—Impactada por la vergüenza total, Evie automáticamente bajó la mano y agarró el pelo de Gavriel para detener su rostro de alcanzar su zona más privada. Su rostro estaba tan rojo como una langosta cocida mientras lo miraba con los ojos bien abiertos.
—Gavriel le echó un vistazo y sus ojos brillaron más sorprendentemente de lo habitual. Una insinuación de sonrisa pícara pero relajada e hipnótica decoraba las esquinas de su boca.
—Sin apartar los ojos de los de ella, le lamió el muslo interno, haciendo que Evie temblara y jadeara de nuevo. Sus manos en su cabeza se aferraban más fuerte a su pelo y él aprovechó su desorientación, avanzando aún más hacia su objetivo. Su aliento estaba caliente mientras arrastraba su lengua ardiente por su suave piel.
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