Iori tiene una noche de mierda en el bar donde trabaja cuando al dueño se le ocurre hacer un evento improvisado con los fans y Kyo tiene que lidiar con su mal temperamento. Otro pequeño oneshot de la vida de Iori y Kyo como pareja y como desarrollan lenta y atropelladamente su relación.
En una noche como cualquier otra, Iori se encontraba en el bar en una presentación con su banda. Se habían vuelto regulares en ese lugar y por consecuencia el bar cada vez se llenaba de más clientes. Inclusive habían veces en las que debían controlar la entrada de personas porqué el lugar estaba abarrotado. Aquella noche fue particularmente agitada, su participación en el torneo de KOF siempre atraía a fans que no solamente iban a verlo por su música.
Generalmente Iori hacía todo lo posible por tolerar la situación, pero en realidad, odiaba las multitudes y el bullicio ensordecedor de los gritos de los fans. Era irónico, porqué esa era la carrera que había escogido, así que como músico estaba sujeto a ese tipo de socialización, sin embargo aún luego de llevar años en ese mismo oficio, no lograba acostumbrarse a ello.
Esa noche en particular, el dueño del bar les pidió que hicieran un pequeño 'fan meeting' improvisado al final de la presentación porqué habían demasiados fans pidiendo por autógrafos y haciendo preguntas. Iori sintió como la migraña comenzaba a aparecer conforme el momento del evento se iba acercando. No era que odiara a sus fans en particular, ni siquiera recordaba sus rostros como para tener un sentimiento de repudio hacía ellos, pero era la situación como tal que sobre cargaba de estímulos su cerebro y lo hacía querer salir de allí corriendo y esconderse en un sótano para no volver a salir nunca.
Él nunca había sido alguien que disfrutara de fiestas o lugares concurridos, desde muy pequeño había pasado la mayor parte de su tiempo en aislamiento y quizás se había acostumbrado a esa soledad. Por eso prefería actividades como la lectura o simplemente quedarse en casa relajado sin hacer nada. Antes no había sido muy consciente de ello, pero ahora que tenía 28 años, y luego de analizar su propio comportamiento, se había dado cuenta de que nunca había aprendido a socializar apropiadamente cuando era pequeño y eso sumado a su particular situación como heredero Yagami, estar rodeado de gente siempre había sido una molestia.
Terminaron de tocar y los fans se aglomeraron en filas organizadas para poder pedir autógrafos y hacer preguntas. La mayoría iban por él, pero afortunadamente los otros miembros de la banda no se sentían mal por eso y nunca se lo echaban en cara (además se beneficiaban de su popularidad en ventas y eso era positivo), por lo que no Iori no se sentía incómodo con que sus compañeros recibieran menos atención. Por el contrario los envidiaba, entre más rápido terminara, más rápido podría volver a su casa.
Los fans comenzaron a hacer preguntas y a pedir autógrafos y entre más preguntas le hacían, Iori sentía como si tuviera a una persona pequeñita dentro de su cabeza taladrándole el cerebro sin parar, la migraña iba en aumento y no tuvo tiempo de tomar medicina porqué habían demasiadas personas en el lugar y ni siquiera había podido regresar al camerino.
Iori respondió a las preguntas con escuetas respuestas monosílabas una y otra vez (porqué los fans hacían las mismas preguntas) y lentamente el mar de rostros emocionados se fue transformando en rostros desfigurados que lo miraban con lujuria. Iori sintió una fuerte punzada de dolor como si alguien hubiese atravesado su cráneo con un puñal metálico justo en su entrecejo. De repente los ojos de las personas parecían brillar de un color amarillo y el sonido de un siseo de serpientes se mezcló por entre el bullicio de las palabras. Iori sacudió la cabeza y sintió como si las paredes del bar comenzaran a cerrarse, haciendo el sitio cada vez más pequeño.
Tenía que salir de ahí o iba a terminar quemando el lugar, pensó en unos segundos, antes de ponerse de pie y bajar de la tarima con el bajo aún colgado a su espalda. De inmediato la gente lo siguió y se encontró acorralado por las personas que continuaban ofreciendo sus cuadernos y discos para que firmara, Iori se abrió paso entre la multitud, empujando bruscamente a todo el que se atravesara sin detenerse a pensar en si había lastimado a alguien.
Salió al parqueadero, el mundo le daba vueltas, se agarró de la pared y vomitó en una caneca de basura parte del alcohol y la comida que había consumido hacía unas horas. Los ojos se le empañaron por unos segundos mientras volvía a vomitar por segunda vez. Jadeó ligéramente encorvado, entonces escuchó el bullicio de más voces que se acercaban.
— ¡Ahí estás maldito presumido! — Un hombre gritó a sus espaldas.
Iori no se giró porqué aún sentía nauseas, por lo que el hombre lo tomó bruscamente del hombro y le forzó a girarse. Era un joven probablemente de su misma edad, traía el cabello rubio y lentillas verdes, a su lado había una chica que se aferraba a su brazo con lágrimas en los ojos.
Entre el mareo que sentía y las ganas de vomitar, Iori no comprendió muy bien al comienzo de que se trataba el altercado, pero pronto fue evidente que, el hombre estaba furioso porqué Iori había empujado a su novia al salir del bar y la chica se había caído al suelo aporreándose las rodillas contra el borde de una silla. La chica estaba llorando porqué era una gran fan de Iori y el novio estaba demandando que se disculpara. De repente más personas lo rodearon en el parqueadero también y cuchicheaban tomándole fotos indiscretamente con sus móviles.
Iori solo pensaba en que debía salir de ahí, su mente era ahora un caos de voces entre mezcladas y la posibilidad de que el maldito de Orochi pudiese controlar su cuerpo y herir a esas personas era cada vez más potente. Sin lograr decir nada coherente, se puso de pie y se abrió paso de nuevo hacía la calle para tomar un taxi. En ese estado no podía manejar y tampoco podía esperar a que alguno de sus compañeros lo llevara hasta la casa porqué seguían dentro del bar atendiendo los fans.
El hombre siguió gritando insultos mientras él intentaba parar un taxi agitando el brazo frenéticamente.
Momentos después un taxi se detuvo y Iori abrió la puerta para meterse en la parte trasera, colocando el bajo a un lado en el asiento. Subió el vidrio de la puerta y los insultos fueron enmudecidos mientras el auto arrancaba. Se hecho hacía atrás en la silla y cerró los ojos deseando desaparecer.
***
Cuando llegó a su casa, eran las 3 de la mañana, Iori había heredado la casa principal del clan Yagami donde había crecido. Él se había ido a vivir solo desde que tenía 19 años porqué odiaba ese lugar. Sin embargo con su padre muerto y siendo el único heredero, el pelirrojo terminó regresando a la casa luego de un año de darle vueltas al asunto y procrastinar. La casa era grandísima para una sola persona, y ya no habían sirvientes que ayudaran cuidarla, por lo que el jardín estaba descuidado y varios peces koi de la laguna artificial se habían muerto.
Abrió la puerta principal con sus llaves y a travesó el jardín a oscuras hasta la casa. A duras penas se quitó los zapatos y caminó en medias por los pulidos suelos de madera. Su cabeza seguía retumbando como un tambor y el dolor no se iba.
— ¿Yagami? — Una voz masculina familiar lo hizo salir del sopor en el que se encontraba su mente, se había quedado en medio de su habitación sin moverse.
Kyo encendió la bombilla y se estregó los ojos adormilados. Traía todo el cabello revuelto y estaba sin camiseta, solo vestido con shorts the pijama negros, Iori había olvidado por completo que ese fin de semana Kyo se quedaría a dormir en la casa.
— ¿Estás bien? — Preguntó Kyo al notar su rostro pálido y su expresión. Probablemente notaba que apestaba a alcohol y a su propio vomito.
— Déjame solo. — Respondió Iori y no dio tiempo a Kyo de reaccionar, con un movimiento brusco, lo haló del brazo y lo sacó de la habitación.
— ¡Espera Yagami! ¿Qué demonios te pasa?.
Cerró la puerta de un portazo e ignoró el grito de Kyo al otro lado y los subsecuentes golpes en la puerta.
No tenía cabeza para lidiar con Kyo en ese momento, sentía que a cualquier provocación podría estallar y perder el control de si mismo. Una cosa era lidiar con fans en el bar y otra, con Kyo a quien Orochi quería matar. La voluntad del dios se revolvía agitada en su interior y Iori sintió el deseo de hacerle daño, latente en su cabeza, como un impulso imposible de contener.
Encontró unas píldoras para el dolor de cabeza en un cajón y las masticó sin beber agua, el sabor amargo casi lo hace vomitar una tercera vez.
Se dejó caer de espaldas en su cama y cerró los ojos. El colchón estaba tibio, porqué Kyo había estado dormido ahí.
— Mierda — Maldijo llevándose un brazo a la cara, intentando desconectar su cerebro y dormir.
***
La luz del sol de medio día le forzó a abrir los ojos. El intenso brillo del sol le trajo de regreso el dolor de cabeza y tuvo que cubrirse los ojos con las manos por que el brillo era demasiado abrumador. Se sentó con un quejido y sacudió la cabeza ligeramente. Se había quedado dormido con la ropa que había usado para ir al bar, apestaba y deseó darse un baño de inmediato. Se dirigió al baño y al mirarse al espejo notó todo el maquillaje de ojos corrido. Lucía terrible y se cuestionó como había llegado a ese punto en su vida.
Se dio una lucha rápida y cuando regresó a la habitación, abrió las ventanas para permitir algo de aire entrar y se vistió con una simple camiseta blanca y unos pantalones grises. El dolor de cabeza continuaba allí, pero las voces habían desaparecido, lo cual era una buena señal.
Salió de la habitación sintiendo el estomago hecho un nudo, una extraña combinación de hambre, náuseas. Caminó por el corredor de madera y el olor a café recién hecho proveniente de la cocina, de repente le hizo recordar que había echado a Kyo de la habitación sin darle una explicación.
No había nadie en la cocina, pero la cafetera estaba puesta con café negro fresco y habían unos panes hervidos rellenos a un lado del microondas. Puso los panes en el microondas y mientras se servía el café que sabía Kyo había preparado para él, se preguntaba como era que seguían en esa relación cuando el se comportaba así.
Iori era consciente de lo complicada que era su situación, en el pasado nunca había podido mantener una relación a largo plazo, incluso había intentado tener una novia, pero la relación había terminado terriblemente debido a su propio temperamento y en palabras de ella 'su inhabilidad de expresar sus sentimientos'. Iori se hizo a la idea de que nunca tendría a alguien a su lado como las personas 'normales', porqué ninguna persona normal, podría aceptar su situación.
¿Quién querría un novio que no quiere salir de casa y solo quiere aislarse de la gente? ¿Quién querría un novio incapaz de expresar sus sentimientos en palabras bonitas o gestos románticos? Y sobre todo, ¿quién querría a un novio con una sangre maldita que le hacía enfermar con frecuencia?. Cualquier persona con algo de inteligencia se daría cuenta de que una relación con el heredero de la luna, sería tóxica y demandaría demasiado trabajo.
Por eso Iori estaba acostumbrado a ser deseado solo por su atractivo físico. Los jóvenes que lo buscaban en el bar, querían sexo con él, pero no toleraban su personalidad a largo plazo.
Se metió un pan a la boca y notó su relleno de carne molida. Era su favorito y sintió una punzada en el pecho. Kyo había dejado eso allí para él aún cuando lo había tratado como un pedazo de mierda y lo había sacado del cuarto a patadas en medio de la noche.
Ahora se preguntaba, en donde había dormido o si habría regresado a la casa Kusanagi.
Con la taza de café en la mano, Iori salió de la cocina y esta vez el sonido de unas guitarras eléctricas llamaron su atención. Como la casa era tan grande, se escuchaba lejano, pero Iori supo que provenía del garaje.
Caminó hasta allí a paso lento y conforme se acercaba el sonido se iba volviendo más fuerte. Encontró a Kyo tirado en el suelo al lado de su moto. Traía la camiseta roja manchada con aceite y unos jeans desteñidos y rotos en las rodillas. Tenía una llave inglesa en la mano y estaba apretando una tuerca. La cadena de la moto estaba en el suelo y sus manos estaban oscurecidas con el aceite lubricante de la cadena.
El móvil de Kyo estaba en el suelo y de allí salía la música rock a todo volumen.
El sonido de las guitarras eléctricas y la batería amenazó con aumentar su dolor de cabeza y Iori deseó que fuera una música más calmada como el jazz o en vez de eso, un agradable silencio.
Pero no dijo nada, porqué al fin y al cabo, el jazz y las motos no combinaban.
Kyo se tardó unos momentos en notarlo de pie con el café en la mano. Iori no se esperaba ver a Kyo allí, porqué era más lógico que se hubiese ido para su casa, sin embargo, entre más pasaba tiempo con Kyo, más se daba cuenta de que el heredero Kusanagi tampoco era una persona normal. Kyo parecía estar tan mal de la cabeza como él, para poder aceptar ese trato y continuar ahí.
— ¿Donde dormiste?.— Preguntó el pelirrojo aún de pie.
Kyo continuó lo que estaba haciendo en la moto y no se giró para responder.
— Este sitio es enorme, así que cogí un cuarto al azar.
Habían varias habitaciones vacías, porqué la mansión solía tener mucha más gente cuando Iori era pequeño, recordaba que inclusive sus tíos habían vivido una temporada allí también.
— ¿Qué le paso a la moto? — Continuó preguntando Iori. Lo que realmente deseaba era disculparse, sin embargo esas palabras no salieron de su boca.
— Nada malo, solo le estaba haciendo mantenimiento a la cadena. — Respondió Kyo y se sentó, tomó la cadena que estaba en el suelo a un lado y se la mostró. — Hay que tensarla y engrasarla para evitar que… en fin, no te importa ¿verdad?.
Kyo lo miró con una sonrisa brillante que hizo que el corazón le diera un brinco. Había algo encantadoramente masculino en Kyo untado de aceite y grasa con la cadena de la moto en las manos. La música rock también completaba ese cuadro perfectamente.
Iori se sentó en el suelo y dejó el café a un lado. Sin decir nada, se inclinó hacía él y lo besó en los labios. Kyo pareció un poco sorprendido al comienzo, pero pronto cerró los ojos y abrió la boca para profundizar el beso.
Iori no sabía como pedir disculpas sin sonar ridículo, era su culpa por no poder controlar su temperamento y sabía que Kyo no tenía la culpa de que tuviera una noche de mierda gracias a la cantidad de fans en el bar. Kyo tampoco tenía la culpa de que Orochi intentara destruir la espada Kusanagi, al fin y al cabo, lo había intentado en cada generación.
Ninguno de los dos realmente tenía culpa del destino que les había tocado, sin embargo, Kyo había escogido estar ahí con él y se esforzaba por construir esa relación.
— Oye… espera… tengo las manos engrasadas — Se quejó Kyo cuando Iori lo empujó y lo hizo acostar en el suelo otra vez. El pelirrojo sonrió con malicia y le tomó las muñecas para colocarlas encima de su cabeza.
— No necesitas tus manos para lo que pienso hacerte. — Respondió y procedió a desabotonar el jean de Kyo.
El castaño lo miró expectante, pero no lo rechazó, así que Iori asumió que no estaba molesto por lo ocurrido. Procedió a besar y mordisquear el cuello de Kyo mientras lo acariciaba por encima de la tela del boxer.
Como era de esperarse, su entrepierna se endureció con las caricias y pronto Kyo estaba respirando con fuerza apoyado en los codos mientras Iori continuaba la estimulación.
— ¿No puedes esperar a que me lave las manos? — Se quejó Kyo al notar que Iori le bajaba los vaqueros hasta las rodillas y hacía lo mismo con sus boxers. Era obvio que Kyo no quería tocarlo con las manos sucias de aceite de moto y Iori decidió aprovecharse de esto.
Besó el abdomen musculoso del Kusanagi, haciéndole encoger ligeramente con cada contacto de sus labios y luego continuó bajando hasta su erección. Sin dar explicaciones o pedir permiso, abrió la boca para tomar el miembro y lo humedeció con la lengua. Kyo dio un respingo y hecho la cabeza hacía atrás dejando escapar el aire en una exhalación trémula.
Lo acarició con la boca por un buen rato, prestando atención a cada movimiento involuntario del cuerpo del otro, sabiendo exactamente como mover la lengua y que presión ejercer para llevarlo al límite. Cuando le pareció que Kyo estaba cerca se detuvo.
Iori metió su dedo índice en su boca con un gesto lento y sugestivo, lo humedeció con saliva, y luego procedió a buscar su propia entrada sin dejar de mirarlo a los ojos. Kyo arqueó las cejas en sorpresa al darse cuenta de lo que pretendía.
— Oye, espera ¿No crees que es muy rápido? — Exclamó Kyo cuando momentos después Iori había tomado su miembro y lo había acercado en su entrada, sentándose lentamente sobre él. — Vas a lastimarte… — Agregó con voz trémula.
— Puedo soportarlo, ¿Por quién me tomas? — Respondió Iori con una sonrisa maliciosa mientras continuaba bajando sus caderas lentamente, engullendo el miembro de Kyo en su cuerpo.
El castaño soltó un gemido bajo cuando estuvo completamente dentro y cerró los ojos. Iori se deleitó con la expresión que hizo. En efecto, le dolía, pero aquello no se comparaba con el dolor que sentía en el corazón, pensó cerrando los ojos también. Merecía un castigo por lo que había hecho y no le importaba un poco de dolor físico porqué era lo justo.
Comenzó a moverse lentamente, sintiendo como el miembro de Kyo lo llenaba por dentro. Deleitándose con cada sonido placentero que el otro hacía, cada que el miembro salía hasta casi la punta y luego volvía a entrar hasta la base.
Aunque Iori había preferido ser quien penetraba por muchos años, las cosas habían cambiado conforme la relación había madurado y se habían dado cuenta que era más divertido si se turnaban.
Cuando le tocaba el turno a Kyo de penetrarlo, se tomaba el tiempo necesario para prepararlo y siempre era gentil, sin embargo en ese momento, Iori no quería su gentileza.
Continuó moviendo sus caderas, controlando el ritmo suave y notó como Kyo cerraba las manos en puños conteniendo el impulso de tocarlo. Tenía una expresión anhelante y las mejillas coloradas mientras miraba su entrepierna desatendida. Iori sonrió complacido al notar esa expresión y luego se inclinó hacía adelante para besarlo mientras continuaba el vaivén con su cadera. El beso fue voraz y Kyo finalmente no pudo aguantar más y lo tomó por las caderas para poder penetrarlo con más velocidad y firmeza.
Pronto fue Kyo quien marcaba el ritmo de las embestidas. Las manos engrasadas se sentían pegajosas en la piel de su cadera, pero a Iori no le importó el olor a aceite de moto ni su textura. El dolor inicial se había transformado en placer y su mente ya no podía pensar cosas coherentes.
— Eres un idiota, te vas a arrepentir de esto… — Murmuró Kyo con la voz entrecortada, mirándolo con los ojos castaños nublados de placer, una expresión que Iori había visto muchas veces y que nunca se cansaría de ver.
El vaivén erótico se prolongó hasta que Kyo llegó al límite de lo que podía aguantar. Frunció el ceño y arrugó la nariz, dejando escapar un gemido ahogado, para luego correrse en su interior. Iori disfrutó de la sensación de ser llenado por dentro y en ese momento solo un pensamiento cruzó por su mente, Kyo le pertenecía y solo él podía provocar esas sensaciones tan abrumadoras en su cuerpo.
Kyo jadeó y respiró agitadamente mientras su cuerpo se estremecía en espasmos. Cuando su cuerpo se relajó, Iori se levantó, dejando que el miembro se deslizara hacía afuera lentamente. Kyo abrió los ojos y notó que Iori no había alcanzado el orgasmo y lo miró con reproche.
— Sabía que era demasiado pronto, — Comentó Kyo con una expresión relajada pero con cierto tono de preocupación.
— No importa. — Fue la respuesta de Iori con una media sonrisa. Tomó la taza de café que continuaba en el suelo al lado del teléfono móvil y se la llevó a la boca.
— ¿Cómo que no importa? — Preguntó Kyo confundido con su actitud, el castaño se sentó a su lado y lo miró atentamente. — ¿Yagami?.
— Solo… quise complacerte, eso es todo. — Respondió luego de unos momentos de vacilación porqué no sabía como explicarse.
— ¿Qué? ¿Porqué? — Insistió Kyo quien ya había notado que su comportamiento era extraño.
Iori evitó la mirada y se concentró en el café.
— Te veías muy atractivo arreglando tu moto y me entraron ganas — Agregó alzándose de hombros.
— Ni mierda. Estás ocultándome algo.
Kyo lo miró de manera inquisitiva y Iori supo que no iba a poder ocultar lo que estaba sintiendo por mucho tiempo. Kyo siempre lograba adivinar lo que él no quería decir. Quizás porqué llevaban conociéndose por tantos años. Aún antes de ser pareja, cuando lo único que hacían era pelear, Kyo también parecía adivinar lo que quería.
— Espera… es esto… ¿Una disculpa? — Dijo al fin Kyo luego de largos minutos en los que se quedaron en silencio. Iori no respondió y el ceño de Kyo se fue frunciendo y su expresión se fue transformando en una de molestia.
— ¿Y qué si lo es? — Preguntó Iori a su vez.
— Eres un completo imbécil Yagami — Se quejó Kyo con voz abatida. Iori frunció el ceño molesto con su tono pero sin saber que decir. Luego Kyo se quedó observando el jardín.
— Pero pareciera que no me conocieras — Comenzó Kyo de nuevo al cabo de un rato. — Sabes que no estoy completamente satisfecho si tu tampoco lo estás.
Iori se sorprendió al escuchar eso, era la primera vez que Kyo lo decía en voz alta, pero de alguna manera era algo que él había notado. Kyo era tan apasionado como él en la cama, inclusive a veces le parecía que Kyo tenía la libido más alta que él, sin embargo, el castaño siempre se preocupaba por satisfacerlo a Iori primero, sin importar el tiempo que tomara.
Iori se había acostado con muchas personas antes de comenzar esa relación con Kyo, para él era fácil conseguir ligues de una noche en el bar. Y para ser completamente honesto, Iori había sido en muchas ocasiones un amante egoísta que se preocupaba solo por satisfacer sus necesidades primero.
Quizás era porqué no había amado a ninguna de esas personas y solo se había acostado con ellas para satisfacer esa necesidad carnal.
— ¿Pasó algo anoche? — Inquirió Kyo, volviendo su rostro.
Iori suspiró.
— Tuve una noche de mierda… demasiadas interacciones sociales… al dueño del bar se le ocurrió a genial idea de hacer un Fan Meeting improvisado — Comenzó Iori luego de beber otro trago de café.
— Y tu adoras las multitudes — Comentó Kyo con sarcasmo.
— Especialmente en lugares cerrados.— Agregó Iori con una media sonrisa.
— Entonces por eso me sacaste a patadas de tu habitación… Supongo que también soy una interacción social más ¿no? — Kyo no parecía sorprendido y había algo de tristeza en sus expresivos ojos castaños.
Iori se quedó callado, sabía que ese era el mejor momento para decir un 'lo siento' pero sentía las palabras atoradas en su garganta. Solo atinó a beber más café.
— Entonces quisiste complacerme a modo de disculpa. — Continuó Kyo atando cabos mientras Iori continuaba callado.
Iori asintió ligeramente con la cabeza. Había cambiado mucho desde que había conocido a Kyo en los primeros torneos, y se podía decir que había madurado al punto de que pudiesen tener una conversación de ese tipo. Sin embargo, Iori era consciente que aún tenía un largo camino por recorrer. Toda una vida de reprimir sus sentimientos y una niñez en la que solo fue tratado con indiferencia, no ayudaban para nada. Realmente nunca aprendió a expresarse con claridad y quizás por eso se había interesado en la música desde un comienzo, porque le permitía expresar lo que no podía poner en palabras.
— Estás molesto.
Iori notó como Kyo fruncía el ceño y tenía las manos apretadas en puños. Además Kyo era un libro abierto a diferencia de él, solo en sus ojos podía ver todas sus emociones con claridad.
— Por supuesto idiota — Respondió Kyo. — Me molesta que creas que debes tener sexo conmigo para disculparte… como si se tratara de una obligación.
Iori arqueó las cejas en sorpresa frente a tal conclusión. No lo había pensado de esa manera, no se sentía obligado a tener intimidad con él para pedirle disculpas, sin embargo, desde la perspectiva de Kyo, era fácil malinterpretar sus intenciones.
— No… era esa mi intención… No es una obligación para mi. — Aclaró Iori de manera escueta. Su rostro inexpresivo como siempre, pero algo en su voz delataba lo que sentía.
Kyo lo observó por unos momentos, Iori notó como gradualmente sus puños se relajaron. y luego su expresión molesta se transformó en un puchero. Iori siempre se sorprendía de que su rostro masculino pudiese mostrar ese tipo de gestos y volverse adorable en segundos.
Kyo y se puso de pie ajustándose los vaqueros con las manos — A mierda… — Se quejó al darse cuenta de que había untado los vaqueros de grasa.
— Pendejo — Murmuró por lo bajo Iori.
— Ahora me vas a tener que pagar la lavada, eran mis vaqueros favoritos — Se quejó Kyo.
— Están rotos.
— Es parte de mi estilo — Le informó Kyo.
Iori se puso de pie también y lo miró levantando una ceja.
— Y es tu culpa por ni siquiera esperar a que me lavara las manos — Continuó Kyo con reproche, luego estiró los brazos con las manos abiertas, por lo que Iori pensó que lo iba a untar con la grasa de la moto y se apresuró a agarrarle las muñecas.
Forcejearon un poco, pero Kyo no estaba poniendo toda su fuerza, solo lo miraba con el ceño fruncido y el mismo puchero de antes. ¿Estaba molesto por como lo había tratado en la madrugada o por haberse disculpado con sexo? Iori no estaba seguro de que significaba esa expresión hasta que Kyo lo tomó desprevenido, estirando el cuello y robándole un beso en la boca.
Iori sintió mariposas en el estómago. No importaba cuantos besos se dieran, siempre sentía esa chispa de energía cuando sus labios se tocaban.
La mirada de Kyo se suavizó una vez sus rostros se separaron.
— Tengo hambre, aliméntame.
Iori lo miró extrañado con la inesperada orden caprichosa.
— Siempre dices que te pertenezco, así que tienes que hacerte cargo de mi — Bromeó Kyo con una expresión traviesa — Quiero sashimi de atún y salmón.
Dicho esto, Kyo lo soltó y salió del parqueadero, hacía la casona. Iori lo observó entrar en la casa y sonrió meneando la cabeza. Al menos eso significaba que Kyo ya no estaba molesto. Se inclinó a recoger el móvil de Kyo que seguía descuidadamente puesto en el suelo, apagó la música y se lo metió al bolsillo. Luego se dirigió a la cocina para dejar la taza vacía al lado de la cafetera. Ya iban pasaban la una de la tarde y era hora de almorzar.
Cuando salió de la cocina, Kyo volvía por el corredor, traía una toalla en las manos que ya estaban limpias.
— ¿Quieres ir a un restaurante o ordenar? — Preguntó Iori sacando el móvil de Kyo y devolviéndoselo.
— Vamos a un restaurante super popular cerca a la estación de Namba — Exclamó Kyo alegremente y Iori frunció el ceño.
Visitar un lugar concurrido era lo último que quería hacer en pleno medio día, el sitio estaría abarrotado de gente y probablemente les tocaría esperar por un turno. Pero si algo había aprendido estando con Kyo, era que debía hacer compromisos y tener en cuenta las necesidades del otro, Kyo no era introvertido como él.
— Como quieras.
Kyo quien no se esperaba que Iori fuera a aceptar parpadeó sorprendido.
— Estaba bromeando, por supuesto que podemos ordenar, — Exclamó el castaño golpeandole el hombro con un puño.
Iori lo observó mirar el teléfono buscando un restaurante cercano y sintió una sensación muy cálida en su pecho.
Saber que Kyo aceptaba su forma de ser y seguía ahí con él era reconfortante. Era la primera vez que Iori se sentía tan a gusto con otra persona. Y le hacía olvidar rápidamente las cosas que lo atormentaban.
Porque aunque estaban en la casona que guardaba los más desagradables recuerdos de su niñez, la presencia de Kyo creaba nuevos recuerdos felices.
— No eres una interacción social más Kyo.
Sin darse cuenta había dicho eso y Kyo levantó el rostro y le sonrió.
— Es bueno saberlo. — Respondió el castaño y un pensamiento pareció cruzar por su mente porqué sus mejillas se fueron coloreando ligéramente. — Luego del almuerzo, no te vas a escapar de mi. —
Iori comprendió lo que estaba insinuando, Kyo no había olvidado que él no había quedado completamente satisfecho.
Iori reflexionó sobre ese último pensamiento. En realidad se sentía satisfecho cuando estaba con Kyo sin importar la situación, pelear con él era satisfactorio, el sexo también, inclusive pasar una tarde lluviosa en la casa, sin hacer nada en especial le hacía sentir pleno.
Iori le devolvió la sonrisa.
FIN.