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Orario y el balance 2.306

En la mesa de la sala de reuniones en la empresa de Hitomi, estaban Atena, Brunilda, Hitomi y Edgar asombrados bebiendo el estus que les había convidado Viggo. Este último los miraba con una sonrisa suave en los labios. No se cansaba de ver a la gente asombrarse frente al sabor de esta bebida que reponía la fuerza del alma y curaba las heridas.

—Esto, esto es increíble, Viggo— dijo Hitomi con una amplia sonrisa mientras sostenía su copa con estus entre sus manos. Viggo asintió con una sonrisa y bebió relajadamente de su copa.

Atena miró a Viggo y pensó que los conocimientos de Viggo iban más allá de lo mundano. Esta bebida ni siquiera debería existir en este mundo.

Brunilda bebía a pequeños sorbos mientras miraba a Viggo. No se aburría de apreciar a ninguno de los dos.

Por último, Edgar, al lado de Viggo, termino su copa y después miró a Viggo, quien estaba sentado a su lado. Viggo le dio una breve mirada, asintió con amabilidad y Edgar asintió en respuesta sin saber porque lo hacía. Su mente había sido completamente absorbida por esta bebida divina.

—Bien, con esto les doy la bienvenida a cada uno— dijo Viggo —los he reunido porque necesito su ayuda en los proyectos que ya les he comentado. Hitomi dirigiendo la empresa en la venta de suministros para la mejora de las armaduras. Edgar ayudando y asesorando a Hitomi en la parte comercial. Brunilda será la capitana de la familia Atena y guiará a los aventureros. Por último, pero no menos importante, Atena, asesorando a todos los presentes y concediendo su bendición a los futuros aventureros de la familia Atena—

—Gracias por la oportunidad, Viggo— dijo Atena, ella miró a Hitomi a su derecha y le dijo —mucho gusto, Hitomi, si te pudieras presentar y hablarme de tus proyectos sería de mucha ayuda—

Hitomi se puso de pie sin soltar la copa con estus y se presentó, explico su situación con un poco de vergüenza al decir que era una esclava, pero no explico porque llego a esa situación. Eso sería como cavar una tumba para su reputación. No obstante, su discurso tomo fuerza cuando explico la venta de los químicos para reforzar las armaduras, pero el punto más alto fue el uso de la imprenta.

—Publicidad, es algo que no se conoce, pero que ya está teniendo una buena acogida en Orario. Nuestros tres primeros clientes han quedado satisfechos— dijo Hitomi

—¿La máquina la fabrico Viggo?— preguntó Atena

—Sí, pero recibí ayuda de mi padre, es un hombre experimentado y habilidoso— respondió Viggo con una mirada segura —sin embargo, solo me ayudo con el modelo de prueba. Ahora estoy trabajando en un modelo más amplio que nos ayudara a producir cinco veces lo que podemos imprimir ahora—

—Eso es bueno. Tengo un plan— dijo Atena, Viggo asintió y ella continuo —como estas tratando de despertar tu divinidad, creo que sería bueno preparar a Orario para ese momento. Esto implica que tú te subas a la torre de Babel cada día y todos los días lances tu rayo solar como me comentaste ¿Puedes hacerlo?—

—Sí, pero eso implicaría que debo hacer eso todos los días—

—Así como me lo explicaste, doscientos días deberían ser suficientes—

—Sí—

—En ese caso— dijo Atena, paso su mirada de Viggo a Hitomi y continuo —necesito que vayas imprimiendo panfletos con preguntas y algunas aseveraciones que anticipen la llegada de Viggo a la divinidad. Así, cuando la gente sepa la razón de los constantes estallidos de luz solar en la cima de la torre de Babel, aceptaran fácilmente a Viggo como rey de los dioses como algo inevitable—

—Entiendo, pero— dijo Hitomi algo apenada —nuestra situación financiera—

—No te preocupes— dijo Viggo —esto es algo fuera de los negocios que estás haciendo tú. Esto puedes considerarlo con un pedido de un cliente, por el cual te pagare—

—Entiendo—

Atena asintió y miró a Edgar —tengo entendido que tienes un amplio roce social y entiendes cómo funcionan los chismes— dijo

—Sí, señora— dijo Edgar con un tono de voz respetuoso —desde los diez años he participado en la vida social de la nobleza del imperio. Entiendo lo que le importa a la gente y como comunicarlo—

—En ese caso me gustaría que mientras apoyas a Hitomi, pienses en una forma de comunicar información relevante para la ciudad a medida que incluyes ciertos comentarios que dan a conocer la existencia de Viggo y la posibilidad de que aparezca un rey de los dioses—

—Entiendo la idea, pero no lo tengo claro—

—No te preocupes, yo estoy aquí para saber lo que se tiene que hacer. Te guiare y tú lo harás—

—Entiendo señora— respondió Edgar con confianza, sintiendo un gran apoyo proveniente de las palabras de Atena.

—Señora, yo lo entiendo— dijo Hitomi como si de repente hubiera encontrado un gran tesoro —yo, entiendo lo que usted quiere hacer ¿pero no será peligroso?—

—Es peligroso en la medida que tratamos de manipular a la sociedad, pero si los guiamos en la dirección correcta, nada de esto los dañara. Además, si dicho proyecto funciona, tu sistema de publicidad escalara al siguiente nivel—

—Sí, me lo imagino—

Atena asintió, miró a su izquierda y vio a la hermosa muchacha alada con el cabello gris y las dos trenzas enmarcando su rostro —Brunilda, por ahora te pediré que ayudes a Viggo. Él ya me informo de su habilidad y con la guía de mi divinidad asociada a la sabiduría, podremos encontrar a los aventureros adecuados. De ahí en adelante, cualquier duda puedes consultarla conmigo, te ayudare con la mejor de mi capacidad—

—Quiero que me ayudes a vencer a Rosewisse— dijo Brunilda con una expresión seria

Hitomi escucho a Brunilda y pensó en Semiramis. Ella miró a Atena y le dijo —yo también, quiero vencer a Semiramis—

Atena mostro una sonrisa y dijo —si está dentro de mis posibilidades, las aconsejare para que sean mejores y más fuertes. Sin embargo, para vencer a alguien se necesitan tres cosas. Sabiduría, que es saber lo que se tiene hacer. Habilidad, saber ejecutar lo que tienes que hacer. Por último, virtud, que es la determinación de llevar a cabo lo que tienes que hacer sin importar la dificultad—

Atena miró a Viggo y este último sonrió, asintió, elevo su copa con estus como ofreciéndole un brindis y le dio un largo sorbo. Después miró a Atena a los ojos y ella sonrió encantada ante la actitud de Viggo.

Atena miró a Hitomi y Brunilda, ambas mirándola con determinación. Atena sonrió porque a ellas les faltaba un largo camino. Ella miró a Edgar, pero parece que él era el único que no tenía ningún proyecto ambicioso o alguien a quien desafiar.

Atena continúo conversando con todos. Viggo se quedó al margen, ya que él estaría pendiente de todo lo que iban a realizar Hitomi, Edgar y Brunilda, pero no se metería en medio. Su problema estaba en las profundidades del calabozo, en Midgar y en cuarenta años en el futuro. Con esto, él había establecido las bases para el imperio, el desarrollo de su familia y un campo de juegos para sus hijos, todos semi dioses. Solo debía mantener un sabio control sobre todas estas cosas y el futuro sería mejor que como lo había visto a través de su clarividencia. Podría haber echado una mirada hacia el futuro. Saber sobre lo que va a pasar y hacer algo para corregirlo daba miedo. Ya que, si empeoraba, solo quedaría la desesperación. Viggo agacho la mirada, apretó sus puños con fuerza y se preguntó si estaba haciendo lo correcto.

De repente, Viggo escucho unos pasos que se acercaban a él y levantó la mirada. Para su sorpresa, Hitomi, Edgar y Brunilda se habían ido. Escucho una puerta cerrarse, miró hacia la derecha y vio que ellos estaban saliendo de la sala de reuniones. Después miró hacia adelante y vio a la hermosa Atena, de cabello purpura hasta la cadera, vestido blanco y corsé de oro con un gran rubí en el centro.

Atena se detuvo frente a Viggo y le tendió una mano. Viggo dejo su copa sobre la mesa, tomo la mano de Atena y se puso de pie. Él tuvo que agachar su rostro y ella levantarlo para que sus ojos coincidieran.

—¿Muy nervioso?— preguntó Atena con voz suave

—Preocupado, tengo miedo de que nada de esto funcione y el futuro no mejore. Si es así, no solo mi hijo y mi hermano morirán. Todos se ira a la basura y yo no me lo perdonare ni en mil vidas— respondió Viggo

—Me invitaste a este mundo para algo, Viggo Dragonroad. Mientras tu estes dispuesto a hacer lo mejor por este mundo, yo haré lo mismo—

—Gracias—

Atena asintió y dijo —ahora me gustaría que me llevaras con Bishamon. Hace mucho tiempo que no nos vemos—

—Veo, como diosa de la sabiduría y la guerra, se conocen—

—Algo así, es divertido jugar ajedrez o shogi con ella—

Viggo sonrió y la condujo a la salida. Una vez que se subieron al carruaje se dirigieron a la región norte de Orario.

Atena miraba por la ventana las calles pasar y a los aventureros deambular de lado a lado —Viggo— dijo

Viggo, quien iba sentado al lado de Atena, volteo su rostro para mirarla y le preguntó —¿Sí?—

—Conviértete pronto en rey de los dioses— dijo Atena —es un mundo demasiado bonito como para que se apague sin haber demostrado todo su potencial—

—Eso quiero hacer—

Atena asintió, giro su rostro y lo miró a los ojos. Ambos se miraron durante unos segundos, Viggo acercó su rostro, pero Atena se lo sujeto.

—Por si acaso, no me gustaría volver a golpearme los dientes— dijo Atena con una sonrisa divertida. Viggo asintió, continúo acercando su rostro y la beso. Después de eso, se separaron y fueron en silencio todo el camino, mirando a las calles de Orario y a los aventureros.

Una vez que llegaron frente a la casa de Bishamon, donde también vivían los miembros de la familia Bishamon, se bajaron del carruaje y miraron a la casa. Después miraron hacia la izquierda y miraron la gran mansión de Viggo, con cuatro cupulas azules en las esquinas y una enorme en el centro del tercer piso. Los amplios jardines, islas de flores, anchos caminos y una gran cantidad de jardineros dándoles mantenimiento.

La puerta de la casa de Bishamon se abrió y salió una muchacha de cabello negro, ojos rasgados vestida con un kimono celeste. No debería haber tenido más de seis años, pero se veía ágil en su movimiento y con una mirada atenta.

—Taki, gracias por recibirnos— dijo Viggo con una amable sonrisa

—Muchas gracias por sus esfuerzos, Viggo-sama— respondió la pequeña Taki, deteniéndose y haciendo una pronunciada reverencia —Bishamon-kami lo está esperando—

Taki continúo avanzando, saco un manojo de llaves y abrió la puerta. Ella miró a Atena con respeto, pero en lugar de ganar admiración por su actitud madura, se ganó el cariño de la diosa, quien se agacho y la miró a los ojos.

—Mucho gusto, soy Atena— dijo

—Soy Taki— respondió —la maestra me dijo que usted era su amiga, muchas gracias por venir—

—De nada, por favor, guíame a donde esta Bishamon—

Taki asintió, espero a que Viggo entrara, cerró la puerta y los guio a ambos al interior de la casa. Subieron al segundo piso con una arquitectura al más puro estilo del Lejano Oriente y al abrir la puerta corredera con cuadritos de papel, vieron a la diosa Bishamon recostada con un enorme vientre.

—Vaya, nunca te imagine de esta manera— respondió Atena

—Yo tampoco, pero ya sabes, Orario es un mundo lleno de posibilidades— respondió Bishamon

—¿No estás muy grande?—

—Son gemelos—

Atena abrió la boca amplia, pero solo pudo responder con una risita. Se acercó al lado de Bishamon, se sentó en seiza y la miró —así va a ser un poco difícil que juguemos ajedrez o shogi—

—Solo espérame un poco, te venceré con los ojos cerrados—

—Eso espero, temo que la vida en Orario te haya echado a perder—

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