañarme para despedirte de él como es debido —ofreció Robb, cuya parte
calculadora no quería a este huracán de desastres cerca de Invernalia para
desmoronar sus planes. Sentía lástima por el pequeño Rickon, ya que era
probable que por su causa se criara como un malviviente, sin amor de madre como
lo fue él en su otra vida, pero era eso o tener a este desastre ambulante rondando
su base de operaciones.
Catelyn Tully se echó a llorar al oír sobre la muerte de su
padre, y Robb pensó que había sido demasiado brusco y desconsiderado, por lo
que se sintió abrumado por la culpa y se apresuró a levantarse y abrazarla para
consolarla.
Robb no tenía nada en contra de Catelyn Tully. Ella era una
persona de mente cuadrada y rechazaba todo lo que era diferente a lo que la
habían criado, pero no era una mala persona. Era su ignorancia lo que la
llevaba a cometer desastres. Era como su padre, cuyo honor le costó la cabeza…
“Ya no sé ni lo que pienso, y menos lo que siento”, pensó
Robb con un suspiro.
—Madre, estarás bien —consoló Robb. El llanto sincero de una
mujer era una de las cosas que más le incomodaba, y eso era igual en sus dos
vidas.
…
Lady Catelyn lloró un poco más, pero después de media hora,
los deberes de Robb le reclamaron, ya que partirían en la mañana y tenía cosas
muy importantes que hacer allí.
Primero, Robb llamó a Ser Rodrik a su tienda y le explicó
sus planes para reforzar la guardia de Invernalia, y que estarían enviándole
órdenes usando cuervos. Por lo tanto, siempre debía preguntarle al maestre
Luwin si había enviado órdenes antes de hacer cualquier movimiento. También
debía estar atento a la seguridad de Bran, pero por ningún motivo debía invadir
su privacidad si él no lo solicitaba.
Ser Rodrik lo miró de forma extraña mientras recibía sus
órdenes, pero no replicó y asintió a todas ellas, aunque en la última parte
parecía no encontrar palabras para replicar. Robb tampoco le dio tiempo y lo
despidió para llamar a sus señores y pedirles algunos hombres a cada uno, junto
con suministros suficientes para un año. Estos hombres sumaron trescientos y se
quedaron en Foso Cailin, como una pequeña sorpresa para cuando Balon Greyjoy
pensara en cortarles el paso. Sus señores lo vieron como una medida de
precaución por si eran derrotados, asegurando el paso de regreso al norte.
Al Gran Jon y Rickard Karstark no les había gustado la
medida, pero al protestar y ver que Lord Bolton les dedicaba una mirada
silenciosa pero de alguna manera burlona, ambos se callaron.
Robb no pasó por alto que el Lord Sanguijuela fue el único
que se dio cuenta de sus verdaderas intenciones. Intenciones que él jamás
tendría si no conociera un posible futuro, pero el Lord Sanguijuela ya había
previsto este ataque y determinó que su rehén, Theon Greyjoy, era un escudo de
papel contra los hombres del hierro.
…
Una semana más de marcha y llegaron a Los Gemelos, dos
torres de piedra que estaban a ambos lados de un río y que eran la residencia
de un anciano senil y loco que había sido una de las causas de muerte del
antiguo Robb.
Robb ya se había enterado de que el hermano de su madre,
perteneciente a la familia Catástrofe, había perdido su batalla contra Tywin
Lannister, quien invadió sus tierras. El hermano de su madre se lanzó de cabeza
sin tener su ejército al completo, por lo que Tywin le dio una paliza y
dispersó sus fuerzas, además de capturarlo. Ahora Aguasdulces también estaba
siendo asediada y Edmure era prisionero de Jaime Lannister, quien era el
comandante de las fuerzas de asedio.
Tywin Lannister, que se había enterado de sus movimientos,
tenía su ejército principal esperando su llegada para enfrentarlos con unos
veinte a treinta y cinco mil hombres. Algunos de los señores más habladores
dijeron que podían con ellos, pero ni ellos se atrevían a asegurar que podrían
capturar a Tywin.
Lo que necesitaban era una herramienta de negociación, no
una victoria en una batalla inútil. Por lo tanto, decidieron ir por el cachorro
del león, como sugirió el Pez Negro.
El cachorro estaba desprotegido y confiado, sitiando
Aguasdulces, y sería presa fácil. Para ello, debían evitar el Camino Real,
cruzando por Los Gemelos y dándole esquinazo a Tywin Lannister para llegarle
por la espalda a su hijo. Una excelente táctica en opinión de Robb, que la
apoyó de inmediato. Además, sabía que sería efectiva.
Robb suspiró aliviado al ver que las tácticas de Tywin se
ajustaban a lo que él conocía de su posible futuro. Sin embargo, las cosas
habían cambiado y Robb sabía que ya no era el mismo de antes. Sus señores
tenían una opinión muy diferente de él, a la que tenían del antiguo Robb en sus
recuerdos.
Bran, que tenía como pasatiempo espiar conversaciones
ajenas, le contó vía cuervo, que incluso los soldados campesinos se habían
enterado de lo sucedido en la cena de bienvenida de sus señores: como por poco
le corta la cabeza a uno de ellos por reclamar su puesto como comandante del
ejercito, y como no dudó en patear a otro de su legitimo asiento, por tratar de
escaquearse de sus deberes. Esto se supo, porque los refuerzos de Roose Bolton
no pasaron desapercibidos.
Por todo esto, además del Lobo de Invierno, su ejercito le
llamaba el Lobo Serpiente, y el Lobo Astuto, y no eran para nada halagos,
aunque el Lobo de invierno tampoco era un halago.
Robb sabía que si Tywin se enteraba de esto, se metería en
un gran lío, porque Tywin jamás lo consideraría un niño inocente al que pudiera
derrotar fácilmente. Si Tywin llegaba a pensar que Robb lo estaba engañando con
algún plan de distracción, el plan inicial no funcionaría. Afortunadamente, en
este mundo no existía internet y su ejército ya estaba en marcha, por lo que
los rumores viajaban con él, y a menos que Tywin tuviera su propio verdevidente
que le pasara información vía cuervo, el plan inicial estaba a salvo.
Robb estaba seguro de que, después de esto, los chismes
sobre él inundarían el reino, pero por el momento estaba a salvo.
Robb también sabía que debía controlar su personalidad y no
dejarse llevar, porque en este mundo el honor era lo más importante de forma
oficial. Más allá de eso, era un nido de víboras y nadie tenía ningún honor. Si
perdía su honor de forma oficial, sería una catástrofe, incluso sus propios
señores podrían sentirse incitados a revelarse. Por lo tanto, el asunto de su
honor no debía ser tomado a la ligera, ya que era uno de los factores que
determinarían su supervivencia.
Robb apretó los dientes y tuvo ganas de mandar a azotar a
todo su ejército por hablar a sus espaldas, pero no podía hacerlo y solo podía
tragarse su frustración.
«Campesinos de mierda, serpiente sus abuelas», pensó Robb
para sí mismo y sacudió la cabeza porque tenía un obstáculo por delante en esta
guerra.
Como había anticipado, los Frey estaban en pie de guerra y
no daban indicios de dejarles pasar. Lady Catelyn, como hija de su señor
feudal, Hoster Tully, se ofreció a ir con el viejo Walder Frey y pedirle que
les permitiera el paso, pero Robb negó su petición.
—Madre, Walder Frey no hará daño a mi enviado. Es un cobarde
miserable y tenemos un ejército a sus puertas. Simplemente quiere cobrarnos un
gran precio por nuestro pase —dijo Robb, mostrando su frustración e ira.
Observó a sus señores, que parecían un poco sorprendidos de verlo enfadado.
—Señores, en este momento me siento viejo y amargado. No lo
tengan en cuenta —dijo fijando su mirada sobre Rickard Karstark—. Mi señor, no
te molestes, pero te ves como yo me siento en este momento —agregó Robb con
sinceridad, y el Gran Jon se echó a reír, partiéndose sobre su caballo con unas
carcajadas que debían escucharse a kilómetros de distancia.
Rickard Karstark hizo una mueca y escupió al suelo, mientras
los otros señores soltaban una que otra risa.
—Mi señor, por favor, id y hacedle saber a Walder Frey que
me siento amargado por su actitud, pero que no tengo tiempo para lidiar con él.
Que de una vez hable y me diga el precio por abrirse para mí, para que podamos
terminar con este teatro —ordenó Robb.
—¡Robb, no! —exclamó su madre con tono alarmado. Robb la
ignoró y el viejo Karstark se marchó con impaciencia.
Robb miró al resto de sus señores.
—Mis señores, ¿ven ese bosque a nuestras espaldas? —dijo
señalando hacia atrás con su mano derecha—. Me está molestando. Pongan a
nuestro ejército a derribarlo. Quiero troncos de quince metros de largo y
muchas cuerdas.
»Lord Bolton, traiga a algunos artesanos y acompáñenme a mi
tienda.
»Madre, disculpa mi falta de modales, pero ya te dije antes
que Walder Frey no se atreverá a lastimar a mis hombres con un ejército en sus
puertas. Puedes seguirme para saber que tu hijo no ha perdido el juicio —ordenó
Robb, y todos se pusieron manos a la obra.
…
Una hora después, un grupo de artesanos lo miraba con
asombro, junto a su madre y sus señores, mientras Robb les explicaba cómo iban
a crear un puente de madera sobre el río en media tarde y lo usarían para
cruzar en la noche después de la vuelta del viejo Karstark, que se había
peleado con Walder Frey y fue expulsado de los gemelos a la fuerza, pero como
Robb supuso, nadie murió.
El puente que maravillaba a los artesanos no era un puente
moderno, sino un puente de guerra romano que Julio César había usado para
cruzar un gran río con sus legiones y pescar a sus enemigos con los pantalones
abajo, justo como planeaba hacer Robb ahora con Jaime Lannister. Consistía en
troncos de madera sostenidos por una combinación entre flotabilidad y sostén de
vigas de madera.
Su tiempo de construcción dependía de la madera y las manos
disponibles, y Robb, que tenía a veinte mil hombres disponibles, no tenía nada
más que hacer que mirar cómo la madera era arrastrada al río y el puente
empezaba a tomar forma a una velocidad relámpago, mientras su ejército, como
una fila de hormigas, cortaban árboles y los arrastraban a la construcción para
ser inspeccionados por los artesanos, cotejados con los planos apresurados y
puestos en su lugar para agregar otro peldaño al puente.
El puente, en el mejor de los casos, duraría un mes y lo más
probable era que ya no estuviera allí en una semana, pero él solo lo necesitaba
por un día y la madera era gratis.
Robb supervisaba todo junto al Lord Sanguijuela y su madre,
pero en verdad no hacía nada más que mirar el plano que fue creado por su
madre, Lady Catelyn Stark, mientras parpadeaba y lo comparaba con su modelo
original.
El modelo original, hecho por él mismo, era una serie de
líneas que pretendían ser rectas, pero eran un desastre de trazos apresurados
sin ninguna escala, más que anotaciones de lado, con un desastre de tinta
suelta y borrones por todos lados.
El segundo plano, hecho por su madre, era un diseño a
escala, con líneas perfectas y sin ningún borrón. La maravilla de esto era que
su madre había empleado el mismo tiempo que él para crearlo.
—Madre, a partir de ahora vas a ser mi asistente. Tengo un
libro que escribir y este también tiene una gran cantidad de planos y dibujos
—dijo Robb.
Robb planeaba buscar la ayuda de un maestre, como lo hizo en
Invernalia con el libro que envió a Braavos, pero con un diseñador gráfico a su
lado, tales cosas eran innecesarias y también sería correr riesgos
innecesarios. A diferencia del primer libro que envió a Braavos, este sería un
gran peligro, y si se filtrara su contenido, él tendría enormes problemas. Su
madre parpadeó ante su orden.
…
Una hora después de empezar, el puente ya tenía veinte
metros de largo y su construcción se aceleraba a medida que los artesanos se
familiarizaban con sus requisitos. Pero el proceso fue interrumpido cuando una
comisión de alarmados Frey, dirigidos por el heredero de Lord Walder Frey, Ser Stevron
Frey, se acercó junto con otro grupo de gente que, por su cara, también eran
Frey.
En los libros se decía que todos tenían cara de comadreja.
En su antigua vida, él no entendía esto y como Robb, esperaba ver una familia
con cabeza de urón, pero no vio nada de eso. Estos tipos eran de rasgos finos y
sus ojos pequeños no eran atractivos, ninguno de ellos, pero tampoco eran feos.
Le llevaban un gran trecho a la mujer osa en belleza.
—Mi señor, continuemos con nuestro trabajo. Solo azótelos y
envíemoslos de vuelta —aconsejó el viejo Karstark después de que Ser Stevron
les pasara algunas disculpas insinceras del viejo Frey y se mostrara dispuesto
a negociar.
Robb y sus señores no se habían movido de su lugar y seguían
viendo cómo el puente de madera avanzaba sin parar.
Ser Stevron daba miradas nerviosas al puente y su grupo
miraba con aprensión la hilera de troncos y el proceso de armado, cuando los
artesanos ordenaban hacer los cortes para que los troncos encajaran unos con
otros.
—Ser Stevron, como ve, estamos ocupados y ya hemos
perdido demasiado tiempo en negociaciones. Antes he enviado a uno de mis lores
para que le informara su precio por cruzar su puente, pero se han escandalizado
y rechazado, por lo que estamos construyendo nuestro propio puente y ya no
necesitamos el suyo. Ahora, por favor, dejen de interrumpir nuestro trabajo
—dijo Robb.
—¡Ya estaban construyendo su puente cuando enviaron a
ese!... —Ser Stevron le dirigió una mirada de advertencia al chico que hablaba
y de un codazo de otro Frey le cerraron la boca.
—Mi señor padre, Lord Walder Frey, sabe de su valentía y de
sus planes para enfrentarse a Lord Tywin Lannister, que ha invadido las tierras
de los ríos. Nosotros también nos disponíamos a luchar. Desafortunadamente,
nuestro Lord de los Ríos ha sido capturado y estamos solos contra todo un
ejército, por lo que nos vemos en la necesidad de buscar aliados.
»Justo por eso, mi señor padre, el honorable Walder Frey, le
ofrece una alianza en contra de los invasores para liberar las tierras de los
ríos de los Lannister. Y para arreglar dicha alianza, no vemos mejor opción que
formalizarla con algunas alianzas matrimoniales entre mi señor y sus hermanas,
y las nietas y nietos de mi señor padre —concluyó Ser Stevron usando un tono de
discurso cordial, que aunque era apresurado, también era articulado y se
entendía a la perfección.
—Su padre es algo ambicioso, le recuerdo que mi señor padre
cambió su mano por el ejército de todas las tierras de los ríos en la rebelión
del rey Robert, pero ahora Lord Frey exige la mano de todos mis hermanos y la
mía a cambio del ejército de un solo lord de las mismas tierras. No veo cómo
este trato sea algo justo —replicó Robb.
Sus señores guardaron silencio, aunque la mayoría escupió al
suelo. Robb ya estaba pensando en alguna forma de quitarles esa costumbre que
le revolvía el estómago.
—Mi señor, es mi deber recordarle que su padre era el señor
del norte y usted es su hijo, ni siquiera un señor menor —replicó Ser Stevron.
Robb se rio y asintió, lo que hizo que sus señores apretaran la boca para
tragarse los insultos que pretendían gritar.
—Eso es cierto, pero también es cierto que soy el heredero
de mi padre, comando un ejército de veinte mil hombres, mi necesidad por sus
hombres es mínima, y si pacto una alianza matrimonial y muero, mi lugar será
ocupado por mi heredero o por el siguiente heredero de mi padre, por lo que
seguiréis teniendo al heredero de Invernalia como yerno —explicó Robb, y Ser Stevron
sonrió de oreja a oreja al conseguir lo que quería, porque él ya había
implicado el precio que estaba dispuesto a aceptar y sus condiciones.
—Mi padre es un hombre comprensivo y valora el honor —declaró
Ser Stevron, y Rickard Karstark bufó, seguido de un escupitajo del Gran Jon.
La fama de cobardía de lord Frey era conocida por todo el
reino, aunque Robb le llamaría astucia. Por supuesto, en este mundo, no valía
la pena perder la reputación por una estrategia así, porque luego pasaba lo
mismo que con Lord Frey, al que todo el reino detestaba y le sacaba el cuerpo,
a pesar de su riqueza y de su numerosa familia. Su carácter detestable no tenía
nada que ver, porque Tywin Lannister era un animal, y todos estaban encantados
de hacer cualquier alianza con él. Ser Stevron ignoró los gestos de disgusto y
dejó su vista fija en Robb.
—Mi señor padre tampoco es un lord común en estas tierras o
en otras, y puede aportar cuatro mil hombres a nuestra causa, con todos los
suministros para mantenerles, además de asegurar esta posición estratégica para
el acceso a sus tierras —explicó Ser Stevron e infló el pecho cuando sus lores
no pudieron ocultar su sorpresa, porque ninguno de ellos podía tener esa
cantidad de hombres a su servicio, y que el viejo se ofreciera a cuidar la
entrada a sus tierras significaba que contaba con una buena guarnición para
defender sus propias tierras, lo que sumaría otros mil hombres a los números de
su ejército, quizás más.
Robb no entendía de dónde sacaba tanta gente un señor menor,
pero no protestó por ello.
—Bien, supongo que solo nos faltaría reunirnos con su padre,
hacer los juramentos y cruzar al otro lado para concluir esta guerra —concluyó
Robb, y los Frey por poco lo arrastran a su castillo con las prisas que tenían.
Crear el puente volvía a los Frey inútiles para Robb, y solo
podían ofrecerle a su ejército para formalizar una alianza, por lo que sus condiciones
se vieron reducidas en un gran porcentaje.
La reunión con el viejo Frey transcurrió de manera normal,
porque Robb dejó a su madre atrás para no escuchar los encantadores chistes del
viejo senil sobre las mujeres, y se llevó al Gran Jon y a Rickard Karstark, que
era uno de los más escandalosos y el otro el más gruñón, con lo cual, el viejo
Frey se arrepintió en el momento de hacer un chiste subido de tono, provocando
un estallido de risas por parte del Gran Jon, que dejó al viejo miserable
mirando doble.
Por otro lado, cuando intentó renegociar los términos,
Rickard Karstark echó mano a su espada, por lo que todo transcurrió con
normalidad y eficiencia, sin que el anciano miserable hiciera de las suyas o
tratara de usar su avanzada edad como excusa para estafarle. En cuanto a su
prometida, él tenía libre elección entre las nietas del anciano.
…
—Lord Bolton, le entregaré el mando de tres mil hombres para
cumplir la labor de engañar a Lord Tywin, y le daré libertad de acción para
actuar de la forma en que le parezca mejor realizar tal tarea. Si cree que no
puede realizar esta tarea, por favor hágamelo saber. Después de todo, muchos
considerarían que le envío en una misión suicida —dijo Robb. Mientras hablaba,
todos sus señores reunidos en la tienda de mando, mientras las tropas cruzaban
los Gemelos, fijaron su atención en el Lord Sanguijuela.
Lord Bolton era uno de sus abanderados más cercanos hasta
ahora, a quien llamaba para organizar las estrategias de guerra que requerían
detalles técnicos importantes, como había sido la construcción del puente, la
planificación de los campamentos y sus reglas, entre otros. Pero también sabían
que su asiento en el banquete de bienvenida junto a los lores menores no fue
casualidad, y desde la llegada de sus tropas restantes en Foso Cailin, se pudo
confirmar que Lord Bolton no había respondido de forma apropiada a su llamado
inicial, escaqueando tropas y recursos, lo que podría considerarse traición.
Aun así, Robb no hizo nada más que reprenderlo con un
asiento menor en un banquete, por lo que se rumoreaba que al siguiente error
que cometiera Lord Bolton, perdería la cabeza, porque el Lobo de Invierno era
despiadado y cruel. No había forma de que le dejara pasar un intento de
traición a un lord, cuando en su primer encuentro había tratado de cortarle la
cabeza a uno de ellos, solo para dejar claro que él estaba al mando.
—Mi señor, cumpliré con mi deber —fue la respuesta de Lord
Bolton, dicha en voz baja.
Robb tampoco dijo más y procedió a discutir con el Pez Negro
y sus demás señores cómo atacarían el asedio a Aguasdulces y, lo principal,
cómo se las arreglarían para capturar al Materreyes y cambiarlo por su lord del
Norte, que era prisionero de la reina.
El Pez Negro volvió a destacarse, planeando otra jugada
astuta en contra de los Lannister, que Robb sabía que funcionaría. Después de
escuchar al resto de los lores, hizo algunos pequeños ajustes y dio por
finalizada la reunión.
…
Al volver a su carpa, había tres cuervos y una “plasta”
esperándole. La “plasta” era Theon Greyjoy, con quien debía cargar hasta que
surgiera la oportunidad para librarse de él.
Por fortuna, Robb había encontrado la forma perfecta de
quitárselo de encima a él y sus cuentos sobre las putas con quienes había
estado o las campesinas y sirvientas a quienes había engañado para quitarles la
virginidad. Era que sus lores pensarían menos de él si lo veían junto a gente
joven. Con esto, no había forma en que Theon le acompañara, pero el bastardo se
aseguraba de estar siempre a la puerta de su tienda para pedirle unirse a
cualquier plan de guerra. Por suerte, hoy tenía buenas noticias para él.
—Theon, entraremos en batalla en unos días y tú serás uno de
mis guardias de batalla —informó Robb y Theon saltó de alegría—. Robb, en el
campamento dicen que hablas con los cuervos —dijo Theon. Robb puso los ojos en
blanco—. Theon, diles a los señores de mi parte que, sin importar cuán tontos y
absurdos sean los rumores que inventen, no voy a revelarles cómo entrenar
cuervos para que entreguen mensajes en persona, ya que es una de las pocas
ventajas que tenemos en nuestra guerra.
»Si tienen algo importante que enviar a sus tierras, pueden
hacerme llegar su carta y la enviaré a Invernalia para que la reenvíen a sus
propias tierras —dijo Robb.
—¿Y a quién exactamente le entregaré este mensaje? —preguntó
Theon con una sonrisa—. Puedes dárselo a la siguiente persona que escuches
esparciendo rumores tontos. Ahora, si me disculpas, debo usar mis poderes
mágicos de caminante blanco para hechizar a mis cuervos espectros y hacer que
estos esparzan mi voluntad por los Siete Reinos —dijo Robb con un tono teatral.
Theon hizo una mueca.
—Oye, no seas despiadado conmigo, cumplir esa orden me
llevará toda la noche —se quejó Theon.
—Oye, no le pongas quejas a un señor de la noche o
terminarás igual de espectrificado que estos pobres cuervos —dijo Robb usando
el mismo tono de quejas y pasó dentro de su tienda para comunicarse con Bran y
que este le contara sobre los movimientos de Tywin Lannister para ver si se
ajustaba al plan. Para esto, y como Bran no conocía el sur, Robb tenía toda una
mesa de mapas en los que podía ubicarse gracias a ciertas pistas que observara
Bran usando cuervos o pájaros comunes para sus espionajes sobre las tropas
enemigas. Hasta el momento, no había cambios en la historia que conocía, pero
Robb no quería sorpresas.
…
—Mi señor, vuestra madre pide verle —informó uno de sus diez
guardias habituales. Para este momento, Robb ya tenía casi treinta guardias de
batalla, pero eso era solo para la batalla y eventos oficiales. Su guardia
habitual, compuesta por diez guardias de Invernalia, se mantenía atenta a él en
todo momento, siguiéndolo como una sombra y cuidando su tienda cuando estaba
dentro. Había más, pero era un trabajo por turnos para asegurarse de que se
mantuvieran alerta. La creación de esta guardia fue idea de Robb. Él se negaba
a morir siendo apuñalado de forma casual.
Robb hizo pasar a su madre, que no estaba nada contenta de
que él desatendiera sus consejos, a pesar de que tuviera razón cada vez que la
ignoraba. Robb simplemente le dijo que su hijo ya había crecido y que sus
consejos eran valorados y apreciados por él, luego de lo cual volvió a
ignorarla y regresó a su conversación con Bran hasta que llegó la hora de
dormir.
…
Con Tywin vigilado y su posición marcada en uno de sus mapas
en todo momento, Robb marchó hacia Aguasdulces sin ningún sentimiento de
apresuramiento, a diferencia de Lady Catelyn y la mitad de sus señores, que
temían que Tywin Lannister se enterara de sus planes y los emboscara por la
espalda cuando estuvieran preparándose para cazar a su hijo.
…
La marcha hacia Aguasdulces no fue rápida. Nada era rápido
en este mundo medieval. Llevaban casi un mes y medio de marcha y aún no había
habido ni un solo combate. Al ritmo que llevaban, les faltaban días para llegar
a Aguasdulces. Así que cuando se hablaba de velocidad, esta consistía en una
marcha a paso rápido por los enormes territorios de Westeros, lo que tardaría
semanas como mínimo o meses si atravesaban varios territorios.
Robb se dormía con los ojos abiertos cuando cabalgaba, si no
tenía la compañía del Gran Jon, Maege Mormont o Rickard Karstark, quienes se
daban cuenta de sus trucos y escupían y pateaban si intentaba dormirse, aunque
no hablaran o no tuvieran nada que hacer.
El anciano hasta se atrevió a decirle que, aunque tenía un
gran cerebro y capacidad de mando estratégico, era demasiado flojo. Esto a
pesar de que Robb entrenaba a diario con la espada, el arco y la lanza. El
problema era que había cometido la herejía de ordenar una ballesta para su
defensa personal en lugar de un arco. En resumen, el anciano se creía su
abuelo, aunque no estaba demasiado alejado de eso, porque si veían su sangre,
de hecho, sería algo así como su tío abuelo.