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[Falsedad]

Sobre el cielo estrellado, innumerables estrellas se disponían en orden bajo una mano arquitecta. Los antiguos filosofaron sobre su eternitud, teoría certera o errónea, su vida se extinguió con antelación; su fin en un bulo tumultuoso y nulo, sin certificado de comprobante.

¿Acaso era necesario? Tumulto de positivos y negativos; hilarante. El deseo del saber o el pecado de la soberbia.

Diferentes posiciones a través de distintas perspectivas, desenfocadas; enfoques incorrectos.

Una vela se extinguió...

El ser humano era digno de enfoque de estudio; así como ellos lo realizaban desde la materialidad a la espiritualidad.

Una vez más, en su innumerable ejemplo, un nuevo día se abría. La bodega celestial se cerraba y desaparecía en el sueño de muchos, y el telón celestial hacia acto de presencia.

Sobre el, una chispa inextinguible lo decoraba en su infinidad; siendo incluso las motas de polvo parte de ella.

La pluralidad del actor masculino y femenino, ¿polvo de estrellas?

Una idea venidera como pasada, plural en su esencia; recorriendo los tiempos como hojas sensibles al viento feroz en su ignorancia.

Quebradizas o llenas de vitalidad, su acto de volar no era actuado. Capaces de mantener la compostura ante lo exterior, o hibernar en la superstición de sobrevivir.

No diferente a las habilidades teatrales de los humanos, realistas o mágicos...

Pero nadie negaría la habilidad de un dramaturgo mágico; quién dispuso las piezas y los hilos, avecinando el comienzo de la obra.

Obra protagonizada por decenas de miembros de altas esferas de poder. Con menor o mayor voz, títeres ante el polvo mágico.

'¿Quién será el que organiza estos eventos? Incluso están entrando las hojas... Espera, yo también entré una vez por allí. ¿Qué genio será que organiza estos eventos? Necesita un aumento de sueldo". Pensó Federick con aburrimiento, mientras observaba los extensos terrenos que se extendían más allá de la ventana.

Su postura era relajada, postergada sobre su asiento; en cambio, comprendía una diferencia profunda respecto a las de los otros individuos presentes.

Expresiones tensas y posturas incómodas; la normalidad de una mayoría, que no era compartida por una minoría.

Esto era observado claramente a través de los ojos profundos de Federick; quién analizaba la constante lucha de una valiente hormiga que llevaba una enorme hoja a proporción, probablemente en dirección a su hormiguero.

'¿Es esto el espíritu de los antepasados?... Lamentablemente no lo comparten estos insolentes'. Pensó Federick con ligero desagrado al observar a los diferentes ancianos.

En realidad, él era el insolente; ya que no se había molestado en investigar sobre los diferentes individuos presentes, por lo que despotricaba sin propósito.

Repentinamente se escuchó un sonoro suspiro. Una despedida a la vida, una llamada a la amante fría.

"Preguntó, con su honorable permiso, Su Excelencia... ¿Quién y cómo ha permitido la participación del Joven Príncipe?". Dijo el hombre de la tercera edad, con la frente ensanchada en sudor frío.

Para sorpresa de muchos, antes que el Rey respondiera, otra voz participó en la fórmula.

"Primero que nada, para usted es Federick Gaviria Battlemman". Respondió el mismísimo referido, con tal impugnancia que generó repugnancia.

Ante esto, en un silencioso estallido se escucharon diferentes suspiros y murmullos.

"Alto". Palabra pronunciada no más allá de los suspiros, pero que fue capaz de calmar la situación en un santiamén.

Lo que precedió al silencio, fue una simple pero rotunda mirada; la cual no juzgaba, pero derrotaba a los espíritus.

"¿A qué se refiere, Joven Federick?". Preguntó rápidamente quién había iniciado la interrogativa; un hombre inteligente que sabía leer el ambiente.

"Que soís todos unos falsos". Sentenció Federick sin medir sus palabras.

"Al observar la impresencia de clase sobre un individuo en este salón, dispongo la postergación de está reunión a otra ocasión". Dijo Carlos II observando el actuar de su nieto.

A partir de sus palabras, dos individuos salieron entre los miembros mezclados, los cuales acompañaron a Federick hasta su salida.

Pero para su sorpresa, sucedió un incoveniente debido a su irresponsabilidad.

"¡Soís todos unos falsos!". Vociferó repentinamente Federick, su saliva volando mientras agitaba su mano dominante; escondido entre lo predispuesto, su observación al resentimiento, burla, desagrado o sorpresa, presente entre los miembros.

Con esto, fue callado de una vez por todas.

...

Había pasado una hora desde la despedida amistosa de Federick. En este momento se encontraba en el despacho de su abuelo, o el Rey...

"Hablemos de tu comportamiento anterior". Dijo Carlos II de forma apática, mientras leía atentamente un libro en sus manos.

"¿No he sido sólo sincero? Son los valores inculcados por mami". Respondió Federick, intentando darle una mirada superficial al libro que sostenía su abuelo.

Luego de su respuesta, únicamente recibió una mirada escrutadora; capaz de revolver sus pensamientos hacía una dirección correcta.

"Sólo quería pasar un tiempo contigo, abuelo carcomido... digo querido". Dijo Federick mientras realizaba un corazón con los dedos de su tercera mano.

"¿Realmente?". Preguntó Carlos II con indiferencia.

"Sí, un momento de abuelo y nieto". Respondió Federick con total inocencia.

Con su respuesta, únicamente recibió una mirada aburrida.

"Yo ya debería estar retirado... Disfrutando en una isla paradisíaca, con vino y jovencitas atendiendome". Dijo el anciano en un suspiro de pesar, con el rostro fascinado.

"¿En serio?". Preguntó Federick con duda.

Y para su pesar, recibio como respuesta algo propio de su abuelo.

"Vete. Tu cariño se transfiere a beneficios, de una u otra forma". Dijo Carlos II decisivamente.

"Pero...". Quiso intervenir Federick, pero de un momento a otro, su trasero ya tocaba césped.

"Viejo cascarrabias, no disimula ni por sospecha". Comentó Federick mientras se levantaba. Sus ojos le dolían un poco, pero no gravemente.

Había fallado en su principal razón de venir, y probablemente había fastidiado a muchos otros.

Pero aún así, lo considero una victoria. No era de su interés una ganancia absoluta, sino una en proporción con sus diferentes facetas, virtudes y dones.

En este caso, había visualizado diferentes facetas escondidas en los distintos miembros; razón de su ligero dolor.

"Todos falsos". Murmuró en su corazón.

'Todos... Singular en esencia'. Pensó en razón.