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Mundo Shinobi - Señores de la guerra - 467

—Eres un buen hombre— dijo Yoruichi, quien al final no se fue a su habitación y en su lugar, decidió hablar con Kain a solas. Los dos estaban juntos, uno al lado del otro, a treinta centímetros de distancia. Ellos miraban por el ventanal del restaurante hacia afuera, donde estaba el jardín con hermosas flores. El cielo estaba despejado, de color naranja, demostrando que el sol estaba enviando los últimos rayos de luz antes de ocultarse.

Kain a su lado le preguntó —¿Qué es ser un buen hombre?—

—Un buen hombre, ya sabes— dijo Yoruichi y lo miró confundida porque él preguntaba algo tan simple

Kain la miró, tuvo que agachar la mirada para que sus ojos coincidieran, había cuarenta y cinco centímetros de diferencia en sus estaturas —no me refiero a literalmente la palabra, sino, lo que significa ser un buen hombre para ti— dijo

—Yo, bueno, como mi padre. En realidad, conocí a una persona tan inteligente como tú— dijo Yoruichi con una amplia sonrisa —era un poco diferente, pero era muy inteligente, siempre trabajaba para ayudar a los demás. Era curioso, inteligente, un buen hombre. Es una pena, los hombres buenos no viven demasiado—

Kain miró a la pequeña princesa, el cabello purpura, liso, ordenado en una coleta con un adorno de oro. Ella lo miró a los ojos, parece que llevaba una carga importante. Kain sonrió y le dijo —en ese caso, usted no sabe nada de mí y es demasiado joven para saber lo que es un buen hombre. Ya se lo dije cuando nos conocimos. Usted es demasiado fácil de sorprender. De aquí al domingo usted le pedirá a su padre vivir en ciudad Tengu—

—No— dijo Yoruichi con una hermosa sonrisa en los labios —no podría, yo, no podría— ella puso una mirada triste, se relamió el labio inferior y continuo —cuídese, Kain-sama. Mi mejor consejo para usted en este momento es que, utilice ese sistema para viajar y vea a sus hijos. Les diga que los ama y se despida…Usted sabe, para volver a ciudad Tengu y continuar con su trabajo—

Kain soltó una risita, levantó su mano derecha y junto su dedo índice y pulgar, como si le dijera que tenía algo pequeño que decirle.

Yoruichi lo miró, Kain tenía esa sonrisa charlatana. A ella le parecía simpático, chistoso. Una hombre demasiado adorable, pero una pena que tuviera que morir. Era demasiado triste que fuera a morir el mismo día que lo reconocieron como dios shinobi. No, ellos lo habían llamado, su excelencia. Ella acercó su rostro, Kain se agacho y acercó su boca al oído.

—Mi juego es demasiado complicado para que lo puedas dimensionar— susurro Kain, le dio un beso en la mejilla y se apartó —pero en cambio el tuyo, amiga mía. No deberías confiarte, no deberías—

Kain quedó mirando a Yoruichi y noto que su mirada era más enfadada de lo usual.

—Eres un idiota— mascullo Yoruichi —te hablo en serio y tú le llamas a esto juego. Pensé, pensé que en ese cerebro tuyo había algo más que mujeres, pero no, solo excremento—

Kain mostro una amplia sonrisa y negó con la cabeza —parece que tenemos una princesa demasiado temperamental, no digo que sea malo, pero usted no está jugando el juego y por eso, va a perder— dijo

—No sé a qué se refiere— dijo Yoruichi entendiendo que su buena voluntad la hizo cometer un error de novatos

—Vamos, usted no es tan inteligente ni yo tan tonto como usted cree. Así que, ya que vamos a jugar un juego ¿Por qué no apostamos?—

—Usted— dijo Yoruichi enfadada, levantó la mano y lo señalo con el índice mientras fruncia el ceño —no entiende su posición—

—Yo se lo dije, usted no es tan inteligente ni yo tan tonto como usted cree. Pero bueno, no la puedo culpar, hace poco que nació y parece que no sabe lo suficiente. Todavía no es ni siquiera capaz de darse cuenta donde están sus errores. En ese aspecto, yo tengo una terrible ventaja sobre usted así que le daré un poco de ventaja ¿Qué me dice? ¿Apuesta o le da miedo?—

—Idiota, lo perderás todo por ignorante—

—¿Tienes miedo?—

—No te tengo miedo—

Kain formo una línea con sus labios y la miró con aburrimiento —usted no entiende nada de nada, bueno, que más se puede esperar. Me voy a ver algo mejor— dijo y se dio la vuelta. Camino tres pasos, Yoruichi lo miraba en ese traje gris elegante con el largo cabello blanco cayendo por la espalda.

—¿Dame todo el estus que tengas?— dijo Yoruichi no muy segura de porque le seguía la corriente

Kain se detuvo y la miró hacia atrás —¿Eso es lo más creativo que se te ocurre? Si te esperas un par de meses, podrías ser nombrada la siguiente daimio y te lo daría como un regalo ¿En serio eso es todo lo que quieres? Pensé que podrías tener un lado más ingenioso—

—Es lo único interesante que puedes ofrecerme—

—¿En serio? Tengo un par de trucos escondidos ¿No te interesa?—

Yoruichi se ruborizo y frunció el ceño —yo no soy como esas putas que te ofrecen el culo de la nada— dijo

—Yo no he dicho nada con respecto a eso, pero si no te interesa, bien. En cambio, yo quiero que seas mi esclava ¿Qué tal? ¿Te atreves?—

—¡¿Qué?!— grito Yoruichi, ella se dio cuenta que más allá, en las mesas, todos se voltearon y la miraron. Ella se ruborizo, miró a Kain, apretó los puños y susurro —¿Cómo te atreves hijo de puta?—

—Yoruichi ¿Pasa algo?— preguntó su padre, el daimio de la nación del Rayo desde la mesa

Yoruichi miró a su padre, hizo una sonrisa falsa y le respondió —nada, es solo que Kain-sama me sorprendió. Él es muy gracioso—

El daimio asintió con relativa seriedad y quedó mirando a Yoruichi.

—Ya voy, oto-sama— respondió Yoruichi.

El daimio asintió y miró a Kain durante unos segundos. El joven Uchiha de cabello blanco sonrió y levantó su mano. La movió de lado a lado como un saludo, pero el daimio lo siguió mirando con desconfianza. Kain le sostuvo la mirada y entrecerró los ojos. El daimio no aguanto más de diez segundos mirándolo antes de que se sintiera incomoda y volviera a mirar su plato de comida en la mesa.

Kain miró hacia atrás, sonrió y le preguntó —¿Qué me dices? ¿Apuestas?—

Yoruichi miraba al bastardo arrogante. Dios shinobi, excelencia y una mierda, solo era una basura orgullosa que no sabía nada. Iba a morir como un perro —está bien— dijo —antes de morir me darás lo que te pedí—

—Mmm, me parece bien— dijo Kain, miró hacia adelante, se volteó para mirar a Yoruichi a la cara y le tendió la mano —te pondré un sello para asegurarme de que cumplas tu palabra—

—¿Eso no es hacer trampa?—

—No haría algo tan aburrido— dijo Kain con una amplia sonrisa —estamos jugando. Adelante, tú dime la condición para la victoria y que es lo que pasara—

—Yo— dijo Yoruichi, miraba a Kain y su sonrisa confiada le daba escalofríos. Solo por eso, se sintió insegura por un momento y pensó que, a lo mejor, él tenía un truco preparado. Sí, puede ser, pensó, pero ante la muerte nada lo podría salvar. Menos ahora que ella había restaurado una parte significativa de su alma y estaba más fuerte, podría ocupar sus técnicas más poderosas. Yoruichi sonrió, le tendió la mano mientras lo miraba a los ojos. Bastardo arrogante, ya verás, pensó, te haré rogar por tu vida —está bien—

Ellos estrecharon manos y se quedaron mirando a los ojos.

Yoruichi continuo —primero, tengo que reconocer mi derrota—

Kain asintió y le dijo —está bien, me parece correcto—

—Segundo, si me vuelvo tu esclava, no me puedes forzar a hacer algo en contra de mi voluntad ni a tener sexo—

—Mmm, seamos específicos, no puedo forzarte a algo que vaya en contra de tus intereses, pero a cambio, tú tienes que decirme todos tus secretos. No importa cual, si no lo haces, tu propia promesa te castigara donde más te duele. Con respecto al sexo, yo tengo suficiente, pero si me lo pides bonito, podría darte algo de mi tiempo—

—Maldita basura arrogante, si algún día llego a tener sexo contigo moriré—

—¿Estás segura? Estamos haciendo una apuesta y estoy escribiendo todo eso en el sello— dijo Kain mientras le sostenía la mano. Apretó su agarre sobre la mano de Yoruichi para que ella fuera consciente.

Yoruichi se quedó callada y recordó anoche como este tipo lo hacía con esas tres putas. Ella se ruborizo, miró hacia otro lado y negó con su cabeza. Esto, esto solo era un juego como decía Kain. No es como si ella fuera a perder. Esto, sí, esto solo era para complacer a un cadáver.

—Bueno, si yo te lo pido, podemos hacerlo— accedió Yoruichi

Kain sonrió de forma astuta y le dijo —en ese caso, hagámoslo más interesante. Tendrás que arrodillarte y pedirlo con la frente pegada al suelo—

—¡¿Qué?!— grito Yoruichi, de nuevo todos la miraron, pero ella estaba demasiado concentrada en lo molesto que era Kain. Soltó su mano y la golpeo —nunca, ni en un millón de años. Sucio bastardo—

—Yoruichi— dijo el daimio de la nación del Rayo

Yoruichi lo ignoro por completo, apuntó a Kain con su dedo índice y le dijo —esto solo lo hacemos por ti, no lo olvides. Nada de eso es necesario—

—Bueno, bueno, mi error— dijo Kain levantando las manos en señal de rendición —solo tienes que pedirlo bonito y yo te daré algo de mi tiempo—

—¿Tienes que decirlo así? Como si fueras tan bueno—

—Ey, yo no soy el que se está ruborizando. Mira tus mejillas, están rojas como manzanas—

Yoruichi se cubrió las mejillas y dijo —eso no es cierto, mentira— pero para su mala suerte, su mente le jugo en contra y sus mejillas realmente se sintieron calientes como si hubiera estado corriendo en un clima caluroso. Ella sentía como su ropa la asfixiaba.

Kain se largó a reír y miró hacia otro lado.

—Bastardo, ya verás, te daré tu merecido— dijo Yoruichi y le dio leves puñetazos en el brazo. Kain se giró hacia un lado y puso su hombro mientras se iba alejando para que los golpes no lo alcanzaran.

—Por dios, Yoruichi ¿Qué haces?— preguntó el daimio desde su mesa, se puso de pie y camino hacia ella. Esos no deberían ser los modales de princesa ni del futuro daimio.

—Cállate, viejo molesto, no soy una niña, deja de molestarme. Ahora ve a comer tu comida— le grito Yoruichi de malhumor

El daimio se quedó congelado, los ojos tan grandes que parece que se le iban a salir de las cuencas. Su dulce hija jamás había sido tan falta de respeto.

Por su parte, Kain miraba a Yoruichi con una amplia sonrisa y le guiño un ojo —ya sabes— susurro —si pierdes, serás mi esclava y todos tus secretos serán míos—

—Yo, yo, lo prometo—

Kain le tendió la mano y ella se lo estrecho. Kain canalizo su fuerza del alma y formo el sello. Yoruichi no sintió nada en especial y se sintió segura de sí misma, pensando que el poder de Kain era demasiado pequeño. Kain sonrió con astucia, acercó su rostro y le susurro al oído —acuérdate de pedírmelo bonito ¿Entendido? Ya sabes, buenos modales, buenos modales—

Yoruichi lo miró hacia un lado, lo quedó mirando a los ojos, esos intensos ojos azules y después a la boca. Ella tomo una profunda respiración y asintió. Kain sonrió y le dio un pequeño beso en la mejilla. Él se apartó y la quedó mirando a los ojos. Yoruichi se peinó el cabello hacia atrás en un gesto nervioso, pero no le quito los ojos de encima.

Kain le guiño un ojo, se dio la vuelta y camino de vuelta a su mesa, en donde lo esperaban Elizabeth y Abigail. De paso, se detuvo al lado del daimio, quien parece que recibió una fuerte impresión al ser regañado por su hija. Kain le dio un par de palmaditas, pero el tipo no reacciono.

Kain se sentó en su silla. Elizabeth estaba sentada a la izquierda y Abigail a la derecha. Como era por la tarde, ellas habían cambiado los trajes por hermosos vestidos de gala hasta la rodilla y de una pieza. Elizabeth rubia con un vestido rosa pastel y Abigail con un vestido compuesto de dos piezas. La parte superior que parecía corse y la parte inferior una falda. Solo cabe decir que los hombres en las otras mesas no le quitaban los ojos de encima.

—Kain-sama, déjeme ayudarlo— dijo Elizabeth —debe haberse enfriado—

—Claro, por favor— respondió Kain

Elizabeth se levantó de su asiento, tomo el plato de Kain y lo llevó a la cocina para cambiar la comida helada por una caliente.

Por otro lado, Abigail sonreía y le daba pequeñas miradas a Kain. Este último noto que ella estaba impaciente, así que se acercó. Abigail acercó su rostro, miró a Kain a los ojos. Ambos estaban muy cerca.

Abigail sonrió ampliamente, Kain le ofreció su oído y ella le susurro —¿Te puedo acompañar a comer? Jamás he probado una princesa—

Kain la quedó mirando y sonrió. Abigail sonreía y se ruborizo, pero disfruto este sentimiento en su pecho. Por fin había encontrado a un compañero de travesuras.

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