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Capítulo 33

Liam miró por la ventanilla del carruaje y pensó en los eventos que sucederían a lo largo del año. Había decidido dejar de actuar como si fuera un espectador y estaba preparado para involucarse activamente en la historia, precisamente porque no era una historia sino la realidad.

Un error provocado por su exceso de confianza podría llevar a la muerte a uno de sus amigos, y no podía permitir eso.

Hogwarts se acercaba cada vez más, el imponente castillo emitía una cantidad de magia impresionante y, aún así, Liam supo con una mirada que su magia actual estaba al mismo nivel... no, la suya era ligeramente superior.

Puede uno visualizar, sin embargo, las enormes capacidades mágicas que poseían los cuatro fundadores para crear tal tesoro en magia. El castillo había sido de Slytherin originalmente, pero Liam dedujo que para insertar tal nivel de magia en algo inanimado, además de tan grande como lo era Hogwarts, no sería posible con una sola persona.

Ji Ming también miraba fascinado el castillo, era la primera vez en su vida que veía algo así después de todo. Su maestro lo había entrenado en las montañas, así que realmente no conocía el concepto de una escuela en sí misma.

Era una noche tormentosa, los relámpagos cruzaban velozmente el cielo y el sonido de los truenos retumbaba en los oídos de todos los estudiantes. Pronto llegaron a las escaleras que conducían al castillo y bajaron de los carruajes.

Harry, Ron y Hermione se movieron apresuradamente para evitar mojarse demasiado, no se detuvieron hasta que estaban a cubierto. Los dos amigos cultivadores, sin embargo, en realidad no tenían ninguna prisa, así que se marcharon tranquilamente.

La magia que irradiaba de Ji Ming impedía que el agua lo tocara, creando algo parecido a una distorsión a su alrededor. Liam, al contrario, decidió dejar que la lluvia lo mojara un poco, era una sensación refrescante y en realidad bastante agradable. El frío no los afectaba, por razones obvias.

Un globo grande y rojo viajó por el aire apuntando a la cabeza de Ron, aunque el susodicho la movió ligeramente para evitar que le diera. Aunque no había alcanzado la Recolección de Magia aún, sus sentidos habían sido mejorados en cierta medida debido a la costumbre de notar la magia en el ambiente.

Todos se giraron hacia una especie de hombrecillo con un gorro lleno de cascabeles y pajarita de color naranja que parecía sorprendido.

-Peeves si quieres gastarle bromas a alguien no me importa -empezó el pelirrojo, cambiando luego a una sonrisa extraña que parecía bastante amenazante -. Pero si me atacas a mí sufrirás las consecuencias.

Soltó una risita que obligó al poltergeist a correr con la cola entre las patas. Seguidamente entró la profesora McGonagall que estuvo a punto de resbalarse con el suelo mojado, pero Hermione la ayudó a estabilizarse.

-Gracias, señorita Granger -le agradeció -. Bueno, los llevaré al Gran Comedor, seguidme.

Durante el trayecto, algún que otro estudiante terminó en el suelo debido a un resbalón, Liam no pudo evitar reír un poco interiormente, parecía que el agua era un verdadero enemigo de temer.

El Gran Comedor era una vista espléndida, como de costumbre. A la luz de cientos y cientos de velas que flotaban en el aire sobre las mesas, brillaban las copas y los platos de oro. Las cuatro largas mesas pertenecientes a las casas estaban abarrotadas de alumnos que charlaban. Al fondo del comedor, los profesores se hallaban sentados a lo largo de uno de los lados de la quinta mesa, de cara a sus alumnos.

Los ojos de Liam se centraron en Dumbledore y sonrió, el viejo también era una de las personas que más apreciaba en esta nueva vida. El director también le sonrió y luego dirigió su mirada sorprendida a Ji Ming, que le hizo un gesto con la mano para saludarlo. Entendiendo que Liam se lo explicaría después, Dumbledore decidió esperar.

Varios alumnos le habían dirigido alguna mirada a Liam debido a su ausencia en el curso anterior. Si fuera un estudiante normal, no muchos lo habrían notado, pero había demostrado que era uno de los mejores del curso en su segundo año.

Sin embargo y sorprendentemente, aún más miradas cayeron en dirección de los dos amigos. Para diversión de Liam, todas eran chicas y, para incomodidad de Ji Ming, todas se fijaban en él. Después de todo, la apriencia de Ji Ming era la de un chico ligeramente mayor e increíblemente guapo, lo que esperarías de un protagonista en una novela xianxia, o algo así.

Liam se llevó la mano a la boca para ocultar su risa y miró pícaramente a su amigo, que respondió moviéndose un poco en su asiento, incómodo. Ambos estaban ahora sentados en la mesa de Ravenclaw.

Cuando todos empezaron a calmarse, las puertas del comedor volvieron a abrirse, permitiendo la entrada a la profesora McGonagall, seguida de los nuevos estudiantes. El cultivador de Ravenclaw casi soltó una carcajada ante lo mojados que estaban, después de todo ellos habían tenido que viajar en los botes para cruzar el lago, aunque parecía que lo hubieran cruzado a nado.

Minerva los condujo hasta el tabuerete que se había colocado con anterioridad enfrente de todas las mesas, el Sombrero Seleccionador resposaba encima de este. Entonces, se abrió ligeramente, como si tuviera ojos y boca, y empezó a cantar.

Fue horrible, pero a Liam no le importó demasiado, el sombrero inventaba una canción nueva cada año y, si los libros no estaban equivocados, eso significaba que llevaba más de mil canciones inventadas. Una cifra impresionante, sin duda.

Seguidamente, empezó la ceremonia de clasificación y tanto Liam como Ji Ming aplaudieron en todas las ocasiones, aunque este último seguía nervioso por toda la atención femenina que estaba recibiendo.

Una vez finalizada la ceremonia, Dumbledore se puso de pie y al ver las caras hambrientas de todos los alumnos, levanto sus manos.

-Solo tengo dos palabras que deciros -su voz ligeramente misteriosa contrastaba con su sonrisa -. ¡A comer!

Platos de todo tipo aparecieron y tanto alumnos como profesores no perdieron el tiempo. El sabor fue bueno y la cantidad aún mejor, pudieron llenar sus estómagos con tanta comida como deseaban.

El director una vez más se puso de pie.

-Bien, ahora que estamos todos bien comidos -empezó con voz que resonaba por todo el comedor -. Debo pediros vuestra atención para explicaros algunas noticias: El señor Filch, el conserje, me ha pedido expresamente que os comunique que la lista de objetos prohibidos en el castillo se ha visto incrementada este año, con la inclusión de los yoyós gritadores, los discos voladores con colmillos y los bumeranes-porrazo. La lista comprende ya cuatrocientos treinta y siete artículos, si no me equivoco, y puede consultarse debidamente en la conserjería del señor Filch.

Luego, su mirada pasó a ser un poco más seria.

-Como cada año, quiero recordaros que el bosque que está dentro de los terrenos del castillo es una zona terminantemente prohibida para todos los estudiantes -los gemelos Weasley soltaron risitas extrañas, como si estuvieran alagados -. Es también mi deber informaros que la Copa de quidditch no se celebrará este curso.

Hubieron murmullos y alguna que otra queja, aunque pronto se callaron al ver que Dumbledore quería explicarlo en profundidad.

-Esto se debe a un acontencimiento que dará comienzo en octubre y continuará a lo largo de todo el curso -explicó -. Espero que lo entendáis y no os preocupéis, estoy seguro que disfrutaréis de este evento tanto o incluso más de lo que una Copa de quidditch regular puede ofrecer. Tengo el placer de anunciar que este año en Hogwarts...

Pero en aquel momento se escuchó un trueno extrañamente potente y las puertas del comedor fueron abiertas con fuerza. Entró un hombre cojeando y se dirigió hacia Dumbledore con pasos acompañados del sonido que provocaba su bastón.

El En de Liam rodeó inmediatamente al hombre y su sonrisa se crispó en la más ínfima expresión de seriedad, nadie notó su cambió. Al parecer Barty Crouch Junior ya había suplantado a Moody en este punto.

Ji Ming había notado su leve estallido de magia e hizo lo mismo. Sus ojos se abrieron y miró rápidamente a su amigo, quien negó con la cabeza y le hizo un gesto para que no hablara.

-Os presento a nuestro nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras -la voz de Dumbledore parecía bastante animada -: el profesor Moody.

Causó reacciones variadas, pero en general todos parecían sorprendidos de que el viejo auror fuera ahora profesor.

Era un hombre extraño, su rostro parecía como labrado en madera y desgastado con el tiempo y la lluvia, una gran cantidad de cicatrices lo marcaban y hacían ver aún más extraño el ojo artificial que se movía velozmente.

Ojoloco se sentó y empezó a comer.

-Como iba diciendo -siguió Dumbledore, sonriendo a la multitud que tenía enfrente, la cual aún miraba al nuevo profesor -, tenemos el honor de ser la sede de un emocionante evento que tendrá lugar durante los próximos meses, un evento que no se celebra desde hace más de un siglo. Es pues un gran honor para mí informaros de que este curso tendrá lugar en Hogwarts el Torneo de los Tres Magos.

La tensión que se había generado con la entrada de Moody fue rota al instante e incluso uno de los gemelos, Forge probablemente, le preguntó al viejo director si se estaba quedando con ellos.

-No me estoy quedando con nadie, señor Weasley -respondió divertido -. Seguramente algunos de vosotros ya habréis oído hablar de este torneo, pero lo explicaré para aquellos que no lo conozcan: El Torneo de los Tres Magos tuvo su origen hace unos setecientos años, y fue creado como una competición amistosa entre las tres escuelas de magia más importantes de Europa: Hogwarts, Beauxbatons y Durmstrang. Para representar a cada una de estas escuelas se elegía un campeón, y los tres campeones participaban en tres pruebas mágicas. Las escuelas se turnaban para ser la sede del Torneo, que tenía lugar cada cinco años, y se consideraba un medio excelente de establecer lazos entre jóvenes magos y brujas de diferentes nacionalidades... hasta que el número de muertes creció tanto que decidieron interrumpir la celebración del Torneo.

Contra todo pronóstico... o no, todos estaban más emocionados que asustados con esas palabras, aunque Dumbledore explicó que habían trabajado para que ninguno de los campeones estuviera esta vez en peligro mortal.

-En octubre llegarán los directores de Beauxbatons y de Durmstrang con su lista de candidatos, y la selección será llevada a cabo el día de Halloween -continuó -. Un juez imparcial decidirá qué tres estudiantes son aptos para competir por el honor y la gloria, además de el precio en metálico de mil galeones.

En este punto, Liam apagó la voz de Dumbledore y se concentró en sus pensamientos. Se preguntaba a sí mismo si habría algún que otro cultivador en ambas escuelas, por supuesto aparte de Krum. Si ese fuera el caso quizás necesitaría apresurar el entrenamiento de Harry.

Volvió a sus sentidos cuando Ji Ming le dio un codazo.

-Se han ido todos ya, deberíamos ir a hablar con tu maestro -le habló con una sonrisa.

Liam le asintió y se movieron, el Ravenclaw conocía el camino de memoría, así que llegaron en poco tiempo. Podría uno pensar que, al no saber la contraseña, serían incapaces de llegar hasta el despacho del director, sin embargo todo era cuestión de investigar con En la firma mágica incrustada en la gárgola con tal de aprenderla.

-Algodón de azucar -dijo Liam, el gusto de su maestro por los dulces ciertamente no había cambiado en lo más mínimo.

Pronto la gárgola giró, dejando ver la puerta al despacho. Liam picó tres veces y la voz del anciano sonó, indicándoles que entraran.

Dumbledore sonrió de forma tan amplia que parecía rejuvenecer cincuenta años.

-Liam, es genial ver que has regresado, parece que tu viaje dio frutos impresionantes -su tono era bastante animado y alegre -. ¡Además de que has traído a un amigo!

Dumbledore se levantó y rodeó el escritorio para ir a darle un apretón de manos a Ji Ming.

-Encantado de conocerte, soy Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore, he estado preocupado estos últimos años porque pensaba que Liam no haría ningún amigo, pero me alegra saber que estaba equivocado -el cultivador chino le respondió al apretón alegre de con el mismo sentimiento.

-Es un placer conocerlo, Liam me ha hablado muy bien sobre usted y debo agradecerle, si no fuera por el entrenamiento que recibió de usted probablemente no nos hubieramos conocido -su tono de voz jovial contrastaba con su apariencia refinada -. Mi nombre es Ji Ming.

-Albus, es bueno estar de vuelta -la voz de Liam reflejaba cariño hacia la persona que consideraba casi un abuelo, aunque no hubieran pasado más de dos años juntos.

Dumbledore lo miró y asintió, poniendo una mano en su hombro.

-Tu mirada... algo ha cambiado en ti, y no me refiero al poder -los ojos de Dumbledore brillaban de la misma forma que lo hacían los de Liam -. Bienvenido de vuelta.

Luego Liam le explicó la razón de traer a Ji Ming y el director lo aceptó calurosamente, explicándole a Ji Ming dónde estaba la que sería su habitación durante su estancia en Hogwarts.

Finalmente se despidieron y se fueron a dormir. Ya en su cama, Liam cerró los ojos.

-Sí, es genial estar de vuelta... -con eso, se durmió.

Fin del capítulo.

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